Capítulo veinticuatro

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Transcurrido un mes era el día de la boda de Sara, la boda más esperada por todos sus amigos y por Mark. Sara había comprado un vestido diferente. No era blanco. Este vestido era igual a todos con la diferencia de que era azul ya que se le había ocurrido la idea una vez mirar el cielo y recordar una y mil veces que a su prometido le encanta la astronomía y decidió ser un cielo al lado de su planeta perfecto que era Mark y obviamente no dejaría el broche de mariposa, ese era como su amuleto, su protección.

Mark por otro lado escogió un esmoquin blanco solo por la vitalidad que este proporciona, referencia a la luna y buena suerte. Ambos estaban totalmente nerviosos por el acto pero ya tenían todo planeado.

Mauricio y Mindi decidieron juntar sus vidas, ser una sola persona. Se dice que antes los humanos eran de cuatro piernas, cuatro brazos, dos rostros y una sola cabeza los cuales eran llamados andrógenos según Platón. Según la mitología griega ellos intentaron invadir el monte Olimpo lugar donde viven los dioses y Zeus no lo permitió y les lanzó un rayo a todos dividiéndolos y condenarlos así a buscar su otra mitad y es por ello que se le conoce lo de la media naranja o media mitad volviéndose así una sola persona.

Sara estaba en su cuarto junto a una señora que le estaba retocando el vestido cuando de momento entra la Sra Samanta.

—Hola pequeña, ¿Será que puedo hacerlo yo?. Saluda y pregunta la Sra Samanta con una voz muy tierna.

—Hola, claro que si puedes. Muchas gracias señora Teresa ya ella hará el resto, la espero en mi boda. Se despide Sara de la señora que le retocaba su vestido.

—El vestido está fantástico, el velo es precioso de un celeste perfecto, este color jamás lo había visto en una boda y no pensé que se pudiera casar alguien con un vestido así, siempre pensaba que era blanco, que debía ser blanco y veo que llevas el broche que te regalé, eso me da mucha felicidad. Dice la Sra Samanta.

—Sí, es muy precioso, pues algunas iglesias no aceptaban el vestido azul hasta que por fin encontré una que si lo aceptó y Mark no sabe nada, es una sorpresa ya que quiero ser su cielo más cercano, quiero que vea otra vez de mi, que soy su cielo su más preciado universo lleno de galaxias, lunas y planetas y claro, ¿Cómo no iba a llevar puesto su regalo? Por cierto jamás me dijo porqué me lo regaló. Dice y responde Sara.

—Estoy completamente segura que el ya ve el universo a través de ti cariño. Dice la Sra Samanta.

—Sí, y hoy le daré más motivos. Dice Sara sonriendo.

-La Sra Samanta se dispone a acomodar el vestido-

—Hace muchos años había una niña que le gustaban muchos las mariposas. Ella decía que su preferida era la monarca. Su madre no sabía nada de mariposas como ella y todos los días la niña le contaba algo sobre una especie nueva, nueva para ella ya que no las conocía. Siempre le brindaba información referente a las mariposas. La niña estaba enferma tenía leucemia avanzada, y le dijo a su madre que ella quería ser una mariposa y la madre le preguntó el porqué a lo que la niña le respondió que las mariposas eran libres de hacer lo que quisieran, volaban sin morir ya que ella decía que solo los muertos volaban al cielo. Ella quería ser libre. La señora estaba en una tienda de ropa y en una vitrina estaba el broche que tienes puesto en tu cabello, ella lo vio y de inmediato recordó a su hija y lo compró para ella, ella pensaba que su hija debía utilizar ese broche, lo llevó y se lo dio. La niña estaba totalmente encantada y no se lo quitaba por nada del mundo, a donde ella fuese lo llevaba puesto porque decía que de ese modo la mariposa volaba y era libre. Una tarde llaman a la señora del colegio y le dan una grave noticia, le dicen que su hija hermosa y preciada estaba muy grave en el hospital que se la acababan de llevar. La señora salió corriendo y al llegar al hospital con su esposo van a la habitación notan que su hija está muy pálida. Ellos soltaron a llorar y se acercaron a la pequeña. La pequeña les dijo que ella había visto por algunos foros de internet que las mariposas no podían estar encerradas porque pueden morir de tristeza ya que ellas deben estar libres por todo el planeta sin restricciones. También había leído que cuando alguien muere le colocan en su ataúd lo más hermoso o preciado que tenían en su vida. La niña les dijo que no fueran a colocar el broche en el ataúd, que la madre se encargara de regalarlo a alguien que lo mereciera y que le regalara la libertad que tanto merece, que fuese a pasar de persona en persona siendo libre todo el tiempo. La señora aceptó y ella no imaginaba como una niña de solo dieciséis años podía pasar por eso, por esa enfermedad. La niña le dijo que no lloraran que luego se iban a volver a ver, que ella los estaría esperando. Ya a la niña se le notaba mucha suavidad en su voz y esa misma tarde murió. Dice La señora Samanta.—Esa niña era mi hija y tú le estas dando libertad a esa mariposa sin saberlo.

No sé dañarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora