Me enamoré de un demonio. (Yaoi)

Capítulo 16: Cicatriz.

"Las herida sanan pero las cicatrices...
siempre recordarán el pasado"

Narra Harry.

Estoy de un excelente humor: Amo, ¡AMO! venir a una iglesia. Ver a esos tontos relatando cosas que nunca ocurrieron o simplemente ¡están mal contadas! y que aún así lo crean, me parece divertido.

Adentré paso en la iglesia haciéndome notar lo voluptuosa que era esta, parecía una iglesia antigua decorada al estilo barroco, con las típicas imágenes que daban escalofríos de la crucifixión de Jesús y otros demás pintas de ángeles que no tenían nada que ver.  Me senté junto a la chica que busca, Annie. 

Se veía concentrada en sus cánticos y sus oraciones, trataba de verdad de aguantarme la risa ante lo que pedía y lo que quería que se le perdonase. 

-Disculpe, señorita- la llamé al final de su larga y divertida misa.

-¿Ah?- Me volteó a ver confundida, sabía que más que nada estaba confundido de que alguien que no conocía (y sobre todo, un chico) se acercase a hablarle.

-Quiero proponerte un trato.- Me miró con desconfianza y cuando iba a hablar para protestar algo la interrumpí abriendo mis alas grisáceas. 

Narra Albert.

La relación que teníamos entre Esteban y yo marchaba relativamente bien, y marcharía mejor si no hubiera comenzado a pasarme cosas extrañas.

Hace aproximadamente 5 días, me desperté con un dolor terrible en mi espalda alta a la altura del pecho, ardía horrores tanto que me provocaba que me inmovilizará en un sitio hasta que se me pasara y no solo eso, desprendía un fuerte olor a azufre que llenaba cada rincón de la casa. Ese día me levanté casi gritando del dolor tratando de tocarme euforico la parte de la espalda que parecía quemarme al rojo vivo, abrí la regadera y me metí aliviándolo y a su vez al tacto de mi espalda con el agua salió una gruesa capa de humo negro y vaya sorpresa que me lleve además de esa, puesto que al salir una "V" estaba marcada en mi espalda.

- Albert, ¿te duele ?- me preguntó mi novio preocupado ante la situación tan fuera de lo normal

-No, pero me sentiría mejor si me dieras un beso.

El se sonrojo al instante y se agachó a darme un suave beso en los labios. Hice señal de que se acostara conmigo y así lo hizo.

Podía ver montañas, y un viento me recorría el rostro, baje un poco más a la tierra para ver que estaba volando. Se sentía hermoso. Volaba detrás de los pájaros, era muy rápido, al parecer rompía sin problema alguno la barrera del viento.

Pude visualizar un volcán y sonreí para mis adentros, empecé a elevar altura, hasta llegar mas arriba de las nubes casi llegando a la primera capa de la atmósfera y luego me deje caer desde esa altura enrollando mis alas alrededor de mi cuerpo para poder protegerme del impacto a medida que caía empezaba a dar vueltas como si fuera un taladro solo para llegar a mi objetivo: El volcán.

Caí de lleno en la lava y empece a sumergirme más adentro de éste, no dolía, no quemaba, aunque mi piel se desprendía poco a poco dejando paso a una piel grisácea. Al final llegué a un lugar caliente y algo macabro. Pero me resultaba a cogedor. La tierra desprendía azufre y era color cobrizo. Se podía ver el paisaje de un color rojo fuerte. Gritos de dolor se extendían por todo el aire.

-Albert.- Ellise estaba tras de mí.- Tanto tiempo, bienvenido al Infierno.

Me desperté de un golpe de aquel nuevo sueño notando que me había quedado dormido en cuanto Esteban me acompañó. Dirigí la mirada a Esteban acurrucado en mi pecho, algo realmente lindo que hizo que me tranquilizara un poco.Me acerque y deposite un caluroso beso en su frente.

-Eres perfecto.

Trate de dormirme de nuevo y pasar una descansada noche con mi novio, pero mi espalda me ardía e impedía que conciliará el sueño; me levanté y puse una cobija sobre Esteban para que no le diese frío en mi ausencia. Caminé al baño quitando la playera para ver qué rayos sucedía con mi espalda, ahí donde se hallaba aquella marca, un negro en forma de costra la cubría de una forma totalmente asquerosa.