Capítulo 4 : Ojos Carmesí.

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"No me mato, pero algo en mi murió ese día"

Narra desconocido.

Amnesia, ah.

Curiosamente, no podía recordar absolutamente nada de mí, ni mi nombre, ni mi familia, ni mi edad, ni mi origen, ni mi cumpleaños, ni mi hogar, ni mi infancia. Nada. Pero conocía de cosas básicas y demás como lo que era la Amnesia y lo que implicaba.
Me quemaba por dentro una necesidad incierta de lanzarme contra la puerta y salir tomando algo, pero no era algo así como robar...no sabía si quiera que quisiera llevarme lejos de ahí; sentía desesperación.

- Hola - Anunció Esteban entrando a la habitación a pasos lentos nuevamente, sin siquiera molestarse en tocar. Se movía a pasos elegantes y despreocupados hacía a mí.

- Hola- contesté de vuelta acostado suavemente sobre la cama. El doctor me había puesto en esa posición por las heridas en mi abdomen, que no había notado (increíblemente) y se comenzaban a tornar de un tono morado.-¿Sucede algo?

-No, quería ver cómo te hayas con todo...este ajetreo.- Me miró unos segundos a la cara.- ¿No puedes levantarte?

-No lo sé, no lo he intentado.- Sonreí, tenía toda la intención de conseguir que me brindara su ayuda. Esteban tenía un aire de niño apoderado, era bastante pequeño (por lo que podía notar a simple vista), cabello azabache...Pero sus ojos.

¡Dios!, sus ojos eran lo más precioso que podrías ver en tu vida, el chico tenía Heterocromia* y Génesis de Alejandría*. Era una perfecta combinación entre el azul y el lila, como si dos mares se unieran pero no se mezclaran, estaba seguro que en el mundo no podría repetirse ese acontecimiento tan único que abarcaba en sus pupilas.

El extendió su mano hacía mí, su mano era blanca, blanca como la nieve. Mi mano era pálida, como una simple hoja de papel. La tomé y con un increíble dolor en el área abdominal, me puse de pie.

-¡Hola, Hola!- un chico más entró a la habitación, moviendo su cuerpo agraciadamente como un pavo real burlándose. El chico se notaba a leguas que era hermano de Esteban, tenían un increíble parentesco al igual que una increíble desigualdad.

-¿Esos son modales, Hugo?- Giró el menor con declaro ante la abrupta interrupción del mayor.

El nombrado Hugo, paro su andar súbitamente mirando a Esteban y a mí simultáneamente. Poco a poco una sonrisa maquea velica se formó en su rostro.

-Mi pequeño hermanito está más pequeño que el invitado.- y soltó tremenda carcajada.

Sin poder evitarlo, me eche a reír de igual manera.

Narra Esteban.

Si será cabrón. No es suficiente la tremenda vergüenza pública que me hace sufrir...sino que siempre tiene que hace algo para hacerme quedar en ridículo.

¡YO NO SOY ENANO!

- ¡CÁLLENSE!- chille completamente enardecido de vergüenza, estaba seguro que seguramente me vería como un niñato haciendo berrinche, con los puños cerrados y pataleando el sueño. Pero no me importo.

Sólo se podía escuchar las carcajadas de los dos idiotas.

-¡Mi bebesito hermano!- gritó desde el suelo, estaba seguro que por lo menos ya se había orinado en los pantalones. Por lo menos, el invitado desconocido se había dedicado a poner su mano a su boca para no estallar tan grotescamente en carcajadas.

Hugo se levantó del suelo, tomando su convulsionado estómago, dejó una bolsa roja en la cama y se marchó echándose a reír de nuevo; sin pudor. La bolsa tenía ropa, ropa casual para el chico desconocido.

-¿Y bien?-sonrió de lado, tenía unos alineados dientes blancos.

-Y bien... ¿qué?-repetí irónico, algo molesto por lo que había sucedido segundos anteriores.

-¿No piensas salirte?- me miró con un ligero tono burlón en su voz- Me voy a cambiar.

- No seas niña- dije con gracia azotando mis manos.- Somos ambos hombres, ¿qué me vas a ocultar?

-Mi anaconda.

El calor subió a mi cara, maldito depravado sexual. Me di la media vuelta, sin la acción a dejarlo solo.

.- ¿Puedo llamarte, tomate?- le pregunté viendo los detalles de la puerta, tenía unos detalles al estilo barroco, y seguramente era de madera muy fina que hacía resaltar su tonalidad. Que hermosa puerta.

-¿AH?-gritó.- ¿Cómo por qué?

- Por tus ojos...-

-¿Mis ojos?- preguntó con un tono de confusión- ¿Qué color son?

- Carmesí- la puerta más hermosa del mundo, sin dudarlo.

Se escuchó como caminaba, probablemente al espejo del baño. Voltee la mirada, quedando atónito al ver como el chico se toqueteaba su cara con asombro, mirando cada rasgo de él impresionado. Como si fuera arte.

¿Acaso no recordaba ni su propio reflejo?

-Tienes unos maravillosos ojos color carmín...- susurré casi en su oído, tenía un olor a vainilla increíble.

- Tu también- afirmó desviando su mirada a mí. Su iris tenía diferentes tonalidades de rojo, estaba seguro.

- Los míos son horrendos- Bajé la mirada apartándome del espejo, sin ánimos de verme.

-Al.

-¿Al?

-Llámame Al.- Y a pesar de que fuera toscamente seco, o serio. Tenía algo especial.

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*Heterocromia: Síndrome en que los ojos son de diferente color entre sí.

*Génesis de Alejandría: Es el Síndrome del iris, en el que se torna de un lila claro. Presentado generalmente en los albinos.

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Me enamoré de un demonio. (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora