Cosa Nostra |𝙻𝚂|

C. Trentuno

Louis dejó de hablar y miró a su alfa.

Todos los presentes habían hecho una reverencia hacia a ellos como si se tratara de la realeza.

Dylan le había explicado anteriormente que antes ellos eran una especie de nobleza, por lo que Louis supuso que ahora eran la "realeza" del negocio. Ni Dios tenía tanto poder como  los Mazzini en ese momento, el propio Papa había dado su bendición a Harry una semana antes de esta, habían viajado el último día que estarían en Italia al Vaticano.

Donde Louis se había quedado sin habla cuando el hombre vestido de blanco hizo una ligera reverencia entregándole una especie de medalla al rizado.

El omega sentía las miradas de los presentes sobre él. Estaba cansado, las ojeras en sus ojos mostraban las pocas horas de sueño que había tenido, Louis pedía a gritos internos llegar a la que ahora era su casa para tirarse sobre la cama de pluma de ganso color blanco, y esperaba que estuviera su edredón favorito, uno azul casi negro que cambiaba de color con el sol.

Harry lo había notado desde que el ojiazul se acurrucó en su pecho en el vuelo de camino de regreso, admirando los finos y delicados rasgos del omega, incluso las marcas de sus ojos que se habían marcado ya por el paso de los años y sonrió al simplemente verle respirar, porque el omega era hermoso, totalmente hermoso, usaba un Armani que ni siquiera había salido oficialmente a la venta aún y que Harry le había regalado por su cumpleaños. El rizado quitaba algunos cabellos de su frente cuando estos bajaban y dejaba cortos besos por su cara por simple necesidad de estar cerca de su omega.

Por fin habían vuelto a Estados Unidos, y aunque sonara raro. Louis sentía en ambiente diferente.

Como si hasta el aire le debiera un favor a Harry. Y como si fuera novedad, nevaba tranquilo, como si la nieve estuviera de visita sólo por unos días, y disfrutara de llenar las calles con su presencia, esta obligaba a la gente a salir con sus prendas más calientitas a tirarse sobre esta para formar ángeles, o construir abstracciones de muñecos de nueve.

El omega tomó de la mano a su alfa, entrelazando los dedos para darse más fuerza a él mismo que a Harry, Dylan bajó tras ellos con su tablet que jamás dejaba en ningún lado, y que Louis podría jurar que moriría con ella y lo enterrarían con ella.

La pareja parecía una especie de realeza, además que la clase con la que contaban ambos los hacía parecer una especie de esta. Pero más que nada por toda la gente que los rodeaba, guardaespaldas del rizado en su mayoría.

Harry usaba un traje totalmente negro, y el abrigo de Louis era de este color, así que aparte de todo, la pareja iba combinada.

Como si lo hubieran sabido.

Llegaron directamente a la casa, donde Marina daba vueltas por esta sin poder evitarlo, y se veía más pálida de lo normal, incluso olía diferente, entró Louis primero seguido de Dylan y al final por el rizado, con sus veinte guardas tras él, y el menor frunció el ceño mirando a la omega sin admitirlo algo preocupado.

-¿Marina? -Habló el menor acercándose, el ruido al fondo eran las personas metiendo las maletas de los recién llegado, la menor lo miró con los ojos ligeramente aguadados.

-Mi bebé ya va a nacer -Louis giró instintivamente hacia su alfa, y el mayor suspiró pasando saliva, Dylan fue el primero en reaccionar.

-Thomas, ¿Podrías preparar el auto? -El beta asintió saliendo de la casa rápidamente, y el omega subió las escaleras casi corriendo por una maleta que ya habían preparado hace unas semanas, Dylan se sentía mal, por que esperaba que el bebé no naciera aún, Harry y Louis estaban de la misma forma, el rizado iba a seguir a los omegas cuando salieron de la casa, pero una llamada del pelinegro lo detuvo, miró a su omega y se disculpó con la mirada, prometiéndole que los alcanzaría en el hospital, en cuanto entró Dylan al auto este comenzó a andar, con una camioneta siguiéndoles todo el tiempo.