Parte sin título 5

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  Sintiéndose más segura hablando de negocios, ______ se relajó y escuchó.
A pesar de que conocía aquella faceta de la vida de Lay, resultaba interesante oír de sus propios labios cómo había sabido aprovechar los privilegios económicos de su familia, de los que no se avergonzaba en absoluto, para, a continuación, hacerse cargo de la empresa de su padre y expandirla.

—Ahora, ver, oír y callar —le indicó Lay cuando llegaron ante un elegante edificio al otro lado del río.

______ asintió molesta.

A continuación, vio en todo su esplendor a un hombre de negocios enérgico y dinámico que sabía llevar a su terreno una reunión, manejando cifras y datos, consultando con sus abogados.

______ se preguntó si todos los hombres de negocios como él serían así o era su estilo personal.

Comieron un sándwich en el coche, pues tenían otra reunión, y al final del día ______ se sentía como si le hubieran dado una paliza.

¿Cómo era posible que una persona pudiera llevar aquella vida? ¿Cómo era posible aguantar aquel ritmo día tras día?

Poco después de las seis, después de haber estado charlando con Patricia durante casi una hora y haber tenido tiempo para empezar el informe en un despacho que se había improvisado para ella, se pasó por el despacho de Lay.

—Creía que te habías ido ya —comentó él al verla.

—Sí, me voy ya, pero quería preguntarte si alguna vez te quedas sin energía, porque el día de hoy ha sido...

—Eso ya me lo has preguntado esta mañana —la interrumpió Lay—. Te sugiero que tomes notas de lo que digo y así no te repetirás.

______ se sintió como una niña pequeña a la que pillan en falta.

—Sí, bueno, es que una cosa es leerlo y otra experimentarlo en vivo y en directo.

—Ya te he dicho esta mañana que no pienso ir más despacio por ti.

—Y yo ya te he dicho que no lo esperaba —contestó ______ con frialdad.

Lay se quedó mirándola, echó los brazos hacia atrás y entrelazó los dedos en la nuca.

La verdad era que había esperado que tener a ______ todo el día a su lado fuera mucho peor, pero había hablado poco y había llegado incluso a olvidar su presencia.

Sin embargo, ahora lo estaba irritando porque presentía que quería descubrir algo acerca de él, algo más personal, y eso no estaba dispuesto a compartirlo con ninguna periodista, y menos con ella.

—Si no te importa, yo tengo que seguir trabajando —la despidió con educación —. A menos que te quieras quedar y me quieras ver trabajar.

—No, gracias —sonrió ______ de manera extraña—. ¿Mañana vengo a la misma hora?

—Haz lo que quieras, pero yo no voy a estar aquí —contestó Lay—. Tengo una reunión a las siete de la mañana en el aeropuerto con unos banqueros y me espera un día muy parecido al de hoy. A lo mejor, podrías aprovechar para que Patricia te enseñara la empresa por dentro.

—Me parece buena idea.

—Bien —comentó Lay volviendo a fijarse en los documentos que tenía sobre la mesa.

Sin embargo, ______ no se movió de al lado de la puerta.

—¿No te vas? Son casi las seis y media.

—¿No vas a ver a más clientes hoy? Supongo que creerás que soy una cotilla, pero tengo que hacerme una idea de cómo es la vida de una persona que nunca para de trabajar.

—¿Me estás diciendo que todavía no me has juzgado? Yo creía que me tenías por un adicto al trabajo que está obsesionado con ganar dinero —contestó Lay echándose hacia atrás en su butaca—. Siento desilusionarte, pero no, hoy ya no tengo más clientes a los que ver. ¿Quieres venirte a cenar conmigo y con mi novia y ver como el poderoso hombre de negocios disfruta de su tiempo libre? —añadió con ironía.

______ cerró la puerta incómoda, lo que hizo sonreír a Lay.

Pobre ______.

Si no la hubiera conocido de antes, si no hubiera sabido que era una niña rara, a lo mejor las cosas habrían sido diferentes.

A pesar de que había cambiado un poco, a Lay le resultaba imposible olvidar la idea que tenía de ella.

Lay se encogió de hombros y volvió a concentrarse en su trabajo y en menos de cinco minutos se había olvidado por completo de ______  

😘

En brazos de un italianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora