La luz de los dioses
Su alma emergio de las sombras, de un mundo hecho de fuego y cenizas.
El cazador dueño de las noches sin luna, aquel que desea devorar con ambrosía la dulzura de la estrella.
Él es el hijo de las tinieblas.
******
Había permanecido toda la mañana recluido en aquellas cuatro paredes de color oliva. La brisa lijeramente helada que se colaba a través del ventanal desordenaba aquellos cabellos negros que entraban en contraste con su piel blanquecina y mirada sumida en tantos pensamientos y tan distorsionados que eran imposibles de descifrar.
El hombre de estampa serena sujetaba en su mano izquierda una copa de vino tinto mientras observaba con detenimiento un viejo libro de páginas amarillentas y desgastadas por el paso del tiempo, cuya cubierta de cuero rojizo lo hacía destacar entre los demás libros de su extensa y peculiar biblioteca.
Aquella habitación consumida por las tinieblas lo hacía sentirse plácido y relajado. Castiel Droos no era un hombre con gustos normales, él era sombrío y lúgubre como el interior de su retorcida mente. Con un pasado tan turbio como su descendencia, pues fue producto de un sacrilegio siendo el hijo de un demonio y una humana con dones destacables en cuanto a la hechiceria todo a causa de aquel libro que descansaba en sus manos, el libro de Ashtar, aquel que fue escrito con la sangre de los condenados y guardaba en su interior los saberes sobre el mundo.
Entorno su mirada sobre cierta página deslizando sus dedos con sumo cuidado sobre las palabras que allí fueron plasmadas. Sus labios se mantenían en una línea recta mientras por quinta vez su mente repasaba el escrito.
«La luz de los dioses
Es importante recordar que los dioses al dar vida siempre dejan su esencia en su creación. La luz de los dioses, su esencia, alberga en el interior de sus creaciones, ya sea su mente o su corazón.
Para llegar a la supremacía del poder la luz de los dioses es un recurso vital que requiere paciencia, pues es demasiado tardió, solamente aquel cuyo poder demoniaco y gran conocimiento alcancen su mayor auge podrá ser capaz de capturar y ejecutar a un astro celestial.»
-Y vaya que tardó.
Susurró. En sus labios una sonrisa macabra se marco. Fueron diez años, diez intentos fallidos de lograr obtenerla en sus manos. Castiel era fuerte y hábil pero su inexperencia lo llevó a varios fracasos y justo cuando al fín logró acertar e irrumpir en la fina capa que dividia al cielo de la tierra, pudó arrancar a aquella energía del cielo y hacerla chocar en la tierra, no obstante, todo se vino abajo.
De sólo recordar el como Faustus y sus idiotas hechiceros habían arruinado su anterior intento, el cómo destrozaron a la estrella sin cuidado buscando en el lugar menos indicado, su mente. Porque si de algo estaba seguro era que aquella fuente de poderosa energía habia sido albergada en la mente de aquella estrella con forma de mujer, pero cuando el idiota de Faustus ordenó su ejecución arrancandolé el corazón no hizo más que desvanecerla.
Maldijo por años a aquel cerdo, era por él que Castiel deseaba poder para hacerlo cenizas junto al corazón de Belial. Si tan sólo no hubiese estado tan agotado en aquel instante lo habría desollado vivo con placer. Pero agradecio no haberlo hecho, muy por el contrario se dedicó a esperar y abrirse paso en su camino para alcanzar el favoritismo del monarca Roch, aprovechando por supuesto, de asesinar uno a uno a aquellos entrometidos que habían acabado con su tarea.
Pero en esta oportunidad no tuvo espinas ni piedras en su camino, no, ahora era distinto, porque él se haría cargo de todo sin la intervención de Roch. Con los años su energía demoniaca se había acrecentado, por lo cual fue sencillo conjurar la especie de arpón que trajó consigo a su presa, sin gastar toda su energía vital. Lo único que no pudó contemplar fue el sítio donde aterrizó.
El que la familia Veron se viese involucrada en su camino le causaba cierta molestia. Él repudiaba a los hijos de los nobles, y Jacob Veron era uno de ellos, cobarde y pacifista hasta médula incluso la mocosa de su hermana parecía tener más agallas que aquel ojiverde.
Estaba seguro que ambos le ocultaban estupidamente el paradero de la estrella, pues era bien sabido que la familia Veron no tenía más integrantes que aquellos dos y un pariente a cientos de kilometros, pero no era una mujer. Además el aura y su energía vital eran notables a distancia, el poder de los dioses brotaba de su piel nacarada. Castiel podía afirmar que la tal Uranía era lo que él deseaba, la luz que le daría la potestad de destronar a Faustus Roch y vengarse de una vez por todas.
-Todo tiene una solución... De eso estoy seguro. -Se levanto con gesto estoíco, sería estúpido actuar apresurado y más porque los Veron debían conocer de donde provino aquella mujer, y si no era así él haría lo posible por arrebatarsela sin levantar sospechas de una forma sutíl. - Pronto, muy pronto te haré pedazos.
Su voz ronca consumida por la malisia resonó en aquel espacio siendo interrumpida por un suave y tímido golpeteo.
- ¿Mi señor? -Reconoció enseguida la voz temblorosa de su joven sirvienta Dinora.
-¿Qué sucede? -Respondió seco.
-Su invitada, la prima de los Veron ha llegado mi señor. Le espera en el salón principal.
Anunció la joven sin más. Una especie de ansias invadió a Castiel quien pensaba seriamente el como proceder, su mente ya vislumbraba todo su magnifico plan. Siendo el primer paso alejar a Uranía de los Veron para comprobar su teoría. Detestaba los errores por ello debía descartar que aquella rubia de ojos celestes no fuera lo que él esperase y si eso era así, no le tomaría ni un instante borrar su inútil existencia.
En caso contrario procedería a retenerla hasta encontrar el momento propicio de obtener el poder en sus manos sin levantar la atención de Faustus. Su mente maquinaba cada posibilidad con suma fríaldad mientras caminaba hasta su destino.
Al llegar a la estancia lo primero que aprecio fue los ondulados cabellos que caían sueltos como cascada sobre los hombros descubiertos y blanquecinos de aquella figura femenina cuya belleza anti natural era eclipsada por su esencia pura y radiante, la energía emanaba de ella era como el agua de un manantial, manantial del cual deseaba beberlo todo.
Se acercó lo suficiente para no ser visto mientras estudiaba los rasgos femeninos de su invitada, siendo los nervios el principal protagonista que se paseaba en el rostro ajeno. Sonrio para sus adentros complacido, la rodeó posandose tras ella.
«Eso es... Ten miedo de tu destino»
-Señorita Veron. -Su voz ronca causo un sobre salto por parte de la joven para el gusto de Castiel y el susto de Uranía quién tragó grueso y dejó de jugar con el dobladillo de su vestido.
-Señor Dross. - Musitó con los nervios a flor de piel.
-Vaya, es un gusto contar con su radiante presencia. -El Dross con una caballerosidad desconcertante sujetó la mano de Uranía dejando un beso en la misma sin retirar su mirada oscura y penetrante de los azulejos iris que resplandecían con temor. - Espero que disfrute de mi compañia.
La joven rubia asintió cohibida por la atención de Castiel y su aura ennegrecida que se cernía sobre ella como una amenaza. Temió por ella, por caer en las garras de aquel depredador, porque de haber sabido que caer en sus fauces sin duda seria su más grande error y que esté le costaría caro.
![](https://img.wattpad.com/cover/141866042-288-k965910.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Uranía
Fantasy»Dulce velo de ensueño se posó en nuestras miradas al ver a la hija de las estrellas... La dulce Uranía.« Cuentan las leyendas de un antiguo reino sumido en una mágica fantasía que cada 150 años, cuando las hojas ceden ante la llegada del otoño, los...