Capítulo V

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  Thomas Green era un buen tipo. Pude saberlo desde la primera vez que lo vi junto a mi mejor amigo. Era tierno, sensible y un caballero. Realmente quería ir yo mismo hasta la casa de Archie y gritarles a sus papás lo orgullosos que deberían estar por su hijo homosexual. Pero la realidad era otra. Y Archie jamás me lo hubiera perdonado.

  Al bar no iba nadie que conociera a sus padres, por lo que pudo estar de lo más tranquilo abrazando y besando a Thomas. Lo mismo pasó en el club.

-Debería ser un pecado que chicos tan atractivos, sean gays –comentó Chloe, por suerte, nada cerca de ellos.

-¿Pecado? Mejor para los demás que son gays. Disfrutan tanto como tú disfrutas  mirando heterosexuales –dijo, mi tono tosco.

-Deja de hablarme así. Solía creer que eras un caballero –dijo, mientras enredaba uno de sus dedos en su cabello.

-Soy un caballero. No dije nada irrespetuoso.

  En el club tuve la oportunidad de hablar a solas con Thomas. Sabía que de la pandilla, yo era el amigo más cercano de Archie, por lo cual deseaba darme una buena impresión.

-Nunca lo vi tan feliz –le dije-. Sólo te pido que lo cuides. No soportaría verlo sufrir más de lo que ya sufre por sus padres.

  Me dio su palabra. Aún se estaban conociendo y no establecían una relación seria, pero llevaban saliendo durante un poco más de un mes y lucían mucho más felices que varias parejas que había visto en Stamford o en todo Lincolnshire.

  Rae y yo bailamos todo el resto de la noche. Había olvidado lo que era compartir con las demás personas, y es que sólo buscaba razones para estar a solas con ella, incluso cuando irónicamente, el club estaba repleto de gente. Pero no necesitábamos más que un simple espacio personal que nadie estaba autorizado para romper. Sobre todo Chloe.

-¿Vamos a tomar algo, Rae? –le gritó por sobre la música.

  Rae notó mi molestia sin problema, besó mi nariz y dijo:

-Hemos estado juntos por tres horas. Déjame dedicarle unos minutos, ¿si?

  No dije nada. Me limité a permanecer quieto al momento de disfrutar el suave sabor de sus labios sobre los míos.

  Dos chicas, una castaña y otra rubia, habían estado mirándome durante toda la noche. Apenas vieron a Rae marcharse se abalanzaron sobre mí y fue bastante molesto. No es que me hubieran preguntado si quería bailar. Simplemente me rodearon y comenzaron a moverse demasiado cerca, tomando la iniciativa y tocándome.

-¿Por qué tan molesto, guapo?

-Porque detesto a las chicas que dan por sentado ciertas cosas.

  La castaña se acercó a mi oído y susurró:

-¡Oh, vamos! ¿Es que acaso prefieres estar bailando con esa gorda? –le lanzó una mirada rápida a Rae, quien se encontraba en la barra.

-¡Aléjate de mí! –me moví bruscamente golpeando a la chica con mi codo-. ¿No crees que la prefiero a ella, habiendo estado bailando más cerca de ella de lo que tú nunca me tendrás?

-¿No nos has visto, estúpido? –se unió la rubia.

  La miré despectivamente.

-Sí, lo hice, y me atrevería a pensar de que no son ciento por ciento naturales -Apunté sus narices, senos y traseros.

Ambas abrieron las bocas de forma exagerada sintiéndose ofendidas.

-¡O eres gay, o un completo gilipollas!

Una pareja no tan dispareja -My mad fat diary (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora