Oriana
Llevo tres semanas desde que empecé la dieta, eh perdón, quise decir mi "alimentación
saludable", porque según Juana eso es lo que hago ahora, "un estricto régimen de alimentación
saludable", el cual para mi desgracia durará toda mi vida.
¿Notan la felicidad en mi cara? Seguro se nota tanto como la ironía siempre presente en mis
pensamientos.
No soy una niña, sé que tengo que hacer esto, sé que no me queda otra.
Pero no me pidan que este feliz con lo hago porque no puedo. Ya estoy poniendo suficiente
voluntad al comer lo que me ordenaron.
Sin exagerar, por momentos tengo ganas de pegarme un tiro cuando veo que mi almuerzo
consiste en una ración menor a la mitad del plato. La cual se supone que me debe durar un
mínimo de 30 minutos, y encima aparentemente debe "llenarme".
¿Qué clase de broma pesada es esa? Para empezar se han llevado de mi menú diario todo lo
que se puede considerar comida. Todo lo rico y delicioso que hay en este mundo quedó
prohibido para mí, y fue reemplazado por vegetales frutas y todo lo que contenga proteínas.
Para peor, aparte de que mi comida no es exactamente muy apetecible que se pueda decir, ni si quiera puedo disfrutarla. Como ya mencioné me sirven una porción extra pequeña que no es ni
la sombra de lo que solía comer.
Juana cambio los platos comunes que solía tener por unos más chicos, unos de postres creo.
Puedo adivinar que lo que intenta es "engañar al subconsciente" pues así el plato parece lleno y
no es un golpe tan fuerte a la vista.
Yo digo que puede engañar a mi subconsciente todo lo que quiera, porque cuando la comida
llega a mi interior no hay nada que engañe a mi estómago.
Todo lo que sea gaseosa fue eliminado y solo quedó agua. Pura, cristalina (o al menos potable)
e insípida agua. Como ha de ser notorio no soy fan del agua, y para mí desdicha me obligan a
consumir dos litros al día porque tal parece estoy deshidratada.
Al principio me costaba, pero con el tiempo mi vieja enemiga se ha convertido en una aliada.
Aún la sigo odiando y no sería jamás mi primera opción. Pero parece tener un efecto por ahora
válido para contrarrestar mi ansiedad.
Tal como suena, literalmente ahogo mi ansiedad en litros de agua (por ahora es la mejor
opción).
Lo más irónico es que también estoy desnutrida, da risa ¿no? Con más de 180 kilos, desnutrida.
Juana sin duda aprovechó para dar su viejo discurso de "te dije que alimentarse y comer no son
la misma cosa".
Como sea ahora que me estoy "alimentando correctamente". Me toca comer cada 3 o cuatro
horas (algo así). Son cuatro comidas al día (desayuno, almuerzo, merienda y cena) y unas
comidas o colaciones intermedias. Cuya supuesta función es "calmar mi ansiedad". Y debo
reclamar que cumplen muy mal su función, ya que ansiedad es algo que me sobra.
Soy regañada diariamente, es casi un reto que mi plato de comida me dure más de diez
segundos eso de "saborear" no existe en mi vocabulario. No tengo idea que sabor tiene la
comida, ni si quiera se como luce o como se ve.
Sólo como, y como por comer.
Dicen que la ansiedad no colabora en que bajemos de peso pero no lo puedo evitar es lo que
siento.
Tengo mucha hambre, todo el bendito tiempo y lo único que se me permite comer no me
provoca ni un mínimo de satisfacción.No puedo evitar mi constante mal humor, mi constante ansiedad. Una parte muy profunda de
mi ser sabe que se está comportando mal. Se que estoy siendo inmadura, insoportable,
irrealista, e incomprensiva.
Pero no lo puedo evitar, quizás nadie pueda comprenderme.
Pero me falta algo, me falta la comida. Y no será fácil acostumbrarme a su ausencia.
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Trastornos alimenticios
Short StoryCréditos de portada a -1@dreams- Corregida por CronosEditorial @Nessa_CE Esta historia no generaliza , ni esta hecha con la intención de discriminar . La protagonista es un conjunto de gente que conozco , por lo que puede asemejarse a una historia...