La pandilla.
Un grupo de amigos que parecía irrompible para muchos, incluido yo.
Un todo.
Un todo que fue golpeado por la realidad años más tarde, cuando ya no estábamos juntos y sabíamos del otro sólo a través del teléfono e internet.
Para el final del año 2008 las cosas comenzaron a cambiar. La vida empezó a reclamar la felicidad que se nos había entregado durante una década.
No sabía a quién culpar, y la verdad era que tampoco quería hacerlo.
Poco después de que Rae se graduó en Psicología, se nos informó de una terrible tragedia: Archie estaba muerto.
Me negué a creer cada una de las palabras que me dijeron. Después de no saber durante años sobre sus padres, fueron ellos quienes me dieron la noticia. "Deberemos tragarnos el orgullo, Finn. Mi hijo está muerto. En dos días serán los funerales y no podemos estar sólo nosotros aquí. El no lo querría. Merece más".
Recuerdo haber tardado más de diez minutos en responder. Me temblaba todo el cuerpo y, aunque intentaba articular palabra, de mi boca no salía ni un suspiro; eran sólo sollozos y gemidos desgarradores.
Por aquel entonces, Archie y Thomas vivían en Londres. Mi amigo trabajaba en la revista de cultura más prestigiosa de la ciudad, mientras que su novio tenía un cargo ascendente en una disquera. Eran felices y no ocultaban nada de lo que sentían o pensaban frente a los demás. El problema era que la intolerancia aún no estaba erradicada ni en el país ni en el mundo.
Fueron atacados por un grupo de neonazis en un parque durante una caminata nocturna. Se ensañaron con ellos y eso fue lo peor de todo: Archie recibió diez puñaladas en su estómago; Thomas recibió la mitad pero en la espalda.
Thomas no pudo asistir al funeral de su novio. Su recuperación inició al día siguiente del incidente: Había quedado paralítico.
Necesitó comenzar también un tratamiento psicológico. No podía asumir varias verdades que lo habían atacado en menos de 24 horas. Ya no podría volver a caminar y tendría que intentar salir de aquella depresión sin la compañía y el apoyo incondicional de su mejor amigo, de quien lo había significado todo en su vida.
Su madre, por otra parte, ya estaba libre. Tardó tiempo en buscarlo; de hecho no lo hizo sino hasta recibir aquella noticia. El primer doctor que supo de la presencia de Thomas en el hospital, lo había atendido cuando pequeño. Era su reumatólogo. Fue él quien le avisó a la madre. Recuerdo haberla visto arrodillarse junto a su cama durante horas mientras lloraba y le pedía que por favor lo perdonara.
Después del funeral de Archie, al cual por cierto asistieron más de cien personas: Amigos, antiguos profesores, compañeros de trabajo, su jefe, permanecimos junto a su tumba durante horas hasta que se nos pidió que abandonáramos el lugar. Ojalá hubiese tenido más brazos que un pulpo para contener a todos mis amigos al mismo tiempo. Hice mi mayor esfuerzo por lograrlo, pero, todos, incluido yo, éramos inconsolables. Probablemente la mejor persona a la que habíamos conocido durante nuestras vidas, estaba muerto, bajo tierra y dentro de poco comenzaría a ser devorado y deformado por los gusanos.
Los homicidas de mi amigo fueron condenados a treinta y cinco año de presidio once meses después de lo ocurrido. Tras salir del tribunal el día de la entrega de la condena, no volví a ver a los padres de Archie. Y la verdad fue que, décadas después, le agradecí a la vida por ello. Lo sigo haciendo.
Chloe quedó embarazada de Evan un año más tarde. La noticia los tomó por sorpresa, pero también con mucha felicidad. Mi amiga últimamente había estado pensando mucho sobre formar una familia. No creía demasiado en las formalidades, pero, Evan sí, por lo que tras el anuncio de ese hijo decidieron casarse.
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Una pareja no tan dispareja -My mad fat diary (TERMINADA)
Teen FictionFinn Nelson había llegado a cambiar la vida de Rae Earl, de la misma forma en que Rae Earl llegado a cambiar la suya. Parecían diferentes a la vista de todos, casi de mundos opuestos, pero la verdad no era tan así. Juntos descubrirían de qué se tr...