FINAL...

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________ se quedó mirando por la ventana de la oficina.
Detrás de ella, en la pared estaba enmarcado su exitoso artículo «Zhang Yixing, el hombre real», testimonio de su primer éxito periodístico.
Cada mañana, cuando entraba en la oficina, allí lo tenía, sonriéndola.
Mientras trabajaba, lo sentía a su espalda, dándole ánimos.
Lay estaba de viaje en Estados Unidos, pero volvía aquella tarde y, probablemente, saldrían a cenar e inevitablemente terminarían disfrutando gloriosamente de sus cuerpos en aquella cama que ya conocía tan bien.
________ llevaba semanas comportándose como había decidido en aquella cena en Cornualles, disfrutando del momento y no haciendo planes de futuro, sin hablar jamás de su relación.
Se había acostumbrado y se repetía una y otra vez que, así, cuando todo terminara estaría más preparada mentalmente, pero lo cierto era que se había ido enamorando de Lay cada vez más.
Por supuesto, lo mantenía en secreto porque, aunque había pocas situaciones con las que Lay no pudiera, suponía que una mujer declarándole su amor era lo peor que le podía suceder.
Y ________ no quería perderlo.
Todavía no, por favor.
Se dijo que se daría cuenta de cuando Lay empezara a cansarse de ella y entonces desaparecería.
Por otra parte, a lo mejor, no tendría que esperar a que eso sucediera, tal vez debería romper la relación cuanto antes por su bien y por el de sus madres, que cada vez se hacían más ilusiones y ya estaban pensando en vestidos de boda.
Sin embargo, nunca le parecía que fuera el momento apropiado para terminar. Hoy, sin embargo, se lo tendría que decir.
________ se quedó mirando el bolso en el que estaba la prueba del fin de su sueño.
Había tenido el periodo hacía cinco semanas y, haciendo memoria, reconoció que, aunque siempre habían tomado precauciones, la primera vez no habían utilizado ningún método anticonceptivo.
No había querido preocuparse, diciéndose que probablemente era un efecto secundario de haber comenzado a tomar la píldora, pero, cuando hacía un par de horas, el test de embarazo que había comprado en la farmacia había dado positivo su mundo había cambiado por completo.
________ esperó hasta que fue la última en la empresa y, luego, se fue a casa.
Había quedado con Lay a las diez.
Normalmente, habría ido a su casa, de la que tenía llave hacía tiempo, habría comido algo y lo hubiera esperado con excitación, pero hoy no era una situación normal.
El día anterior, se había hecho el test de embarazo al volver del trabajo.
Al ver el resultado, se había preguntado qué demonios le iba a contar a Lay porque, por supuesto, se lo tenía que contar.
Lay tenía derecho a saber que iba a ser padre.
A las nueve y cuarto, se subió a un taxi y se dirigió a su casa, entró y lo esperó en el salón.
Realmente temía el momento de contárselo y, cuando oyó su llave en la cerradura, sintió que le sudaban las manos.
Oyó sus pisadas en el pasillo y lo vio aparecer en la puerta.
Lay se acercó a ella, que estaba sentada en una butaca junto al fuego, y sonrió.
-Te he traído una cosa -le dijo entregándole un estuche azul marino.
________ sabía de antemano que se trataba de un cerdito de porcelana ya que un día, entre risas, le había contado que los coleccionaba, y Lay le había prometido que allí donde fuera siempre le compraría uno, y siempre lo hacía.
-Gracias -contestó ________ abriendo y cerrando el estuche y dejándolo sobre la mesa.
-¿Qué pasa?
-Te tengo que decir una cosa.
-Por cómo lo dices, no se si ponerme primero una copa -dijo Lay con curiosidad.
-No, no creo ni que con unas cuantas tuvieras suficiente. Por favor, siéntate.
Lay así lo hizo.
-Lo primero que quiero es que tengas muy claro que no me voy a casar contigo -comenzó ________-. Me lo he pasado muy bien, Lay...
-¿Por que hablas en pasado?
-Por favor, no me interrumpas -contestó ________ apartando la mirada-. Los dos sabíamos desde el principio... que esto no iba durar para siempre. Lo único que es para siempre es casarse y yo no me quiero casar contigo -mintió ________.
-No entiendo qué ha ocurrido.
-No ha ocurrido nada. Simplemente, esto tenía que suceder tarde o temprano. -Cuando hablamos ayer, estabas bien, deseando verme... -comentó Lay poniéndose en pie-. Es obvio que ha ocurrido algo y quiero que me lo cuentes inmediatamente -añadió paseándose por el salón-. ¿Acaso alguien te ha contado algo desagradable sobre mí? ¿Nuestras madres? No, eso no tiene sentido. Ellas están encantadas de que salgamos juntos. ¿Qué ha ocurrido?
-Lay...
-¿Has conocido a otro? -exclamó-. ¿Es eso? ¿Estás con otro? -insistió apesadumbrado.
-¡Claro que no!
-¿Entonces? ¿Qué demonios pasa?
-Lay, estoy embarazada -anunció ________.
A continuación, aguantó el aliento esperando la declaración de la bomba que acababa de lanzar.
No sucedió nada.
Lay se limitó a sentarse en el sofá.
-Estás embarazada -dijo al cabo de unos segundos.
-Ya sé que es toda una sorpresa. Yo... me he enterado ayer... haciendo memoria... creo que fue la primera vez... ¿quién iba a saber que sólo por una vez... ? -comentó ________ nerviosa-. Te aseguro que yo no quería que esto sucediera. Por favor, créeme. Por eso te he dicho que no me quiero casar contigo.
-No tienes opción.
-¿Cómo?
-Ningún hijo mío va a ir por el mundo siendo ilegítimo. Quieras o no, te tienes que casar conmigo.
-No digas tonterías.
A ________ se le había pasado por la cabeza que, tal vez, tal y como estaba haciendo ahora, Lay le dijera que se tenían que casar, pero había decidido que no podía aceptar porque casarse con una persona por haberse quedado embarazada era condenar al matrimonio al fracaso.
-No, Lay, no me voy a casar contigo -insistió ________ tomando aire-. Un matrimonio en el que no hay amor no es un matrimonio de verdad y un niño que crece en un hogar en el que sus padres no se quieren es un niño infeliz. Es mejor que lo dejemos siendo amigos. Por supuesto, tendrás acceso al niño siempre que quieras.
-Imposible.
-¡No me digas lo que tengo que hacer! -explotó ________-. ¡No me puedes obligar a que me case contigo!
-Lo puedo intentar -le aseguró Lay mirándola a los ojos-. Ya te he dicho que mi hijo va a llevar mi apellido.
-¿Y el amor? -gritó ________.
-¿No se te ha ocurrido que, si no te casas conmigo, podría pleitear en los tribunales por la custodia?
A ________ no se le había ocurrido y, ahora que lo comentaba, la posibilidad le parecía espantosa.
-Podría hacerlo, pero jamás lo haría -le aseguró Lay levantándose y sentándose a su lado-. No todos los matrimonios empiezan con fuegos artificiales.
-Ya lo sé, pero, por lo menos, deberían empezar con... con... Lay, tú nunca te has querido casar y yo no podría vivir con la responsabilidad de pensar que te he obligado a hacerlo cuando tú querías ser libre.
-¿Qué te hace pensar que soy yo el que quiere ser libre?
________ sintió que el corazón le daba un vuelco, pero se dijo que no debía hacerse ilusiones.
-Lo sé.
-A lo mejor, eres tú la que se termina aburriendo.
-A lo mejor.
-Entonces, no podrías huir de mí -sonrió Lay.
¿Huir de él? Aquello era lo último que a ________ se le ocurría que quisiera hacer en la vida.
-¿Y tú? Si fueras tú el que se aburriera, ¿qué harías? ¿Doble rasero? ¿Tú sí podrías tener aventuras, y yo no?
-No, claro que no. Las normas serían las mismas para los dos -le aseguró Lay.
________ lo miró estupefacta.
-Pero... -exclamó confusa-. ¿Y qué ocurrirá cuando te canses de mí? No eres un hombre de cosas permanentes, me lo has dicho muchas veces.
-No recuerdo haber dicho eso nunca.
-Bueno, puede que no lo hayas dicho con palabras, pero siempre ha estado implícito en tu manera de hablar.
-Te aseguro que jamás me iré con otra mujer, te doy mi palabra y tienes que creerme.
-¿Me estás diciendo que serías capaz de sacrificar tu libertad por ser padre?
-Un niño necesita estabilidad emocional, y en cualquier caso...
-¿Sí? -dijo ________ con el corazón de nuevo acelerado.
-Y, en cualquier caso, la diversión puede llevar a cosas más profundas.
-¿Qué significa eso? Deja de dar rodeos. -________, nos lo hemos pasado muy bien juntos. Sexualmente, desde luego, somos compatibles...
-¡Lo que está muy bien si quieres una relación única y exclusivamente sexual!
-Por favor, no me interrumpas -le pidió Lay-. Además de en la cama, nos llevamos bien fuera de ella. No lo puedes negar. ¿No crees que podríamos casarnos? Yo creo que muchos matrimonios empiezan con mucho menos de lo que tenemos nosotros.
________ negó con la cabeza.
-¡Estoy intentando que lo entiendas, pero, si no lo entiendes, me da igual! -estalló Lay-. ¡Nos vamos a casar de todas maneras!
-No -contestó ________-. Entiendo lo que estás diciendo. Entiendo que es importante para ti que nuestro hijo nos tenga a los dos y entiendo que quieras comprometerte por él... Por eso, se me ha ocurrido un acuerdo que podría ser beneficioso para todos.
Lay no dijo nada.
-Es cierto que nos llevamos bien y eso es muy importante, así que te propongo que vivamos juntos. Así, estaríamos los dos naciera el niño, pero el compromiso no sería tan fuerte. Si en algún momento uno de los dos quisiera echarse atrás, deshacer la unión sería mucho más fácil, no habría tanto papeleo. Incluso estoy dispuesta a hacer un contrato privado renunciando a cualquier tipo de compensación monetaria por tu parte...
-¿Todo esto es porque de verdad crees que un matrimonio sin amor no merece la pena?
-Los dos seríamos infelices. Estoy intentando darte una opción mucho más razonable.
-¿Y si uno de los dos sí estuviera enamorado? -aventuró Lay levantando la cabeza.
-¿Qué quieres decir?
-Quiero decir que quiero un compromiso serio contigo.
________ sintió que palidecía.
¿Le estaba diciendo que la quería?
-No hace falta que mientas, Lay -musitó.
-A estas alturas, deberías saber que yo nunca miento -contestó Lay acercándose a ella de nuevo-. No sé cuándo sucedió... me sentí atraído por ti desde el principio porque eres diferente a las demás mujeres -añadió tomándola de la mano-. Reconozco que al principio lo único que quería era acostarme contigo, pero me encontré disfrutando de nuestras conversaciones y dejando que me influenciaras. Por ti hice el contrato que hice con Bob, ¿sabes? Hiciste que reflexionara y que viera las cosas de otra manera. No paraba de decirme que seguía siendo un hombre libre, pero lo cierto era que no dejaba de pensar en ti noche y día. Cuando fuimos a Cornualles... bueno, aquella primera vez que hicimos el amor, cuando mi madre llamó a la puerta... reconozco que abrí adrede porque sabía perfectamente lo que mi madre iba pensar y quería que lo pensara. No le quise dar demasiadas vueltas en aquel momento, pero lo cierto era que no quería que lo nuestro terminara. Al contrario, quería que todo el mundo lo supiera. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que me estaba sucediendo.
________ aguantó la respiración.
-Te deseo, te necesito y estoy enamorado de ti.
-Estás enamorado de mí -repitió ________ alucinada.
-Por eso no quiero casarme contigo porque estés embarazada, sino porque... -dijo Lay sacándose del bolsillo de la chaqueta otro estuche-. Tenía pensado dártelo esta noche.
________ abrió el estuche con manos temblorosas y se encontró un anillo con tres diamantes, el anillo más bonito del mundo.

-¡Sí, sí, sí! -exclamó pasandole los brazos por el cuello

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-¡Sí, sí, sí! -exclamó pasandole los brazos por el cuello.
-¿Aceptas?
-Lay, te quiero. Llevo toda la vida queriéndote. Lo que pasa es que nunca se me había pasado por la imaginación que tú también me querrías algún día y lo que no quería era que te sintieras obligado a casarte conmigo -le explicó acariciándole la cara-. Me siento la mujer más feliz del mundo.
-Cariño -dijo Lay besándole la mano -, te aseguro que vas a seguir siéndolo durante toda la vida.💏

👪

Fin...

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Muchas gracias a todaaaas. ..!!!
😘

En brazos de un italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora