Parte 24

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  Lay se estaba comportando como un perfecto caballero, pero, aun así, ________ se preguntó por qué había accedido a quedarse unos días más.
Estar cerca de él la volvía loca, aunque era cierto que Lay no la estaba tocando tanto como antes, pero había sustituido las caricias por miradas, lo que resultaba igual de tortuosamente seductor.
Se sentaba frente a ella en la mesa después de haber pasado todo el día por ahí y se quedaba mirándola.
Por supuesto, hablaba con todo el mundo y era encantador con las demás, pero sus ojos estaban pendientes de ella todo el rato.
Y ahora ________ se veía teniendo que aguantar la rapsodia de su madre sobre él.
—Y cómo te mira, cariño...
Grace estaba tumbada en la cama mirando a su hija, que se estaba poniendo un poquito de maquillaje y convenciéndola para que se pusiera el conjunto nuevo que le había comprado aquella misma tarde.
Madre e hija se habían ido solas de compras durante un par de horas y ahora ________ comprendía perfectamente por qué había sido.
A su madre no le había hecho ninguna gracia ver cómo iba vestida la noche anterior, así que había decidido, a pesar de la negativa de ________, que había llegado el momento de comprarle algo bonito.
Así fue como ________ se vio ataviada con una preciosa falda de punto que marcaba su figura a juego con un top sin mangas también de punto.
—No me mira a mí, mamá —le dijo a su madre mirándola a través del espejo.
—Claro que sí y menudas miraditas te lanza.
—Eso es porque Lay es un hombre muy físico. Quiero decir, que le gusta mucho... bueno... —dijo ________ decidiendo que era mejor cambiar de tema—. Creía que no te gustaba este tipo de ropa —añadió—. Creía que preferías la ropa cómoda porque lo que importa es lo que hay dentro de una. Me siento como una imbécil —concluyó en tono acusatorio.
Lo cierto era que ________ se sentía como si la estuvieran exponiendo y lo que ella quería era pasar desapercibida.
—Estás preciosa —sonrió su madre—. Además, ese conjunto es práctico y abrigado, perfecto para el invierno, y a la vez también femenino. No creo que me equivoque si digo que a Lay le gustan las mujeres bien vestidas.
—¡Me importa un pepino lo que le guste a Lay!
—Eso es porque estás muy cómoda en su compañía —apuntó su madre con seguridad.
A ________ le entraron ganas de reírse a carcajadas ante aquella afirmación, pero no tuvo oportunidad de decir nada porque su madre se lanzó a una disertación sobre la importancia de sentirse cómoda con la pareja, de ser tal y como somos en realidad, de saber que se te acepta tal y como eres y cosas por el estilo.
________ empezó a preguntarse si era la única persona con dos dedos de frente en aquella casa de Cornualles.
—No se lo digas a nadie, pero Minji y yo nos hemos preguntado si algún día decidiréis casaros.
________ se quedó mirándola con la boca abierta.
—¿Habéis estado cotilleando de nosotros a nuestras espaldas?
—No me gusta la palabra cotillear —contestó Grace—. Por supuesto que hemos hablado de vosotros. Minji y yo somos muy amigas y os queremos mucho —añadió levantándose y acariciándole el pelo a su hija.
—Eso es maravilloso, mamá, pero Lay y yo no buscamos nada permanente. Lay no es un hombre de compromisos. Le gusta jugar y, para un hombre como Zhang Yixing, hay mucho terreno en el que jugar —concluyó mirando a su madre de manera inequívoca.
—Ya veremos —murmuró Grace.
—¡Claro que ya veremos! —exclamó ________ mientras su madre salía de la habitación.
Cuando bajó, no vio a Lay por ninguna parte, pero su madre y Minji estaban en la cocina y, al verla, se miraron con complicidad.

—Lo teníais todo preparado, ¿eh? Primero, ir de compras y ahora... sois transparentes como el agua.
—Sólo somos dos mujeres mayores pasándonoslo bien —contestó Minji con serenidad—. ¿No nos vais a dar ese gusto? Bueno, ahora, silencio. Lay te está esperando.
—¿Me está esperando? ¿Dónde?
—No es nada del otro mundo, pero se nos había ocurrido que os gustaría tener una cena romántica después de haber estado todo el día con nosotras.
—¿Una cena romántica?
—Sí, os hemos preparado una cena sencilla y os la va a servir Annie —dijo Maggie refiriéndose a la chica que se encargaba de mantener la casa limpia.
—Es maravilloso teneros a los dos aquí y nos apetecía mimaros un poco —dijo Minji.
Las demás asintieron y ________ se sintió atrapada en un mundo en el que no tenía ni voz y voto.
—Lay te está esperando en el salón —continuó Minji—. ¡Y que no se os ocurra ni aparecer por la cocina! Ya nos encargamos nosotras de todo.
Viéndose obligada a ir al salón, ________ se giró y salió de la cocina, diciéndose que aquellas cuatro mujeres no tenían intuición en absoluto porque, si la hubieran tenido mínimamente desarrollada, se habrían dado cuenta de que lo último que quería en el mundo era compartir una cena romántica con Zhang Yixing.
Efectivamente, Lay la estaba esperando en el salón.
—Ah, estás aquí. Parece ser que nos han preparado una sorpresa —la saludó mirándola de arriba abajo.
________ estaba maravillosa y lo mejor de todo era que no se daba cuenta del impacto que causaba en los hombres.
Lay sintió unas tremendas ganas de besarla, pero no se movió, se quedó donde estaba con la certeza de que sería ella la que iría a él.
—¿Tú lo sabías?
—Bueno, mi madre me lo ha dicho hace media hora. ¿Por qué no te sientas y te tomas algo? —le dijo sirviéndole una copa de vino.
________ la aceptó y esperó a que Lay volviera a sentarse.
Estaba increíblemente atractivo.
—A lo mejor te gusta. ________ lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿A lo mejor me gusta qué? —dijo sentándose en el sofá, que estaba lo suficientemente cerca de Lay como para no tener que hablar a gritos, pero lo suficientemente distanciado como para que no hubiera ningún tipo de contacto físico.
—A lo mejor te gusta la cena y te lo pasas bien —contestó Lay encogiéndose de hombros—. Las cuatro se lo han trabajado mucho y, aunque tengas que fingir, debes aparentar que te lo pasas en grande.
________ dio un buen trago de vino y suspiró.
—No soporto que me manipulen.
—Yo, tampoco —contestó Lay probando también el vino—. Sin embargo, me parecería de muy mal gusto por nuestra parte fastidiarles la ilusión, así que cuando estemos con ellas habrá que fingir. Luego, cuando estemos solos, si quieres, hablamos de trabajo.
—A ti todo esto no te molesta en absoluto, ¿verdad? —le espetó ________ enfadada—. No te importa que todo esto se nos esté yendo de las manos. ¿No te das cuenta de que se están haciendo ilusiones?
—¿Y qué? No le hacen ningún daño a nadie.
—Si tú lo dices.
Lay se puso en pie, caminó hacia ella y se sentó a su lado.
—En lugar de quejarte, ¿por qué no te relajas? No vas a conseguir nada angustiándote. Ellas se creen que salimos juntos, pero eso a nosotros no nos obliga a nada. No te preocupes, no nos van a obligar a casarnos.
—Menos mal —contestó ________ con frialdad—. Lo que pasa es que no estoy acostumbrada, como tú, a ignorar lo que otras personas sienten y a hacer lo que me da la gana.
Aquello hizo que Lay maldijera en voz baja.
—No pienso discutir. Sólo te pienso decir una cosa. Esta noche vamos a disfrutar de la cena que con tanto cariño nos han preparado esas cuatro mujeres, vamos a conversar como dos adultos civilizados y no vas a montarla por esos malditos principios a los que estás encadenada.
________ se quedó mirándolo alucinada.
En otras ocasiones, le había hablado claramente, pero ahora estaba siendo realmente sincero.
—¡Yo no estoy encadenada a mis principios! —se defendió.
—Lo único que te digo es que no vamos a discutir. Vamos a cenar, les vamos a dar las gracias a nuestras cocineras y nos vamos a ir mañana por la mañana pronto —dijo Lay yendo hacia la puerta.
________ lo siguió al comedor.
Una vez allí, vio que la mesa estaba puesta con todo el cariño y el amor del mundo en tonos rojos y dorados, con una maravillosa cristalería, una preciosa vajilla y una cubertería de plata.
Obviamente, sus madres y sus amigas se habían tomado todas las molestias del mundo para que los dos tortolitos estuvieran a gusto.
De repente, vio las cosas desde la perspectiva de Lay.
Lay no pretendía engañarlas sino seguirles el juego hasta que pudiera contarles la verdad, y ella, al contrario, había preferido ser todo lo sincera que podía y lo que había conseguido era que Lay se hiciera a la idea de que era una infantil y una rebelde.

Lo miró y se dio cuenta de que Lay estaba enfadado.
El hombre que la miraba desde el otro lado de la mesa era el mismo hombre con el que se había encontrado al comienzo de aquel trabajo.
Sentir que ya no iba a ver bromas y complicidad entre ellos hizo que ________ se sintiera vacía y fría de repente.
—Perdóname si te he estropeado tus vacaciones —murmuró sin mirarlo a los ojos.
—No pasa nada —contestó Lay sirviendo más vino—. Me tendría que haber dado cuenta de que quedarnos aquí era un error.
—Lo siento.
—¿Por qué te disculpas esta vez?
________ tomó aire y lo miró a los ojos.
La única luz que iluminaba la estancia provenía de cuatro velas, así que era prácticamente imposible ver la expresión de su rostro, pero el tono de su voz era inequívoco.
—Te he estado mandando mensajes contradictorios. No sé lo que pensarás de mí, pero...
—Déjalo, ________. Lo que yo piense de ti no es importante.
En aquellos momentos, a ________ se le antojó que no había nada más importante en el mundo que saber lo que Lay pensaba de ella.
—Claro que es importante. No quiero que pienses que no soy una profesional.  

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Buenas noches !! Bebés 😘

Esto sigue...ya viene el final😉

En brazos de un italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora