montaña inversa

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Oriana

¿Han notado esa felicidad que sienten cuando ven el notable fruto de sus esfuerzos? ¿Esa
hermosa sensación, ese algo que nos indica que vamos por el camino correcto?
Ya saben, aparece justo cuando estábamos al borde de rendirnos y nos dan fuerza para
continuar, son casi una "Señal divina".
Bueno eso es justamente lo que no me está pasando en este momento. Voy bajando de a
pequeños gramos por semanas, y estoy a años luz de que se note algún avance. Tanto en el
aspecto físico como en los pequeños detalles. Aún me agito, aún no puedo atarme o desatarme
los cordones sola, y tengo problemas para levantarme de mi asiento. Más según mi doctora
voy bien.
Una vez dije que esto era como una montaña (subir de peso y bajarlo solía ser tan sencillo e
instantáneo que casi no se notaba). Todo solía ser tan fácil, solía...
Ahora duele cada gramo, y ni hablar de llegar a completar un kilo. Cada día es una constante
lucha.
Puedes estar tres meses intentando bajar tres kilos y en menos de un mes subir cinco.
Es esta maldita montaña inversa. Cuya subida es tan rápida y sencilla que en un parpadear, un
pequeño descuido puedes llegar a la cima sin siquiera notarlo, o quererlo. Si es que existe una
cima a veces pienso que no existe. Se supone que si paso la Barrera de los 200 no hay vuelta
atrás, pero no significa que no pueda aumentar más. A veces me pregunto cual será mi límite
¿estaré cerca? ¿podré resistir más?
Es el único misterio que no debo revelar, la única barrera en la que no debo romper, la única
escala en la que no debo avanzar.

Todo es así de extraño en esta montaña inversa en la que subir es hundirse y decaer y bajar es
salvarse.
Aunque más de una vez considerando la insufrible dificultad que presenta bajar. Considerando
que es incalculable el tiempo que me llevará estar apenas cerca del pie de esta montaña. A
veces se presenta más que tentadora la idea de simplemente seguir subiendo sin más. Después
de todo ¿que más puedo perder?
Era de esperarse que después de años de estar subiendo, no la iba a bajar en un día. Quizá ese
es el error de muchos, creer que bajaran como si nada. Cuando en realidad nos lleva el doble de
tiempo y de energía estar en una posición que se considere "estable" y nada nos garantiza
llegar al preciado pie de la montaña, con suerte estaremos cerca, en una zona que se considere
segura.
Yo por mi parte no quiero nada, no quiero subir mas (no vale la pena el riesgo) y no quiero bajar
(no vale la pena el esfuerzo). Simplemente... No sé que quiero, el punto es que tal vez no quiero
nada más.
Luego recuerdo que en el pie de la montaña hay una gran sonrisa esperándome una persona
que pone todas sus fuerzas y todo lo que tiene a su alcance para que yo pueda bajar. Entonces
intento bajar, por ella. Sólo espero que sus fuerzas no se acaben y sean lo suficiente fuertes
para esta odisea que consistirá en bajar.

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