Temores
» — No lo olvides mi niña. — Con sumo cuidado la caricia de Atheleia, una de sus hermanas mayores se deslizó por sus cabellos. — Los hechiceros, demonios y alquimistas son nuestros peores enemigos.
Uranía frunció el entrecejó mientras jugueteaba con sus dedos con una mota de polvo color oro.
— ¿por qué Atheleia? Ellos no pueden siquiera rosarnos, estamos tan altos aquí.
Señalo la joven estrella aquella noche. En aquel entonces ingenua del peligro, no se imagino lo que sucedería dias despues cuando su hermana Aliter fuese arrastrada del cielo con violencia por una aura oscura.
Mayor fue su pánico e impotencia cuando Aliter tocasé la tierra, pues su corazón había pérdido su esencia como un astro. Aquella estrella fue capturada, y despedazada por la brutalidad de unos seres oscuros que ansiaban la llama, la luz perpetua sembrada en las estrellas. La prueba del poder de los dioses.
Sacaron su corazón de su cuerpo aún con vida y maldijeron al no encontrar ni seña de aquel poder. Ante los ojos de Uranìa y sus hermanas, quienes fueron obligadas a presenciarlo, como una lección y advertencia de la maldad que se paseaba en la tierra proveniente del inframundo. Esa fue la escena que permanecería por siglos presente en la mente de Uranía.«
*****
No era de extrañarse que la estrella retrocediera aterrada, pues los gritos de Aliter retornaron a su mente. Aquel hombre destilaba el aura oscura, que para un ser como ella era perceptible incluso en el aire, un aroma a nauseabundo, esa esencia a muerte que le heló la sangre.
Y es que desde que aquel entrase a la morada de los Veron, la rubia había percibido la pesadumbre y aura maligna invadir todo. Un mal presentimiento que se acrecento cuando vió a Jacob aterrado y acorralado. Fue por ello que con todo el terror en sus venas se arriesgo y fue tras Annet. No permitiría que lastimasen a la pequeña Veron quien la habia acobijado con tanta dulzura.
» — Creo que eres un regalo de mi mamá. ¿Sabes? ella se fue al cielo y como nos dejó a Jacob y a mi solos... ¡Te envió para cuidarnos!«
Recordar sus palabras le brindó fuerzas al principio. Aunque ahora que estaba sin escapatoria, sentía tanto miedo, que pensó que volvería a caer a un pozo muy profundo. Sobre todo cuando tuvó frente a frente al hombre de la oscuridad, quien no conforme con la cercanía le sostuvó del mentón y la obligó a enfrentar su mirada.
— ¿Quién eres? — Exigió con rudeza, sintiendo como la joven se estremecía con temor.
Ambos se perdieron en aquel instante. Una sumida en el pánico y otro consumido por la curiosidad, atraído por aquella aura tan poderosa que no podía ignorar. Y no, no era un sentimiento puro que le obligase a desear su cercanía, era más un deseo de posesión, como si aquella joven mujer debiese ser de su propiedad por derecho.
Estuvó a punto de acercarse más, poco le importaba que los Veron estuvieran allí observando, la intriga por saber quien era esa joven era mucho mayor. Sin embargo, algo o mejor dicho alguien se interpuso empujandolo y posandose en medio de ellos dos. Una figura esbelta y pequeña junto a un rostro enojado cubierto por pequeñas pecas lo sorprendio. Su fuero interno maldijo a la chiquilla de los Veron.
— ¡Dejela en paz hombre desagradable! — Castiel no pudo evitar sonreir, tenía agallas, la maldita mocosa tenía más agallas que el mayor de los Veron pensó. — Le advierto que lo pateare muy fuerte si la lastima.
— Vaya, vaya que carácter, bastante insolente para una mocosa que a penas puede defenderse — Expresó Castiel, logrando que Annet inflará sus mejillas irritada. Mientras Jacob aparecía cubriendole la boca con su mano.
— Perdonela señor Dross, ya sabe como son los niños. — El azabache le dedicó una mirada gélida a Jacob justo antes de volver a fijar su atención en la silenciosa mujer.
— ¿Quién eres? Te he hecho una pregunta... Responde o ¿acaso eres muda?
Uranía sintió un escalofrío ante lo demandante de aquel hombre.
— Uranía... Me llamo Uranía. — Murmuró la rubia tan suave que a penas podía entenderse. Aquella sujetaba a Annet con fuerza delante suyo.
— Uranía Veron señor. — Castiel se giró hacia un serio Jacob. — Es nuestra prima... Ha venido de visita.
Un silencio sepulcral se hizó presente. Castiel era un hombre astuto e intelectual díficil de engañar y menos con una treta tan absurda. Sin embargo; no quiso entrar en disputas, no ahora. Otros planes comenzaban a tomar formar y en ellos se incluía la sospechosa "prima" de los Veron.
— Interesante. — Jacob se encontrabá firme pero ansioso de saber que maquinaba el Dross. — Mi estimado Veron, lamento los inconvenientes. Y considero que nuestra pequeña charla debera continuar en otra ocasión.
Todos en aquella habitación le observaron perplejos incluso Felicity que escuchaba a las afueras del pasillo sin poder creer que Castiel Dross se fuese a retirar asi como así.
— Será un placer...
Jacob fue interrumpido por el Dross nuevamente.
— Pero a cambio de dejarlos en paz hoy. — Su mirada oscura y profunda se paseo por las facciones de Uranía. — Invitare a la señorita Uranía a pasar una agradable velada con mi persona.
— ¿Y si no quiere? — Fue la pequeña Annet quien para diversion de Castiel, interrumpiese de nuevo.
— Oh entonces... — En un rápido movimiento que dejo a todos estupefactos el Dross tomó a un desprevenido Jacob del brazo, acercandoló a su cuerpo para asi doblarselo dolorosamente en un grito proveniente del ojiverde, quien al ser sometido no pudó escapar cuando el Dross le colocase en el cuello una daga afilada presionando lijeramente. -Me veré obligado a actuar con cierta violencia.
Las feminas temblaron ante lo que pudiese ocurrirle a Jacob. Pero fue Uranía quien reacciono.
— Iré, le prometo que iré — Como un acto reflejo y sin temor alguno la rubia se acerco hasta ellos y posó su tibia y blanquecina mano sobre la del contrario, justo aquella que sostenia la daga. — Por favor, no le lastime.
Uranía pudó notar en un pequeño instante un brillo singular, justo antes de que Castiel liberará a Jacob de forma brusca, para sujetar su mano con cierta demanda.
— Por fin, una mujer sensata. — Aquel dejó un beso en el dorso de la mano y está se estremecio. — Querida Uranía, vendrán por ti pasado mañana. Espero que luzcas igual de "radiante" que hoy.
No supo porque pero aquel "radiante" la hizó temblar. Tragó grueso y justo cuando Castiel Dross abandonó la residencia de los Veron las piernas de Uranía cedieron a la gravedad y se desplomó al suelo con dureza, siendo abrazada por Annet.
— Cielos... ¿Qué demonios fue todo esto?
Soltó Jacob con frustración mientras Felicity se aparecia derrumbandose en una de las sillas.
— No lo se, pero estaremos en serios problemas si ese ogro de Castiel descubre de donde salió Uranía.
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Uranía
Fantasia»Dulce velo de ensueño se posó en nuestras miradas al ver a la hija de las estrellas... La dulce Uranía.« Cuentan las leyendas de un antiguo reino sumido en una mágica fantasía que cada 150 años, cuando las hojas ceden ante la llegada del otoño, los...