No sé dañar

Capítulo Veintiuno

Al día siguiente Sara y Mark deciden ir a la casa de la Sra Samanta como antes lo hacían.

Isabella, Victor y la Sra Samanta pasaron casi toda la noche hablando, tomando café, comiendo, contando todas sus aventuras juntos, sus empleos. La Sra Samanta por otra parte solo los miraba y de vez en cuando opinaba, estaba totalmente alegre, en shock. Su cuerpo parecía un 31 de diciembre cuando el cielo es completamente alumbrado por los fuegos artificiales anunciando el fin del año. Ellos dos regresaron al hotel donde se estaban hospedando, pero le aseguraron a su madre que volverían.

Por primera vez después de tanto tanto tiempo la Sra Samanta le dio la bendición a sus hijos.

Sara y Mark llegan a la puerta de la casa y la golpean anunciando su llegada. La Sra Samanta les abre.

—Hola Sra Samanta. ¿Se encuentra bien?. Pregunta Mark.

—Hola joven Mark. ¿Por qué España?. Ese día, sobre tu viaje. ¿Por qué España?. Pregunta la Sra Samanta.

Mark estaba totalmente confuso sobre la pregunta y el aspecto de ella, la notaba un poco triste pero a la vez feliz.

—Porqué allí iba a buscar un lugar especial al cual llevar a Sara cuando nos casemos ¿Por qué la pregunta Sra Samanta?. Responde Mark.

La Sra Samanta comienza a llorar y ellos intentan comprender lo que está pasando.

—Sra Samanta ¿Qué tiene? ¿Qué le pasa?. No llore por favor. Dice Sara.

—Lloro de felicidad muchachos, de felicidad. Dice la Sra Samanta sollozando.

—¿Felicidad? ¿Qué ha pasado?. Pregunta Mark.

—Mis hijos están aquí, bueno, no en estos momentos pero estuvieron aquí anoche y simplemente eso es demasiada emoción, todavía no sé cómo expresar lo que siento. Responde la Sra Samanta con lágrimas y entre sonrisas.

Ellos se miran uno del otro con asombro y felicidad.

—Nos alegra infinitamente escuchar esto Sra Samanta, usted más que nadie merecía esto. ¿Pero cómo ha sido todo? ¿Volverán?. Habla Mark.

—Sí, ellos dijeron que volverían hoy pequeño. Responde la Sra Samanta.

Entran a la casa y se sientan en la mesa mientras Mark se dirige a la cocina por café. Estuvieron conversando a cerca del tema. La Sra Samanta no paraba de darle las gracias a dios por la visita da sus hijos. Mientras que el hotel imperium se alistaba Mauricio para ir hacia la dirección que le habían dado ellos para encontrarse con sus madres, nervioso acomodaba la maleta con la poca ropa que trajo mientras veía en su celular que habían varios mensajes de su secretaria Lucia anunciándole que todo marchaba muy bien en la empresa y que posiblemente tengan otro nuevo cliente para este mismo año pero que no respondiera los mensajes, que no le pusiera tanta atención al celular sino que se centrara en su visita. Mauricio un día antes de irse le contó todo a Lucia y la dejó a cargo de la empresa ya que ella era la que más sabía cómo manejar la empresa. Son muy buenos amigos y confía completamente en ella. Lucia es casada, el esposo de ella es el mejor amigo de Mauricio siendo él, el padrino d boda.

De pronto se le vino a la mente ese chico el cual llegó a la puerta de su casa con una máscara para hablarle sobre sus padres. Pensó si lo vería, quería agradecerle, pero si ya no llevaba la máscara sería muy difícil saber quién es, además, Mark le había dicho que las buenas obras se guardan en el corazón, lo cual quería decir que sin máscara él jamás le diría quien es ya que nunca le dijo su nombre.

Por otra parte pensaba en la reacción de sus padres, que le diría al verlo. Eso le ponía los pelos de punta. También se le vino a la mente Sara y Mindi, la forma de la mirada de Mindi hacía ello inquietaba. Le gustaba.