Parte sin título 21

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—¡No me interesa escuchar nada de lo que tengas que decir! —exclamó ______.

—Me importa un bledo que te interese o no, pero me vas a escuchar porque no te va a quedar más remedio —contestó Lay echando la llave a la puerta y guardándosela en el bolsillo.

—¡No puedes hacer eso!

—Pues lo acabo de hacer —contestó Lay acercándose a la ventana y organizando su mente para elegir las palabras.

A continuación, se giró hacia ______ y se cruzó de brazos.

—Quiero que me digas por que te empeñas en mostrarme como a un ser despreciable.

—¡Eso no es verdad!

—¿Ah, no? Según tú, soy un adicto al trabajo que siente un desprecio patológico por el sexo opuesto. Utilizo a las mujeres y me deshago de ellas en cuanto tengo otra a la vista.

______ levantó el mentón y lo miró a los ojos.

—Yo digo lo que veo.

—¿En qué te basas para decir eso?

—En Jessica, por ejemplo. Un día, forma parte de tu vida y, de repente, al día siguiente ha desaparecido.

—¿Y?

—Y eso quiere decir que no eres una pareja de fiar —contestó ______.

—¿Y no te interesa lo que yo tenga que decir al respecto? —preguntó Lay de manera cortante.

______ se quedó observándolo como un ratón observa a un gato que se afila las uñas a poca distancia, preparándose para atacar.

—Por lo visto, crees que utilizo a las mujeres como si fueran juguetes.

—¿Y no es así?

—El hecho de que no tenga intención de casarme con ninguna de las mujeres con las que salgo no quiere decir que las utilice como juguetes —le explicó Lay con impaciencia—. Te aseguro que disfruto de mis relaciones y que las mujeres con las que salgo, también.

—No creo que sea muy divertido que una relación que tú crees que va hacia algún sitio no vaya a ninguna parte.

—Me parece que estás metiendo de nuevo tu opinión personal sobre el tema —apuntó Lay—. Es obvio que a ti te parece que una relación no tiene sentido si su objetivo no es el matrimonio y asumes que todas las mujeres piensan como tú. Lo creas o no, hay muchas mujeres que lo único que buscan es pasárselo bien, igual que yo. Tanto ellas como yo queremos pasárnoslo bien y ambos sabemos que la diversión es temporal. No me vengas ahora diciendo que te has tomado a todos los chicos con los que has salido como a maridos potenciales.

—¡Por supuesto que no!

Lo cierto era que ______ no había tenido muchos novios y que jamás había salido con un hombre única y exclusivamente por la diversión física.

—No te creo.

—Me importa un pimiento que me creas o no —se defendió ______ con vehemencia.

Lay enarcó las cejas con arrogancia y a ______ le entraron ganas de abofetearlo, porque lo cierto era que sí que le importaba y él lo sabía.

—¿Ah, no? —dijo Lay acercándose a ella lentamente—. Si de verdad muestras tanta indiferencia hacia mí, ¿cómo es que cada vez que me acerco a ti te comportas como un conejo atrapado?

Estaba frente a ella, disfrutando del delicado sonrojo que se había apoderado de sus mejillas.
El deseo los envolvía y, por las pupilas dilatadas de ______, comprendió que a ella le estaba sucediendo lo mismo.

En brazos de un italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora