No sé dañar

Capítulo veintidós

Era una tarde muy prometedora, acogedora y llena de ilusiones en Miami. El clima era muy agradable a pesar del sol. La gente como siempre iban a sus trabajos, otras iban de compras y otras simplemente iban de paseo. A pesar de lo dura y fuerte que puede llegar a ser la vida todos y cada uno salen día a día para afrontar cara a cara las desgracias, los por menores y caídas de la de misma. Los niños gracia a su inocencia interminable no le prestan atención a esas cosas, su único objetivo es jugar, divertirse y pasarla bien con sus amigos. Las ilusiones plasmadas en cada persona son trasmitidas hacia otras, lo malo es cuando no las toman en serio pero hay quienes esto no es una tranca y deciden seguir intentando buscarle sentido a todo. Mark por una parte había perdido el interés por esa búsqueda, pensaba que la tierra era el mejor planeta de todo el universo, lo malo eran las personas. Para él por muy que se estuviese refiriendo a él mismo no le importaba. Sabía que la humanidad era la peor plaga no contada en la biblia. La tierra estaba muriendo por nosotros mismos.

Todo desde un comienzo gracias a sus desilusiones, gracias a su peores vistas del mundo, los acontecimientos, crueldades de los países, gobernantes, pedófilos y un sinfín de mentes atroces, lo han llevado a tener esos pensamientos. Él jamás imaginó que existiría una persona verdadera, una mujer. Hasta que apareció Sara claro está.

Mindi es una chica muy carismática, alegre y juguetona, pero el amor no le sienta muy bien. Ella es muy hermosa, sus ojos verdes claros, junto con cabello largo negro, su piel blanca y su cuerpo envidiable por todas las chicas de la universidad. Ella solo se arregla y se ve hermosa para ella misma, piensa que nadie merece su encanto, su belleza nada más que ella misma. Anteriormente ya le han jugado muy mal ya que solo la han buscado y conquistado por su cuerpo y es lo que la ha llevado a no creer en las personas más sin embargo sigue confiando en unas pocas a muerte. Luna y Sara son sus adoradas mejores amigas, no existe interés más por una que por otra, el amor de amiga es el mismo. A pesar de sus grandes tristezas ella sigue sonriendo y siendo ella misma siempre. Siempre está involucrada en las mejores bromas de la universidad y que se hacen entre ellos mismos.

Cuando vio a Mauricio por primera vez sintió en si un gran miedo y entusiasmo muy grande. En el principio fue una broma decirle a su amiga que ojalá lo volviera a ver y que estaba encantada con él hasta que pasó a una realidad. Durante el mes que habían regresado de España no podía dejar de pensar en él pero no se lo decía a Sara. Era como si ella fuese una computadora y el fondo de pantalla fuese el rostro de él. Trataba de mil maneras de sacarlo de su mente ya que pensaba que eso sería un imposible. Mantenía su mente ocupada todo el tiempo visitando a Mark en el hospital junto a Sara o saliendo con los amigos de la universidad para no pensar en él. Pero era un total fracaso, estaba allí completamente entre sus neuronas.

Sara se dio cuenta la quinta vez que ella le preguntara por el hijo de Elizabeth, viendo su gran interés notó que lo que había empezado como broma terminó como realidad.

—Mucho gusto mi nombre es Mindi. Dijo ella con voz decidida y firme.

—Bonito nombre señorita. Aclaró Mauricio.

Sara estaba asustada pensando en que ojalá a él no se le fuese a escapar nada sobre lo sucedido en España, no quería que Elizabeth supiese que fue por ellas dos que su hijo está en su casa pero a la vez estaba un poco tranquila porque ya lo habría dicho mucho antes y no lo ha hecho.

—Señor Mark, mi madre me ha hablado mucho de usted, lamento lo del incendio pero me alegra saber que está vivo ya que supe por todo lo que tuvo que pasar para poder estar aquí ahora y déjeme felicitarlo por su boda que también me lo han contado que seguramente ella es la chica que tiene a su lado. Dice Mauricio.

—Sí, ella es y si la verdad no fue fácil pero tampoco imposible porque aquí estoy. También me han hablado mucho de usted, para mi es una alegría muy grande que esté aquí ya que eso llena de felicidad a sus padres. Responde Mark.