cinco semanas

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Oriana

Como era natural Juana regreso a su trabajo, yo por mi parte fui despedida. Ella dice que no
importa, que hasta que todo mejore me cuidará.
Lastima que "hasta que todo mejore" es el sinónimo de "mucho tiempo".
Más de una vez me siento culpable, en primer lugar porque ella es mi hermana menor y el
cuidado debería ser al revés. En segundo lugar no dejo de sentirme una carga.
Ella y el psicólogo (porque como si ya no fuera suficiente ahora también tengo un psicólogo)
dicen que sólo es imaginación mía. Sólo seré una carga si dejo de luchar.

El único problema es que no soy una guerrera. Las guerreras son entrenadas, tienen mucha
audacia e inteligencia y salen con sus armas a combatir por el bien de todos.
Yo no tengo armas, no lucho por el bien de todos y mi mayor batalla es contra un plato de
comida.
Mi hermana dice que una guerrera es alguien que no se rinde.
Puede que en algún tiempo halla sido una guerrera. Una líder incondicional con fuerza y
optimismo inagotables, y siempre encuentra una salida. Tal vez en algún momento lo fui, pero
ahora esa época queda borrosa y lejana en mi mente.
Ahora sólo soy una niña a quien su "mami" (rol desempeñado por mi hermana menor en este
caso). Dice que debe comer y que debe hacer. Y aunque, con la típica frase de los padres, ella
insista en que es "por mi bien ". Yo soy una niña muy rebelde y caprichosa que no escucha
razones.
Desde que Juana regreso al trabajo se podría decir que "ascendí" de niña a adolescente. Paso
ciertas horas sola en casa y ahí es donde mi espíritu rebelde se despierta. A diferencia de otras
adolescentes no estoy tentada por la idea de llamar a mi novio o escapar a una fiesta.
Por el contrario es lo que está dentro de mi casa lo que me desquicia. La sola idea de estar a solas con el refrigerador y el modular me hace mal. Quiero sentarme, abrir bolsa por bolsa de
comida y comerme hasta lo que no hay. Quiero salir al kiosco y comprar golosinas, pedir una
pizza o fugarme a una parrilla cercana.
Literalmente puedo sentir a la comida llamarme del otro lado de los muebles. Incluso creo que
si me concentro lo suficiente vendrá volando hacia mi boca. No hay suficiente agua en la casa
para calmar está ansiedad, siento como si quisiera comer todo lo que hay a mi alrededor. Y
tengo que hacer un gran esfuerzo para no hacerlo.
Más de una vez estoy a punto pero siempre algo me detiene, "Juana confía en ti" esa maldita
voz de la razón y la culpa en mi cabeza. Que me recuerda que no puedo fallarle a quien me está
ayudando. No puedo traicionar a la demente que incluso odiándolas y sin necesidad alguna se
metió en la misma dieta que yo para que no me sienta sola. Le dije que estaba loca pero ella
sonrió y respondió "es momento de que empiece a comer como se debe".

Así que en resumen volví a ser una adolescente. Rodeada de dudas, culpas e inseguridades,
invadida por tentaciones. Con los horribles dramas y disgustos causados por la moda.
Dependencia económica.
La inseguridad de no querer verte en un espejo y huirle a las fotos. Sentirte desganada y usar
ropa holgada. Sólo una cosa me falta de la adolescencia y es la que más añoro, esa capacidad
con la que hoy ya tendría bajados 10 kilos o más. Cosas así no vuelven a ocurrir.
De todas formas se supone que los primeros kilos se bajan relativamente rápido y luego te
estancas.
Si mi actual paso de tortuga con el que desciendo esta escala es rápido, no quiero saber cómo
será ir lento. Es probable que me lleve dos años o más. Y ruego que para ese entonces mi edad
mental haya vuelto a la adultez o al menos la comida me deje de hablar. En caso contrario a
cualquiera de los casos terminaré en un manicomio.
Que no es muy lejos de mi actual destino. Tal vez sea adolescente pero no tonta como para no
comprender la gravedad del asunto, sé que corro riesgo de quedar internada. Tal vez eso
también me detiene.
Miro el refrigerador y el aparador una vez más y con todo el dolor en mi alma me volteo y
prendo la música en mi celular. Es otro día que he sobrevivido a esta prueba mortal y quien
sabe cuanto más podré hacerlo.

Trastornos alimenticiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora