Capítulo 24:Recuerdos.

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"El pasado no te persigue, pero los recuerdos están siempre presentes."

La cabeza había dejado de darme vueltas después de tanto berrear y  gritar su nombre, se había escapado ante mis ojos y no había nada que pudiese hacer. La sensación de ver como sus ojos se desorbitaban y perdía la vida fue demasiado para mí, fue demasiados sentimientos que se acumularon en el momento...

-¡ESTÁ MUERTO!- El revoloteó a mi alrededor sin embargo no cesó, todos gritaban espantados y asustados de la situación que se vio ante los ojos de todo, nadie comprendía cómo ni por qué murió en realidad Albert. Algunos decían que tal vez le había dado un paro cardíaco del susto, otros que esa posición en la que se encontraba lo asfixió y otros solamente se tiraban al piso a rezar. 

Harry estaba al lado mío aun, mirando la cara de Albert con una sonrisa digna de un psicópata al ver a su victima, parecía esperar algo.

-Te amo...- susurré entre sollozos con la frente pegada en el suelo sin tener ningún consuelo de nadie, simplemente me dejaban ahogarme en mi dolor.- Te amo Albert...

¡Pum! 

Un sonido retorcido proveniente de alguna parte de la cueva retumbó sobre todos nosotros haciendo callar, había sido un eco digno de el latido de un corazón.

¡Pum! 

Harry sonrió cínico mientras todos comenzaban espantarse al saber que ese sonido no era posible que pudiese hacerlo algún humano o ser vivo existente. Era algo más allá, el latido del corazón de otra cosa.

La luz de la luna se hizo opaca como si algo hubiese cubierto el hueco de la caverna, las estrellas dejaron de brillas y la noche ya no era más azul, era una noche ahora que prometía sembrar terror y muerte. 

- Jaja...- Comenzó casi como un susurró en el viento aquella risa tan siniestra y hueca de humanidad; todos volteamos a ver aquella cruz donde la cara de Albert comenzaba a levantarse a medida que comenzaba a reír más, y más fuerte.- ¡JAJAJAJA! 

Mi corazón no sabía que sentir, estaba llena de felicidad de verlo una vez más respirando pero estaba aterrado a su vez de verlo en aquel estado. Su cara miró completamente hacía arriba mientras seguía carcajeándose a pulmón pleno como si le hubieran contado el mejor chiste de todos.

- ¡Deberías estar muerto!- Annie fue la primera en gritar al ver a ese Albert tan fuera de sí, tan aterrador.

Su risa se detuvo en seco y bajo la mirada, el pelo cubría la mitad de su rostro divertido pero fue lo suficiente para que varios cayeran al suelo impactados por lo que veían.

-¿Realmente... crees que soy humano, perra?- Su cara estaba de un gris opaco donde tenía grietas realmente profundas que se extendía como una muñeca de porcelana rota, donde antes había dos ojos carmín ahora solo se hallaba una cuenta vacía con un punto rojo en el centro.

-¡Es el diablo!- chilló uno de los seguidores comenzando el caos, todos corrieron despavoridos arremolinándose en la única salida que había, las mujeres al ver que ahora su única salvación estaba bloqueada comenzaban a rezar desesperadas.

- ¡OH me quemo!- se empezó a sacudir de un lado a otro burlón.- ¡Eso no funciona conmigo, estúpidos!

- ¡MUERE ENGENDRO DE LA SUCIEDAD!- gritó Annie aventando a su alrededor agua bendita con desesperación.

- Sólo los que verdaderamente creen, los que verdaderamente aman a Dios y los que verdaderamente tiene fe no por recibir algo a cambio, sino por amor pueden herirme con esas cosas.- suspiró divertido mirando sus ropas mojadas. - He vivido mucho tiempo...y en todos estos años, ni siquiera el Papa a logrado repelerme.

Me enamoré de un demonio. (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora