—Este restaurante es muy bonito amor, es majestuoso. Dice Sara.
—Sí, muy bonito princesa. Dice Mark.
Sara y Mark habían acordado ir al olimpo rest. Un restaurante con una estética muy especial, con acabados de la era de piedra. Donde la mitología griega cobraba vida. En la entrada la encantadora Atenea con pose de bienvenida y al otro costado Zeus simplemente en una pose común de frente al público. Era un lugar único, y Sara se volvía loca al solo entrar ya que la mitología griega a ella la volvía loca de entusiasmo.
—Parece irreal. Sigue Sara.—Me gusta pasar mucho tiempo a tu lado.
—A mí me gusta mucho más. Quiero hacerte propuesta. Dice Mark.
—¿Una propuesta?. Pregunta Sara.
—Esperar algo de tiempo estando juntos para realmente demostrar que no puedo dañar, a menos que tú me enseñes a dañar. Dice Mark.
—No hablemos de eso, aquí nadie dañará a nadie amor. Estamos seguros de eso ¿Verdad?.
—Sí, pero sabes que a veces tengo problemas en la mente y se me ha venido eso a la mente y decidí decírtelo como propuesta. Responde Mark.
—Bueno está bien amor. Acepto. Espeta Sara.
Sara se encontraba en su cama quien había sido testigo de tantos días de tristeza y tantos días de felicidad y que seguiría siendo testigo de mucha felicidad. Estaba recordando aquella propuesta poco usual que Mark le había propuesto y más hermoso aún para ella sería que ese día había llegado y que además su amado estaba vivo y solo para ella a parte de su familia claro está.
Ya había llegado el día para la cirugía de Mark. Todos estaban en la sala de espera. Amigos, familiares, la Sra Samanata, Elizabeth, Roger, Sara, todos. Ya había una hora desde que el doctor había anunciado que ya se llevaría a cabo la cirugía.
Sara estaba muy nerviosa. No dejaba de tomar café. Mindi trataba de calmarla al igual que su madre. La Sra Samanta se notaba un poco agotada pero estaba allí esperando noticias. El lugar se sentía muy tenso. Los nervios invadían lo que fuera de ellos, a pesar de que el doctor haya dicho que todo saldría bien. La cafetería no daba abasto para tanto café consumido por todos ellos, lo tomaban como si de agua se tratara.
-Estoy en un terminal con destino a Miami, vaya sorpresa- Mauricio pensaba y trataba de entender que hacía en ese terminal cuando sus padres según él, fueron muy duros.
—Bueno escuchemos un poco de música. Se dijo para sus adentros.—Bueno, nadie te está obligando, nadie te ha puesto un arma en la cabeza. Puedes irte a tu casa cuando quieras.
—Es cierto, nadie te está obligando Mauricio, tú quieres ir, y, debes ir. Culminó Mauricio.—Ahora ve y toma ese avión.
—Pero ¿Qué voy a decirles? Hola, Mamá. Hola, Papá. Mauricio no paraba de pensar.—No, muy normal. Que de tiempo. No que va así ni de coña empezaré, ¿Qué es eso de que de tiempos? Puff, me cago en la vida, si los pensamientos se notaran ya yo estaría en un manicomio por andar hablando conmigo mismo. Pero, ya tengo la solución. Seré yo mismo cuando este delante de ellos.
—Pero ¿Y si mis padres en realidad me odian y esas chicas y el chico enmascarado piensan que ellos pueden cambiar de parecer cuando me vean? ¿Y si no cambian y me tratan mal? No había pensado en eso. Pero, seguramente ellos no habrían viajado hasta aquí con mentiras. Ya Mauricio, si vas a ir y punto.
—Me cago en la puta, ya estoy en el avión, ya no puedo regresar. Si me bajo pensaran que soy un narcotraficante o algo parecido. Adiós España, por ahora.—Por lo menos la dirección que esas personas me dieron es la misma de siempre, vaya, nunca se mudaron de allí.
ESTÁS LEYENDO
No sé dañar
Teen Fiction-Ganadora de los premios Shadow Awards como mejor portada- -Ganadora de los primos GOD2018 como mejor trama- Mark un chico un tanto callado, desolado, siempre había soñado con un gran amor. Sara es el reflejo de Mark. Son casi parecidos, viven en un...