No sé dañar

Capítulo dieciocho

—No sé que vaya a pasar el día de mañana pero hoy estoy aquí contigo y te digo que estaré contigo hasta la muerte, simplemente estoy completamente segura que solo tengo ojos para ti y que tu eres el amor de mi vida y sé que solo he tenido dos relaciones con esta pero hay algo en ti que me da la seguridad en todo esto. Dice Sara.

—Y yo deseo estar contigo hasta la muerte, cuando seamos viejitos poder decir que lo logramos, yo estoy completamente seguro que mientras luchemos por esto estaremos juntos para siempre. Espeta Mark.

—¿Cuándo sea viejita me seguirás amando así este fea?. Pregunta Sara.

—Primero, dudo mucho que seas fea y segundo jamás me apartare de ti, porque eres lo que quiero para mi vida y, señorita usted debe dormir porque debe tomar reposo recuerde que está embarazada y no debe trasnocharse. Responde Mark.

Mark se encontraba dormido mientras entre sueños recordaba algunos momentos junto a Sara, lo maravilloso que fue conocerla y que fuese parte de su vida. Cuando de momento despierta poco a poco y nota que su amada se encuentra a su lado completamente dormida tomando de su mano. Luego le acaricia el rostro cuidadosamente para no despertarla y ella hace un movimiento casi neutro y muy silencioso, no podía creer que han pasado por tanto y a final de cuenta siguen juntos sabía perfectamente que había encontrado a la mujer perfecta, esas que aparecen en los libros y que cada lector apasionado quiere tener por novia, en Sara él veía todo, a pesar de sus defectos él la amaba tal cual era, la aceptaba completamente. Todavía su rostro estaba vendado ya que no habían comenzado con la cirugía final para su total recuperación porque estaban esperando que se recuperara del impacto de la anestesia, los familiares ya estaban despreocupados por las noticias del doctor por otro lado habían aconsejado y convencido a la Sra Samanta de que fuese a descansar y volviera por la mañana ya que no había dormido nada ahora solo quedaban Patrick, Maribel, Sindi, Paolo y Mindi que ya había vuelto de su descanso, pero era tanta la emoción que reunió a todos los amigos y les conto la maravillosa notica pero les pidió que fueran por la mañana a visitarlo ya que Mark necesitaba descansar pero Paolo no aceptó eso y llegó poco después que Mindi para estar por lo menos cerca de su mejor amigo, ya tenían casi tres horas allí en la sala de espera y el doctor les recomendó descansar y les aseguró que Mark estaba muy bien y tenía la compañía de Sara que fue completamente imposible no dejarla en la habitación con él. Ya sus padres habían hablado con él ya habían visto a su hijo ya habían compartido con él así no pudiese hablar muy bien para ellos el simple hecho de saber que no estaba muerto y que estaba recuperándose era más que suficiente así que le tomaron la palabra al doctor y se fueron a casa a descansar.

—Lamento haberte hecho sufrir tanto, es que. Intenta decir Mark pero Sara lo detiene con una señal de silencio con sus labios.

—Sshh, calma caballero, sabes, los doctores me dijeron que apenas estés completamente recuperado del efecto de la anestesia van a proceder con tu última cirugía. Dice Sara entre susurros.

Sara abraza a Mark y se acuesta a su lado, así pasan toda la noche hasta quedarse dormidos.

—Te amo. Dice Mark.

—Te amo. Dice Sara.

A la mañana siguiente todos estaban impacientes esperando a que el doctor los dejara entrar a la habitación.

—Un momento, la profesora, ella aún no sabe lo de Mark ella debe estar aquí también, debe saber. Dice Luna.

—Es cierto. Opina Mauro.

—Voy por ella, pero no vayan a entrar sin nosotros. Dicta Paolo.

Los padres de Mark y de Sara llegan y notan que todos los amigos de Mark están en la sala con pancartas y globos, una torta, golosinas como si fuesen a hacer una fiesta, Maribel los mira a todos con felicidad y ellos la saludan y le dicen que hay pancartas que le dan la bienvenida a Mark y otras que le festejan el cumpleaños, cumpleaños que no pudieron celebrar y que querían darle una excelente sorpresa pero que aún no podían hacer nada porque el doctor aún no daba la orden de poder entrar y que además faltaba Elizabeth, Paolo y la Sra Samanta. Mientras esperaban estaban tomando café, les sirvieron una taza a cada uno, Maribel, Sandy, Patrick, Alan y el esposo de Sandy. Todos estaban ansiosos. Sus rostros cada segundo se avivaban más.