El hombre de las sombras
— ¿Sucede algo Veron? —Castiel permanecia comodamente sobre el sofa, había estado atento a los gestos del mayor de los Veron en cuanto se retirase su sirvienta. Sin duda, su instinto le gritaba que algo se traían aquellos dos, quizás y tenía razón con respecto a la ubicación de la estrella, despues de todo el único que pudiese saber que sucedio en aquel lugar era aquel ojiverde, todos los indicios le señalaban. — Espero no haber interrumpido.
El mayor de los Veron pareció incomodarse ante el comentario acción que a Castiel le causo satisfacción por lo imponente de su presencia. Él estaba conciente de su poder e influencia, del miedo que las familias de clase acomodada sentían con tan sólo verle, eso hacía más divertido su trabajo, porque en el fondo los detestaba a todos, no tanto como al monarca Roch, no, aquel cerdo se llevaba casi todo su odio y repudio.
Esbozó una sonrisa a medio lado, mientras peinaba sus desordenados cabellos hacía atrás esperando una respuesta. No quería admitirlo pero estaba un tanto agotado luego de la expedición, y de seguro enfurecería si no encontrase algo en aquella mansión.
—Veron, ¿acaso el gato le comio la lengua? —Soltó mordaz.
—Disculpe señor Dross. — Se notaba a leguas como aquel ojiverde intentaba evadirlo, Castiel era muy perspicaz en cuanto a darse cuento a los detalles, razón por la cual era el encargado de dirigir los interrogatorios y (de manera indirecta) las torturas en el castillo del rey Roch. — Es que me ha tomado de improvisto. Y aún no comprendo el objeto de esta visita... Ya he cancelado los impuestos al rey Faustus.
Una sonora carcajada escapo de sus labios, logrando un gesto incomprensible en el rostro de Jacob.
— Lo sé Veron, afortunadamente eres un buen contribuyente —La ironia brotaba de sus labios como veneno. —No obstante, dentro del reino de Roch no sólo la riqueza es esencial... Dime mi estimado Veron ¿tu lealtad sigue puesta en los hombros del monarca Roch?
El ojiverde parecía no comprender a aquella pregunta, sin embargo, no dudo en responder aunque fuera en contra de sus principios. Aquel debate interno fue vigilado de cerca bajo aquellos iris oscuros.
—Por supuesto. —Mantuvó su firmeza ante Dross, provocando un gesto divertido en el mismo. —Mi familia es leal al reino.
—Por supuesto, su estimada familia. —Jacob tragó grueso en cuanto se dió cuenta de la mueca lugúbre del hombre. —Es importante mantener segura a su pequeña hermana ¿no es así? Sería una lastima que por una tonteria algo le ocurriese.
El ojiverde enmudecio. Mientras el oscuro hombre se levantaba y sacudía sus prendas, rodeandoló poco a poco como un lobo a su presa. Quería arriconarlo y sabía donde golpear para que Jacob Veron cediera: Annet. Ese sin duda era su punto débil.
— Sabe joven Veron; me han comentado que usted y la encantadora Annet gustan de pasearse en los valles cercanos al reino ¿no es cierto?
Jacob asintió, sin poder soltar palabra.
— Digame, ¿No hay algún detalle que usted considere notificarnos? —Castiel posó su mano sobre el hombro izquierdo del Veron y lo presionandoló. — Cierta, cosa ha caído en ese lugar, la quiero de regreso. —Hizó un fuerte agarré, mientras con voz amenazante, orilló al ojiverde al pánico.—O no dudaré en degollar a la elfa y a su querida hermana delante suyo.
Jacob estaba boquiabierto, la simple mención de aquella posibilidad le heló la sangre, ¿cómo protegerlas a las tres? Ocultar a Uranía sería arriesgar a su hermana y a Felicity pero sería cruel y egoista sacrificarla, si tan sólo pudieran huir de allí pero era un deseo imposible en aquellos momentos. Estuvó a punto de hablar cuando Annet salió de la nada corriendo hacía él, y tras de ella, Uranía se mostró con gesto alarmado.
Annet en una mirada silenciosa le gritaba a Jacob que no hablase.
Aquel instante fue visto en camara lenta por el azabache, que espectante ante la repentina aparición de la niña, a penas se percató de la mujer. Y cuando lo hizó sintió una extraña aura irradiar de aquella, cuyos ojos tan azules como el cielo lograron capturar los suyos.
Azul contra negro.
Luz contra oscuridad.
Era la primera vez que Castiel le invadía una sensación tan extraña. Como si aquella joven no fuese una simple humana, como si ella perteneciese a algo más, algo que él debía poseer. Con gesto estoíco no reparó en acercarse hasta la rubia.
Por su parte, Uranía sintió pavor en cuanto su mirada se topase con aquel par de pozos oscuros que el hombre ante ella tenía por ojos, entonces retrocedió.
Enseguida la joven estrella descifró a aquella estampa oscura y perversa como la peor amenaza sobre la tierra... El temor más grande de ella y sus hermanas, un hechicero oscuro.

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Uranía
Fantasy»Dulce velo de ensueño se posó en nuestras miradas al ver a la hija de las estrellas... La dulce Uranía.« Cuentan las leyendas de un antiguo reino sumido en una mágica fantasía que cada 150 años, cuando las hojas ceden ante la llegada del otoño, los...