Capítulo diez

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Los días fueron pasando y tanto Mark como Sara se volvieron más sociables e hicieron amigos, ya se sentían más seguros de sí mismos, su unión había hecho magia con ellos, sus vidas habían tenido un buen giro, tomando el circulo cromático de colores cada vez que podían iban de visita a la casa de la Sra Samanta pasaban un agradable día allí, durante ese lapso de tres meses tuvieron unas que otras discusiones por lo cerrado que era Mark pero se solucionaban pues como toda pareja ellos no serían la acepción y tenían discusiones ya Sara era muy bien aceptada en la casa de Mark, a veces iba a su casa y pasaban un día allí haciendo cualquier cosa, aunque casi siempre terminaban amándose apasionadamente entregándose así por completo sintiendo el más puro amor volviéndose uno solo, era muy poco tiempo pero ya hablaban de algún día casarse, formar una familia y estar juntos hasta morir a pesar de las discusiones que podrían tornarse. Elizabeth observaba a la pareja como estaban progresando juntos y no eran tan solitarios como lo eran antes y eso la alegraba, Elizabeth y Mark habían hablado ella lo había interrogado sobre el tema que el sabia, su tristeza interna, el accedió y le contó todo ella le regaló varios consejos para que los practicara día a día en su vida pero al verlo con ella sabía que no había consejo mejor que esa chica para él.

—Bueno ya llegamos a tu casa amor. Le dice Mark a Sara.

Luego sale Sandy e invita a Mark a cenar, tuvieron una cena muy encantado estuvieron hablando de la universidad, sobre los sueños y el futuro, ya era momento de irse por que llegaría tarde a su casa y ya entraban las 8:30 pm Sara acompaña a Mark a la puerta y se quedan hablando un rato.

— ¿Qué tanto sabes de esta casa? Pregunta Mark.

—Ah que está hecha de madera, concreto ¿Por qué amor? Bromea Sara e interroga.

Mark se acordó que a Sara le da mucho miedo todo tipo de acto y cuento paranormal, pero lo cierto es que en esa casa antes vivía una familia muy unida y querida, pero un día el señor mató a su esposa y sus hijos y posteriormente se quitó la vida también, luego la casa quedó totalmente abandonada hasta que fuera habita de nuevo por la familia de Sara, pero se decía que cuando la casa estaba abandonada se podían ver luces prendidas lo cual era totalmente imposible porque la casa ya no contaba con electricidad ni faros en buen estado.

—Ah no, por nada cariño. Afirma Mark y le regala un beso de despedida.

Mark se aleja lentamente y desde lejos le lanza un beso invisible Sara ríe por sus locuras y le lanza uno también.

—Qué bueno que no todos los sueños se llevan a cabo, ya tres mese y no ha pasado nada. Piensa la Sra Samanta mientras prende una vela en agradecimientos a dios.

Luego se encamina a la cocina para prepararse algo de comer y una ráfaga de viento entra por la ventana erizándole la piel pero quiere no hacerle caso, cierra la ventana y sigue con su cena.

Ya cinco meses de unión, de lucha y entrega Mark y Sara celebraban su quinto mes de noviazgo entregándose lenta y apasionadamente después de haber tenido una cena muy romántica.

—Sabes, tuve un sueño. Dice Sara. —Tú y yo nos íbamos a casar y entre tanto ajetreo yo te estaba poniendo a escoger porque estaba muy dudosa en que flores, y tú me diste un beso y me dijiste que las que yo quisiera mi azuleja indecisa, no sé porque me dijiste así lo cierto es que de ahora en adelante te voy a decir azulejo.

—Oh me parece muy bien, yo te diré azuleja, mi linda y hermosa azuleja, somos una supernova inseparable y ahora dos pájaros libres y unidos para siempre. Afirma Mark.

—Te amo. Espeta Sara.

—Te amo mi amada. Añade Mark.

—Sabes, a veces quisiera que fuéramos a buscar a los hijos de la Sra Samanta para ver si podemos convencerlos para que la perdonen. Dice Mark.

No sé dañarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora