Capítulo final.

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"Toxico beso en mi piel, me enciende como fuego azul,

la noche del placer eterna es conmigo."


El viento golpeaba mi rostro como advirtiendo lo  inevitable, me sentía a salvo en brazos de de Albert, y a la vez... tan solo y desprotegido. ¿Yo me sentía solo? Entonces no quiero imaginar que tan solo se sentía Albert en el paso de los siglos.

-Te amo...-

-¿Y por qué tan de repente?-Preguntó con un tono divertido mientras me miraba atento. Ya no volábamos tan rápido en busca de Annie, aun que algo en mí causaba una sensación de picor. Al tocar tierra nuevamente me exalte al ver mi patio, el patio estaba totalmente destruido y el cuerpo de Harry no se encontraba más ahí.

- ¿Qué hacemos ahora?- Pregunté ingenuo de que me propusiera huir con él, pero nunca llego.- ¿Albert? ¿Me estas ignorando?

- Esteban, pon mucha atención.- Me tomó pronto tan firme de los hombros que se me cortó la circulación.- Están borrando las memorias de todos, incluyendo a los Valentines.

- ¿Mi familia?

- Sí.- Aterrado quise salir corriendo a ayudarlos, a impedirlo ¿Qué clases de seres podían hacer algo así?. Albert me tomó de Albert brazos impidiéndome correr.

-¡Albert, tengo que ir a ayudarlos!- Me subía la presión a la cabeza y me bajaba hasta los pies.

-No te alejes de mí, si lo haces podría pasarte lo mismo a ti.- Sentí las manos heladas ante eso mientras lo pocas cosas que me hacían feliz se desmoronaban. Estaba asustado, muy asustado.

Ambas alas de Albert se abrieron de golpe cubriéndome totalmente de una enorme ráfaga de viento que lo hizo resbalar un par de centímetros atrás y la graba golpeó un poco mis piernas, pero lo suficientemente fuerte para hacerme sangrar. ¿¡Ahora qué carajos pasaba?! 

-Lamento eso...

¿De qué me protegía?

¿O de quien?

- Miguel ...-Rugió desde el fondo de su garganta, pero hubo algo que me dejo helado. ¿Qué era a lo que se enfrentaba? ¿Por qué estaba temblando? 

- Por fin nos conocemos, Azthart.- El sujeto traía una armadura dorada que lo cubría completamente como un luchador Romano, era muy alto y se veía completamente imponente, de su cinturón colgaba una espada tan plateada que creí que me deslumbraría, era demasiado apuesto para ser real.

-Mi nombre es Albert.- Rugió el demonio tembloroso y en posición de ataque.

-Sin duda tú y Harry eran tal para cual, tan obstinados ambos.- Albert se tensó bajo sus palabras trasudando un poco.

- ¿Quién es él, Albert?- Pregunté casi en un susurró mientras sentía el pecho latir con rapidez, el ángel ante mi me ponía los pelos de punta, me inmovilizaba completamente su presencia. Él era aplastador.

- Soy el arcángel Miguel, un placer.- Respondió velozmente pudiendo escucharme aun a la distancia en la que estaba.

- ¿Arcángel?- Respondí sudando de mis manos, tenía miedo. Albert me cubrió con la parte de su ala haciendo  que retrocediera un par de pasos. Se lo agradecí mentalmente. 

- Los demonios si que son posesivos.

- ¿Qué es lo que quieres?- Albert volvió a gruñir abriendo lentamente su hocico dejando ver sus dientes afilados y desgarradores.

-Oye, oye no te pongas así.- Rió feliz viéndose un tanto inocente.- Lo quiero a él.

En un movimiento que mis ojos no pudieron percibir con claridad, Miguel me sujetó del brazo tan fuerte que su cercanía me quemó  hasta las entrañas; Albert reaccionó rápido tomándome de la cintura y atacando directo a la cara con su cola en punta a la cara de Miguel.

-¡NO LO TOQUES! 

- Ay demonio, eres muy lento...- Comenzó a reír hasta que se detuvo en seco, se tocó el rostro delicadamente notando como un liquido carmín caía de su mejilla; apretó  los dientes suavemente perdiendo su compostura un par de segundos.- Gabriel*...

Un segundo ángel con la misma presencia tan aplastante bajó del cielo como un rayo quemando el suelo a su alrededor, este ángel tenía alas plateada en vez de doradas al igual que su escudo en pecho.

-Joder...- pronunció Albert rabioso jadeando pareciendo un animal enjaulado.

-¿Podrías cuidar de Esteban?- Miguel habló a Gabriel con calma, el asintió.

-Voy a cuidar de tú niño, no me lo voy a llevar ni nada.- Le habló con una voz grave a Albert mientras se acercaba a tocar mi brazo con sutileza, en cambio que con Miguel su tacto no quemó mis entrañas solo me dio paz.

- Azthart...¿Estas listos?-Miguel se puso de pie blandiendo su espada imponente.

Albert ni siquiera contesto, ya se había lanzado hacia Miguel con alas extendidas y las manos en posición de ataque. Las garras chocaron con aceró haciendo un circulo de fuerza mientras que mi demonio rabioso atacaba a lo bestia y fuera de sí.

¡Crack! 

Fue el sonido que se escuchó cuando Albert desencajó su mandíbula dejando ver sus dientes al fin en todo su esplendor. Alzó sus alas volando con toda la intención de arrancarle un cacho de carne, pero el rubio reaccionó más rápido pateando su cara en un movimiento que literalmente lo arrastró por el piso formando un hueco donde el demonio estaba.

-¡Ahg!- Pronunció Miguel revelando que ambos cuernos de Albert habían penetrado su armadura.

- ¿Quieres que Albert tenga una mayor ventaja?- La voz gruesa de Gabriel habló detrás de mí provocandome un escalofrío, me tomó de la cintura dando un salto tan enorme que me espanto por segundos, ahí donde estábamos un enorme bloque de tierra  cayó.- Mira, Albert no pude combatir con todo de sí mismo porque estás tú presente, no quiere que lo veas como un ser infernal.

- Yo, solo quiero que no muera...-

-Lo sé.- Respondió poniendo su mano sobre mis ojos.- Ahora sí, pelea con todo demonio.

La aura del lugar cambio y se torno pesado erizandome la piel, una risa que hizo eco sonó en todo el lugar como si mil voces hablaran a la vez, se escuchaba el metal de la espada chocar, las risas macabras también, una brisa caliente llegaba de vez en cuanto junto con olor a azufre, el sonido de tierra crujir retumbaba bajo mis pies. Las manos de Gabriel  se quitaron de mis ojos y como dice el dicho "la curiosidad mato al gato"  abrí los ojos ingenuo y estúpido;  encontrándome con un paisaje con niebla negra y con toques rojos en todo el lugar, a Miguel, con sangre y raspones en todos lados, con una sombra aun más negra que la niebla que transpiraba a muerte.

- ¿A-Albert?-Pregunté con miedo al ver a ese ser, aquellas bolas carmín me miraron y el arcángel aprovechó eso para atacar. En un movimiento veloz lanzó su espada plateada en mi dirección tan veloz y tan precisa que solo cerré los ojos esperando mi muerte, que nunca llegó.- Albert... ¡Albert!

Grité agonizante al ver el cuerpo que se interpuso evitando que la espada me atravesará, la sangre me manchaba y no parecía regenerarse. ¿¡Por qué no se regeneraba?!

- Esteban....-Susurró cayendo al suelo, con manos temblorosas y vista nublada me acerqué a el en pleno llanto tomando su cabeza entre mis manos.

-Aquí estoy, aquí estoy amor...- Gemía de dolor mientras trataba de sacar la pesada espada que lo hería.

-Te amo...

-Y-yo te amo aún más...

Al levantar la vista un dolor tremendo me invadió el pecho, gemí de dolor y agonía mientras Albert cerró sus ojos.

- ¡ALBERT!- Un grito desgarrador salió de mi reflejando solo dolor.

Tome el Cuerpo  de mi amado, en brazos, mientras me acunaba hacia delante y atrás, lamentándome y sollozando.

- La espada esta bendita por Padre,eso era suficiente....- Habló Miguel tomando la espada y sacándola.

- Albert... amor... p-por favor...¡despierta!- Mis lagrimas y desesperación se incrementaron mas al observar como desde la punta de los pies de Albert se iba convirtiendo en polvo. -NO.- Grité mientras con desesperación bese sus labios hasta que se volvieron ceniza entre mis brazos dejándome nada.

Fin.

Al siguiente capítulo esta el epílogo, sufran (?

Me enamoré de un demonio. (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora