En brazos de un italiano

Parte 11

Estaba quedándose profundamente dormida de nuevo cuando alguien la zarandeó.

—Tómate esto.

—¿Qué es? —acertó a preguntar con los ojos medio cerrados.

—Aspirina. Si no te la tomas, mañana vas a tener una resaca espantosa —contestó Lay observándola mientras se tomaba las dos pastillas—. Ahora, te vamos a quitar el abrigo —añadió procediendo a hacerlo sin dar tiempo a que ______ protestara—. Los zapatos —añadió.

Mientras ______ se los quitaba, Lay se quedó mirándola.
Debería estar furioso porque, efectivamente, le había estropeado la noche, pero se encontró sonriendo.

—¡Yo no le veo la gracia! —le espetó ______ padeciendo un ataque de hipo.

—Desde luego, no había planeado pasar así la noche —dijo Lay sentándose en el borde de la cama.

—Yo, tampoco. Lo siento —contestó ______.

Lo cierto era que ella no le había pedido que la llevara a casa y, menos, que la metiera en la cama.
Cuanto más tiempo se quedara Lay, más humillación iba a sentir.

—Tu novia se ha enfadado mucho —comentó—. Me encuentro fatal. Preferiría que te fueras.

—¿No sería mejor que te pusieras el camisón? —insistió Lay poniéndose en pie y yendo hacia la cómoda.

Mientras rebuscaba, ______ volvió a quedarse dormida.
Lay se giró hacia ella y comprobó que el vestido se le había subido de manera provocativa, dejando al descubierto buena parte de sus muslos.
Al instante, sintió un fuerte deseo y, maldiciendo, se giró de nuevo hacia la cómoda y sacó una camiseta grande y vieja

Probablemente, al día siguiente a ______ le diera un ataque, pero le agradecería que no la hubiera permitido dormir con aquel vestido tan apretado.

Así que Lay se encontró bajándole la cremallera y deslizando la tela por sus hombros.
______ no protestó.

Parecía una muñeca de trapo.

Lay siguió deslizando la tela y, de repente, se dio cuenta de que ______ no llevaba sujetador.

Al instante, la punzada de deseo que había sentido hacia unos segundos se apoderó de él por completo.

Ante él dos pechos cremosos como la leche coronados por sendos pezones rosados lo miraban exultantes.

Lay no pudo evitar sofocarse y agradeció que solamente estuviera encendida la lámpara de la mesilla de noche porque, en caso de que _______ se despertara, no podría ver su turbación.

Claro que, como ______ se despertara, lo que se iba a llevar era una buena bofetada.

¿Y aquella era la hija de la amiga de su madre? ¿Aquélla era la mujer de gusto dudoso para la ropa, la mujer que lo había estado siguiendo aquellos días y que se había atrevido a llevarle la contraria?

Lay se apresuró a desvestirla, pero lo hizo con cuidado para no despertar a la tigresa.
A medida que lo hacía, sentía que su cuerpo se tensaba, pero se dijo que era porque estaba enfadado con la situación, porque estaba enfadado por tener que hacerse cargo de una cría que no sabía beber.

Intentando ignorar aquellos pechos maravillosos que el camisón iba cubriendo, consiguió ponérselo.

Misión cumplida.

Lay se apartó de la cama, miró por última vez a la bella durmiente y le escribió unas palabras, dejando la nota sobre la cómoda para que la viera nada más despertarse.

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😘 👋 hasta la próxima! !