Pero fue el quien rompió el trato, en cada ocasión que tenía, la seguía para observarla. La chica se había ganado el cariño del clan.
Nadie más que el y su hermano sabían porque ella se encontraba ahí, trataba de convencerse de que había callado porque quería ser él quien tomara venganza, pero sabía que era algo más, eran quizá esos ojos, esos ojos tan bellos como tristes lo que le frenaba a poner a los demás en su contra.
Mientras la observaba jugar con las hijas de las criadas la chica se agachó para recoger unas flores. Sean no pudo evitar gruñir cuando aquel inocente movimiento dejó entrever el valle de aquellos generosos senos, se imaginó sentir su peso en las palmas de las manos, besarlos, mordisquearlos, toda su sangre viajó al sur de su cuerpo debido a aquellos pensamientos, cuando volvió a mirar a la cara de la chica, la descubrió mirándole furiosa. Demonios la chica lo había pillado, quizá fuera cosa del bulto en su kilt.
Lo mejor que pudo hacer fue marcharse de ahí, rumbo al claro, para tratar de refrescarse las ideas y ciertas partes de su anatomía, con lo que no contaba era que la chica lo seguiría.
Eire solo planeaba decirle unas cuantas verdades a aquel bruto y desvergonzado cabeza dura, pero no esperaba encontrarse con aquella sorpresa, lo primero que vio fue la ancha y fuerte espalda del hombre en la cual descendían lentamente las gotas que salpicaban de su melena, los músculos de flexionándose por algún tipo de esfuerzo, uno que no tardo en descubrir en cuanto cambió de angulo.
No pudo evitar dejar salir una exclamación de asombro cuando se dio cuenta que el highlander moví una de sus manos en un vaivén constante que dejaba poco a la imaginación.
Cuando Sean escucho la exclamación de sorpresa abrió los ojos de golpe, pero al verla ahí turbada, sonrojada no pudo hacer más que curvar la boca en una sonrisa que no hizo más que aumentar el sonrojo en la chica.
- Parece que estabas teniendo un bien espectáculo muchacha- sus ojos recorrieron el cuerpo de la persona que lo había llevado a tocarse unos momentos antes- puedes unirte a mi si lo deseas-
-tu...tu pedazo de...- Eire trataba de salir de aquel bochorno sin éxito- arrg vete a la mierda- fue lo único que pudo decir antes de salir corriendo al castillo acompañada de las carcajadas del highlander
Lo que ella no supo es que aquella era la primera vez en 2 años que el Laird volvía a sonreír, y tampoco vio la mirada extrañada y asustada del mismo respecto a sus sentimientos por ella.
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EIRE
FantasyDos almas gemelas separadas por el tiempo, unidas por un hechizo. ¿Será suficiente el amor para soportarlo todo?