Capítulo 24 - Día gris (Parte II)

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- Mi padre y yo discutíamos muchísimo en esa época. Nos queríamos mucho y siempre nos habíamos llevado muy bien pero ya sabes, 14 y 15 años, de los peores de una adolescente. Desgastaba toda mi rabia en mis padres, especialmente en mi padre que era el que más me regañaba y yo le decía que no me entendía. El quería que tuviera mejores notas, que dara siempre lo mejor de mi, quería que fuera doctora en un futuro. Pero yo no quería nada de eso, lo único que quería era salir con mis amigas, escabullirme con mi novio e irme de fiesta siempre que hubiera ocasión. Ese día, hoy mismo hace tres años tuvimos una bronca increíble por la mañana. Seguro que empezó por cualquier estupidez de las que yo hacía, no lo sé, ni siquiera lo recuerdo. Terminé diciéndole que le odiaba y que ojalá no fuera mi padre. Por la tarde yo había quedado con mis amigas, así que salí de casa aunque mi padre me había castigado después de lo que le había dicho. El me descubrió y me alcanzó, empezamos a discutir en medio de la calle también. De repente, escuché un sonido, el sonido de un arma disparándose, y todo pasó a camára lenta. Mi padre desfalleció en mis brazos, alguien le había disparado desde atrás. Caímos los dos al suelo y yo lo vi sangrar. No dejaba de sangrar pero vivía. Estaba hablándome pero ni siquiera lo escuchaba. No escuchaba nada. Ni a la gente gritando, ni a él, solo veía sangre mientras yo estaba llorando y en shock. No podía entender lo que estaba pasando así que no fui capaz de mover un dedo, solo vi como sangraba hasta que murió, delante de mí. Yo sin ser capaz de hacer nada para evitarlo, sin ser capaz siquiera de decirle todo lo que le quería, que era mentira lo que le había dicho esa mañana.

El nudo que estaba en su garganta se hizo más grande hasta que volvió a romper a llorar. Mina la refugió en sus brazos y tuvo que reprimir ella también las lágrimas.

- Murió pensando que le odiaba Mina. Murió porque me siguió. Murió porque no fui ni siquiera capaz de taponar la herida. Nunca podré decirle que le quiero, que le echo de menos todos los días, que es el mejor padre que alguien pudo desear alguna vez y que voy a ser doctora. Que voy a ser la mejor doctora por él.

A penas podía hablar de lo mucho que estaba llorando y ni siquiera Mina había podido reprimirse. Eso era mucho peor de lo que ella alguna vez había pensado que sería. La separó de ella y la agarró de las mejillas para obligarla a mirarla a los ojos.

- No es tu culpa Nayeon. Tu padre no murió por tu culpa, ¿me escuchas? El desgraciado que lo mató lo hizo por un motivo. Si no lo hubiera hecho ese día hubiera sido cualquier otro.

Volvió a romper a llorar y a abrazar a la japonesa.

- Él sabía que lo querías Nayeon. Es tu padre. Él lo sabía.

Mina habló sin ser capaz tampoco de controlar sus lágrimas, no podía creer todo lo que había tenido que soportar la mayor. Ahora entendía perfectamente la admiración y adoración que le tenía todo el instituto, ¿quién hubiera podido seguir adelante con tanta determinación? Nayeon era muy fuerte. Siguió abrazándola hasta que la coreana fue capaz de volver a controlar su llanto y se separó, descubriendo así que Mina también había estado llorando.

- ¿Has llorado también?

- No.

- Ya claro, ven aquí. -La volvió a tirar hacia ella para abrazarla.

- Gracias por confiar en mí Nayeon.

- Ha sido la primera vez que he contado todo el relato en voz alta. Mis amigas y la gente del instituto lo saben, pero porque se extendió durante esa época. No era un secreto las discusiones mías y de mi padre.

- Eres muy fuerte. Ya entiendo la admiración que te tiene todo el mundo.

- ¿Significa eso que dejarás de llamarme prepotente, narcisista y egocéntrica?

IronyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora