Durante el fin de semana, ______ consiguió adquirir cierta perspectiva sobre lo que había ocurrido.
Lo que Lay le había dicho la había tomado completamente por sorpresa, porque Lay era la última persona de la que hubiera esperado consideración, y aquella consideración viniendo precisamente de lay era todo un insulto.______ se dijo que debía aceptar su bienintencionado consejo e ignorar la persistente voz que repetía una y otra vez en su cabeza que la maravillosa Jessica jamás hubiera despertado aquel instinto paternal y protector en él.
Lay la seguía viendo como a aquella adolescente colada por él y, tras el primer impulso de incomodidad al tenerla cerca, ahora se posicionaba como el hermano mayor, consejero y protector.
Por supuesto, iba a demostrarle que ya no era una adolescente y que, en realidad, jamás había sido la adolescente patética e inútil por la que él la había tomado.
Así esperó su llegada el martes y así se presentó en la oficina aquel día, mucho más segura de sí misma después de tres días sin haberlo visto.
De repente, Patricia, su secretaria, entró corriendo en su despacho, donde ______ estaba pasando unas notas a limpio.
Por su estado de nervios, ______ comprendió que sucedía algo.
—¿Qué sucede?
—¡Es el señor Zhang!
—¿Qué ha pasado? —preguntó ______ preocupada.
—En realidad, no mucho —contestó la secretaria tomando aire varias veces para calmarse—. Me acaba de llamar para decirme que no va venir hoy a trabajar y que, probablemente, tampoco venga en lo que queda de semana —añadió sentándose.
______ la miró extrañada.
—Sí, yo también me he extrañado, pero parece ser que hay un virus por ahí y que el señor Zhang ha enfermado —le explicó Patricia—. Cuando ha llamado para decírmelo, no me lo podía creer. El señor Zhang jamás ha estado enfermo. Parece de...
—¿Hierro? —sonrió ______.
Patricia asintió.
—Por lo visto, es humano —comentó en voz alta—. ¡Por favor, no pongas eso en el artículo!
—No, claro que no. Seguramente, le parecería un insulto que lo tildara de humano —bromeó ______.
—En fin, me ha dicho que vayas a su casa —concluyó Patricia.
—¿Yo? ¿Para qué? —se extrañó ______.
Como si no lo supiera.
¿Acaso se creía que si la dejaba sola con sus empleados los iba a revolucionar o iba a organizar una megafiesta en la empresa?
—Yo tampoco lo entiendo —contestó Patricia—. Por lo visto, necesita unos documentos, pero se los podría llevar yo o se los podría mandar por mensajería. Sin embargo, ha insistido en que se los lleves tú.
—¿Cuándo quiere que vaya?
—Ya —contestó la secretaria dejando un montón de documentos sobre la mesa de ______ y mirándola con pena—. No parecía estar de muy buen humor —le advirtió.
«¿Y cuándo lo está?», se preguntó ______.
Seguía lloviendo y el cielo estaba gris, pero, por suerte, ______ tenía a su disposición a George, que la estaba esperando en la puerta del edificio.
Conversaron durante breves instantes y, a continuación, ______ se puso a mirar por la ventana mientras intentaba controlar la irritación que le producía que Lay la hubiera llamado a su presencia obligándola a cruzar toda la ciudad.
¿No se estaba excediendo un poco en sus labores de vigilancia? ¿Qué se le iba a ocurrir a continuación? ¿Quizás escribir informes sobre sus movimientos para cerciorarse de que se estaba comportando con pulcritud?
¡Pero si se suponía que era ella la que lo tenía que seguir a todas partes, por favor!
El tráfico era lento, ya que la lluvia había convertido las calles en un atasco permanente, y le costó más de una hora llegar a casa de Lay.
______ no había pensado en cómo lo iba a encontrar, pero, desde luego, no había esperado verlo sin afeitar.
Lay le abrió la puerta y ______ no pudo evitar quedarse mirándolo sorprendida, pero él se limitó a girarse y a perderse por el pasillo.
______ lo siguió y se encontró en una habitación muy elegante cuyos enormes ventanales permitían que la luz entrara a raudales.
Un enorme sofá que había en el centro de la estancia se había convertido en una improvisada cama y al lado había una preciosa mesa de madera baja sobre la que descansaban varios paquetes de pañuelos de papel, el ordenador portátil, el teléfono móvil y otros objetos de trabajo.—No te quedes ahí —comentó Lay irritado al ver que ______ se quedaba en la puerta.
______ se giró hacia él, que se había sentado en una butaca junto a la chimenea.
Solamente llevaba un batín, así que se le veían las piernas y parte del pecho.—¿No deberías vestirte adecuadamente si no te encuentras bien?
Lo cierto era que ______ tenía pensado increparlo por haberla hecho ir a su casa, por tratarla como si tuviera siete años en lugar de veintisiete, pero, ahora que lo veía semidesnudo, el cerebro se le había quedado en blanco.
Para empezar, no se atrevía a mirarlo fijamente por miedo a que sus ojos la delataran y Lay se diera cuenta de que lo miraba con deseo.
—¿Qué quieres? ¿Qué me ponga un traje? —contestó Lay con ironía—. No creo que sea lo más cómodo para estar en casa.
______ se atrevió por fin a entrar en el salón a pesar de que Lay, incluso enfermo, resultaba intimidatorio.
—Me refería a que, a lo mejor, te venía bien ponerte algo más calentito.
—Estoy que me muero de calor.
—Tendrás fiebre —comentó ______ sentándose con los documentos en el regazo.
—Probablemente.
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😢😨 está enfermito! 😷
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En brazos de un italiano
Roman d'amourEstaba a sus órdenes en la oficina... y también fuera de ella... El millonario Zhang Yixing acostumbraba a dominar a todos aquellos que estuvieran a su alrededor... hasta que apareció la testaruda _____ Levine, que iba a trabajar junto a él durante...