Parte 2

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—¡Y una mierda! 

Escuché el exabrupto desde mi habitación. Había terminado de ordenar mi ropa y colocarla en su sitio, y me había quedado traspuesta sobre el edredón verde. La realidad es que llevaba levantada desde las seis de la mañana y el viaje en avión me había dejado exhausta. Me asomé indecisa al pasillo, sin saber si era adecuado que me presentara en el salón en mitad de lo que parecía una discusión bastante tensa.

 —Me vendrá bien el dinero —escuché afirmar a Lucía. 

Avancé unos cuantos pasos más para ver con quién hablaba, pero lo único que pude vislumbrar fue una figura masculina ataviada con un casco de moto que le ocultaba por completo el rostro. Llevaba una cazadora de piel negra con dos líneas rojas en una de las mangas y refuerzos en hombros y codos, y unos vaqueros que se ajustaban a su cuerpo como un guante. 

—Pues pide trabajo en el Burguer King —gruñó el desconocido—, pero no pienses ni por un momento que vas a servir copas en ese sitio.

 Debía ser Nico, el novio de Lucía. 

Típico machito dominante. 

Resoplé indignada. 

—Tú trabajas allí. 

—Yo soy un tío —afirmó él, como si eso lo explicara todo. 

No sabía a qué sitio se estaban refiriendo, pero si ella quería sacarse algo de dinero y su novio iba a estar trabajando a su lado, no veía cuál podía ser el problema. 

—No me vengas con eso, soy perfectamente capaz de quitarme a un par de borrachos de encima, y solo serán un par de días a la semana.

 —He dicho que no. 

La prepotencia que destilaba Nico me sacó de quicio, y aunque por regla general no me inmiscuía en peleas de enamorados, me fue imposible morderme la lengua. 

—¿Por qué no la dejas que tome sus propias decisiones?

 Había intentado que mi tono no dejara traslucir lo indignada que estaba, pero el desprecio tiñó mi voz. Nico se volvió hacia mí y pude escuchar cómo maldecía bajo el casco.

 —Nadie te ha preguntado tu opinión —replicó. 

Estaba segura de que su mirada me fulminaba en ese momento. 

—No veo el problema —insistí, y me crucé de brazos. 

—El puto problema es que se la comerán viva. 

—Becca me acompañará —sugirió Lucía, con una gran sonrisa en los labios. 

«Eso te pasa por hablar». 

—Me encantaría verlo —se mofó Nico. 

Se levantó la visera del casco y los ojos azules de Jota se burlaron de mí. Vale, los había confundido. «Mierda». 

—Lucas tiene dos puestos libres, estará encantado de contratar a Becca —apostilló Lucía.

Podía ver la satisfacción que le producía contradecir a Jota y, a pesar de que no entraba en mis planes buscar trabajo, tampoco yo estaba dispuesta a ceder ante aquel tipo. 

—Vale —acepté, desafiando a Jota con la mirada. Él respondió alzando una de las comisuras de la boca de forma casi imperceptible. 

—Está bien, pero luego no vengáis llorando. No pienso salvaros el culo ni apartaros lo moscones. 

Lucía le enseñó la lengua en un gesto tan infantil que me arrancó una carcajada. Se parecía tanto a su prima que daba miedo.

 Jota se volvió para marcharse. 

Antes de que me dejes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora