Razones para odiarlo.

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Eran las 10, ya había cenado y estaba observando mi nueva habitación ya con mis cosas más o menos dispersadas por allí. La verdad es que era más grande que mi antigua. Aunque seguía echandola de menos. Sonaba Blink-182 cuando mi madre entró sin llamar.

-¿Nunca vas a valorar mi intimidad? Llama antes de entrar, por favor.

-Perdona, lo había olvidado. -Dice mientras se acerca a la cama y apaga el altavoz de la música. La habitación se queda en silencio mientras yo intento no saltar y empezar a gritarle, tenía que empezar a respetar lo mío, aunque primero tendría que respetarme a mí. Sé que no soy como a ella le gustaría, pero no voy a cambiar por nadie. -Venga, vete a la cama que mañana te tienes que levantar temprano.

-No me digas lo que tengo que hacer. -Ya no tenía 10 años, sabía perfectamente que mañana tenía que ir al maldito instituto y ser 'agradable' con todo el mundo. Ella resopló, me besó la frente y me dijo: "Lo siento, Angela. Sé que no querías esto. Buenas noches."

¿Qué ocultabas Mamá? Ni si quiera se habían dignado a darme motivos de por qué nos mudabamos. Yo quería una explicación, y se la exigiría el día siguiente.

Acabé acostandome a la 1 leyendo. Había algo que no me dejaba dormir. Tenía la sensación de que alguien me observaba y eso me hacía sentir incómoda. Bah, serían imaginaciones mías...

A las 7 sonó el despertador. No conseguí descansar mucho, me desperté como 5 veces y me costaba mucho volver a dormirme. Me levanté, apagué el despertador y salí al servicio. Una ducha rápida, me vestí con una camiseta blanca con letras en negro, unos leggins y mi gorro del mismo color junto con mis Vans. Agarré mi rebeca y bajé las escaleras; no me había acostumbrado a la casa y la verdad es que, me había perdido ya dos veces. Entré a la cocina y me esperaban Tate y mi padre con el ceño fruncido.

-Angy, vamos a llegar tarde el primer día. -Dijo Tate intentando imitar a mi padre. El cual lo miró y le dio un codazo. Sonreí y cogí una magdalena.

Me colgué la mochila sobre un hombro y salí al jardín para subir al coche. No pude evitar fijarme en la casa de en frente y sonreí de nuevo al acordarme de la situación qué había vivido el día anterior. Seguramente ese chaval estaría en mi instituto, sólo quería que no intentase nada, no es que fuese muy simpática con la gente que iba de listilla, y él tenía toda la pinta.

Al llegar, Tate me agarró la mano y me la apretó.

-¿Preparada? -Dijo mientras me miraba a los ojos y me guiñaba uno. Le pegué un pequeño empujón mientras le respondía: "Anda vamos, tampoco será para tanto." Según nos había dicho mi padre me tocaba Historia, a Tate Química. Algunas clases nos tocaban juntos, otras por separado. Me encaminé al aula 3, donde se suponía que atendería  mi primera clase. Cuando por fin di con la dichosa clase, entré y todos los alumnos siguieron con sus temas de conversación sobre lo que habían hecho ese verano. Localizé dos mesas al fondo, las únicas vacías. Me senté en una de ellas y saqué el móvil para mandarle un mensaje a Ray, mi mejor amigo. 

-Te lo quitarán si te ven con el móvil. -Dijo una voz masculina.

-No me lo van a quitar, porque no me lo van a ver. -Dije sin apenas interés, ni si quiera levanté la mirada del teléfono. Terminé de escribir el mensaje y guardé el teléfono.

El chico se había sentado a mi lado, pero no me di cuenta de quién era hasta que hice un barrido general y me encontré con sus ojos grises. Puse los ojos en blanco y apoyé la cabeza sobre el brazo que tenía puesto sobre la mesa; resoplé y le solté: "Espero que no te pongas muy pesado." a lo que él me contestó: "Soy tu vecino, te vas a hartar de verme, pequeño mapache." ¿Pequeño mapache? ¿Lo diría por mis gafas? Se me había olvidado mencionar que usaba gafas para ver la pizarra. "Ni se te ocurra volver a llamarme así, en serio." "¿Cómo no tengo que llamarte, pequeño mapache?" dijo con una sonrisa burlona. Se estaba riendo de mí, me estaba poniendo de los nervios, y no querría pegar a nadie el primer día, pero él me lo estaba pidiendo a gritos. 

Seguí ignorandolo hasta que a tercera hora de la mañana, en clase de Literatura, la alarma de mi móvil empezó a sonar. Mierda, siempre se me olvidaba quitarla. Entonces todos se quedaron en silencio y mi insoportable compañero empezó a reírse mientras me señalaba. Me di la vuelta a toda prisa para apagarlo pero él ya le había dicho al profesor que era yo.

Mr.Brown dejó de hablar y me pidió educadamente que le entregase el teléfono móvil y que lo recogiese en secretaría a las 13:30. Tendría que quedarme media hora esperando en secretaría, qué asco. Después de entregarselo, fulminé con la mirada a mi dichoso compañero.

-Eres un cabrón. -Susurré mientras miraba al frente y mantenía los puños cerrados.

-No, soy Kevin. Dijo sin dejar de sonreír.-¿Tú eres...?

-Déjame en paz, Kevin.

-Vale, no tendré más opciones que seguir llamandote pequeño mapache.-Dijo encogiendose de hombros.

-Angy.

-¿Angela?

-No, Angy.

-Vale, Angela.

Puse los ojos en blanco. Las últimas horas lo había hecho tantas veces que ya me dolían.

Tenía muchas razones para odiar a Kevin, y tenía la sensación de que irían aumentando poco a poco.

Amor A Base De Odio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora