Prólogo

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Sabía que su destino había sido sellado en los labios de un demonio, en la mirada azabache de un ser sin corazón.

-Dejame ir.

Le susurró al borde del llanto mientras aquel la sujetaba con fuerza. Ella se estremecio cuando percibió la respiración agitada de aquel ser sobre su cuello, fue la primera vez que el miedo se acentuó en la boca de su estomago, y quisó correr, alejarse cuanto antes del contacto ajeno.

-Pides imposibles... Y lo sabes.

Aquel por más que lo intentase no podía separarse de ella, no ahora. Ella y su mirada azulada le absorbieron, y ahora le pertenecían, aunque está se negase a ello.

"Son designios" gritó su fuero interno. Pero él sabia que aquello se había tornado en una insana obsesión, que arrasaría todo a su paso.

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