Trastornos alimenticios

Trampa

Juana

Creo que la gente piensa que enloquecí, y no los culpo. Hoy lloré, lloré demasiado, me sentí
decepcionada conmigo misma me sentí una completa basura, y aún siento la culpa en mí.
¿Por qué lloré? Porque hice trampa.
No aguanté mas las ganas y me compré una media luna y la comí con un café con mucha
espuma. Al terminar no pude evitar llorar.
Llámenme tonta o sentimental pero le prometí a Oriana que estaríamos en esto juntas y hoy le
he fallado.

Traicione la confianza de mi hermana por un desayuno, eso nunca me lo voy a perdonar.
Todavía continuo debatiendo la forma adecuada de decírselo, es decir creo que merece
saberlo.
—Estamos en esto juntas—dije, y no cumplí.
Si ella fallara también me gustaría saberlo (y no porque quiera sentirme mejor conmigo misma,
sino porque en serio necesito saber). Ni siquiera se como me metí en esto. Comprendo su
ansias, lo sé porque son iguales a las mías. Compartimos casi el mismo apetito, sólo que mi
organismo por alguna razón no engorda (al menos no tanto).
Cuando le recetaron los nuevos alimentos supe que le sería difícil acostumbrarse. Por eso,
intentando ser empática la convencí de que yo iba a comer lo mismo y la misma ración.
—No es buena idea, vas a acabar por desaparecer—dijo ella.
—Es hora de que coma sano, a nadie le viene mal—le contesté.
De verdad estaba segura, tenía fe, aún la tengo pero... Algo dentro mío grita que está no es la
manera, y puede que eso se llame sentido común. Han pasado cinco semanas, hasta ahora ella
consiguió bajar 3 kilos... Y yo perdí diez, siempre pese aproximadamente tres kilos menos de lo
que según "la escala médica" (esa donde ponen tu altura y edad) debía pesar. Sumado a mi
recientes kilos perdidos eso quiere decir que oscilo entre 13 o 14 kilos menos de los que
debería pesar.
Mi intención no es culpar a nadie más que a mi misma por esto. Oriana me lo advirtió pero no
le hice caso. Ella pudo notarlo desde antes, como los jeans y los buzos me empezaban a quedar
grandes, pero no la escuché. Yo estaba desesperada, desesperada porque ella necesitaba ayuda
y no sabía cómo brindársela. Desesperada porque la vi en el borde del barranco y no sabía
cómo lograr auxiliarla para que no cayera...Y al final creo que en lugar de salvarla terminamos
cayendo las dos.
Es irónico que a veces las cosas que hacemos con la mejor intención acaben siendo las de peor
resultado.
Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Eso fue lo primero que pensé en la
situación de Oriana, tenía que ayudarla sin importar el costo (o al menos sin importar el costo
en mi) lo único que importaba y aún importa es su salud.

Ahora veo lo equivocada que estaba. ¿De qué nos sirve salir de un trastorno alimenticio para
entrar en otro? Ese no es el punto al que queremos llegar, nunca lo fue. Queremos salud, y esto
no es saludable.
Por otra parte creo que de este modo esto tampoco le es útil a ella.
Es decir, no es por demás evidente que con esto no pretendo decir que abandono la dieta o que
me voy a sentar a comer una hamburguesa con huevo frito en frente de ella, pero siendo
honestos ¿como se debe sentir al saber que ambas comemos exactamente lo mismo y ella
apenas bajo tres kilos y yo estoy "desapareciendo”?
No la culparía por odiarme, aunque no sea hecho con intención, no deja de ser un hecho
horrible. Al final sólo va a crear más fricción entre las dos, y al final podría acabar por cansarla y
arruinar tanto esfuerzo que ha puesto hasta ahora.
Mientras volvía a casa respiraba profundo e intentaba calmarme no pienso modificar los hechos
ni mentir, dudo que eso ayude.
Después de todo si queremos salir del barranco por el que ambas caímos intentado evitar el
borde el primer paso es confianza y el segundo es la paciencia.
"Paciencia"; creo que la carencia de este recurso fue parte de lo que contribuyó a que
cayéramos, nos vimos en el borde y en lugar de intentar retorcer de apoco corrimos a toda
velocidad agrietando el inestable suelo, y por consecuencia cayendo.