Capítulo XII

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Aquella noche recibí una llamada de Chop; junto a Chloe e Izzy saldrían a distraerse un poco en un bar a la salida de Lincolnshire. No le quise decir que estaba desempleado y desanimado por varias cosas, por lo que simplemente mentí diciendo que estaba enfermo. Quizás no era una mentira después de todo, considerando el dolor físico que me agobiaba en todo el cuerpo.
Al llegar a casa mi padre no estaba, pero tampoco tardó demasiado en llegar y regañarme. Charles ya le había contado de mi comportamiento, y exagerado, como esperé que lo hiciera.
-¿Y ahora qué se supone que harás, eh? Si ya ni siquiera te dignas a ir al instituto. Dime, ¿acaso no piensas ir a la Universidad? ¿Quieres que yo te mantenga por el resto de tu vida?
-¡Ni siquiera me dejas tomar mis decisiones, papá! Sólo te importa cuanta maldita cantidad de dinero traigo a casa. Y sí, soy consciente de que es el dinero lo que nos permite seguir adelante, pero estás obsesionado.
-¡Perdón por intentar mantenerte tan bien como hasta ahora!
-No entiendes nada, papá -sollocé. De pronto los recuerdos de mi madre me invadían y resultaban casi imposibles de alejar. Además, no quería hacerlo. Recordarla me hacía bien, me hacía sentir vivo-. Desde qué mamá se fue... Ya no soy el mismo. No puedes esperar que lo sea, ¿sabes?
-Por supuesto que lo sé, Finn.
-A veces no lo parece. Eres... A veces eres muy duro conmigo. Y sé que tengo casi dieciocho años, que debo madurar, pero simplemente no puedes exigirme más de lo que puedo conseguir.
-Hijo...
-Mira -levanté la cabeza-, no quiero que me veas como el niño frágil que solía ver mamá. Sólo necesito que creas en mí como también lo hacía ella.
-Creo en ti.
-Entonces no me presiones más. Ahora no estoy muy decidido. No me siento bien del todo. Son varias cosas.
-¿Qué sucede?
-Me siento solo -confesé.
-No lo estás.
-Cuando te sientes solo, no importa demasiado si no lo estás realmente. Te ciegas y no ves a nadie más excepto a ti mismo.
Me abrazó más fuerte de lo que nunca lo había hecho antes.
-Probablemente dé exámenes libres -dije.
-Confío en tus decisiones, hijo. Ya no me des más explicaciones -suspiró.
-Gracias.
-Lo creas o no, tu madre está muy orgullosa de ti ahora mismo.
-La extraño tanto -me uní aún más a su cuerpo-. La extraño más de lo que creí posible.
-Siempre será tu madre. Yo también la extraño. Era la mejor mujer que he conocido.
-Papá -lo miré-, quiero que tengas claro que no porque se haya ido hace poco, o porque me tengas a mí, quiere decir que no puedes darte una nueva oportunidad.
-¿Enamorarme? -soltó una risotada.
-No bromeo, papá.
-Bueno, si llego a conocer a alguien, supongo que sucederá cuando tenga que suceder -me dio un beso en la frente-. Y tú serás el primero en saberlo.
Al minuto después, el momento acabó. Ambos creímos que había sido demasiado sentimentalismo por un día, pero eso no significaba que fuésemos a olvidar ese agradable momento, y mucho menos, que quisiéramos hacerlo.
Me gustaba la idea de haber avanzado en al menos una cosa.
De pronto, ya no me sentía tan solo.
-Hoy hablé con Rae -comentó mientras cenábamos. Le bajó el volumen a la televisión y supe que se trataba de otra conversación seria-. Me preguntó por ti.
-¿A qué hora fue eso exactamente? -deduje que Damian le había ido con el chisme de que me despidieron. ¿Cómo habrá reaccionado?, me pregunté. ¿Se habrá reído o sentido mal al menos?
-Al venirme a casa. Estaba con el hijo de Charles.
-Oh.
-¿Puedo saber qué fue lo que pasó entre ustedes? -preguntó sigiloso, quizás esperando una mala reacción de mi parte.
-El tema no es de mi agrado, como puedes suponer -ahogué un suspiro-. La cosa es, que cometí un error muy grave. Pero ella también.
-No es de hombres justificarse mencionando los errores de la chica -me dijo, como en un regaño.
-Por supuesto que no es de hombres. Pero no me estoy justificando -dejé claro el punto-. Creo que es lo justo. Ella también hizo algo mal.
-¿Terminaron de mala forma?
-No lo sé. Pero las cosas se pusieron incómodas después. No sé bien en qué situación nos encontramos hoy.
-Supongo que sabes que sí se puede ser amigo de alguien con el que tuviste una relación antes.
-No estoy seguro de que sea posible. Al menos en este caso en específico.
-Realmente me gustaría que pudieran seguir viéndose. Me cae bien.
-Con el tiempo se va a ver qué sucederá entre nosotros -suspiré hondamente-. Pero en fin, ¿de qué hablaron?
-Se alejó del hijo de Charles y me preguntó cómo estabas y qué harías si ya no tenías trabajo.
¡Por supuesto que Damian le había contado con el único propósito de humillarme!
-¿En qué tono lo dijo?
-Sonaba preocupada y triste -respondió-. Me atrevo a decir que no se conformó con mis respuestas. Estoy convencido de que quería venir a verte.
-Dudo que lo haga. Tiene mejores cosas que hacer.
Se acercó un poco, tocó mi hombro y dijo:
-Estás herido y celoso; lo entiendo perfectamente, pero debes considerar que ella probablemente te siga amando. ¿Tan grave fue lo que sucedió como para que no vuelvan a estar juntos?
Hoy en día la gente de tu edad ve un quiebre como el fin del mundo, siendo que sus vidas recién empiezan.
-La cosa es, padre, que tal como sentimos, cometemos errores. Con el mismo nivel de intensidad.
-Lo único que no tiene arreglo... -quiso decir.
-Es la muerte -terminé-. Cuento viejo. Hoy todo es más complicado, papá.
-No, tú lo ves más complicado por miedo a intentar arreglar lo que estropeaste, y así estropearlo más.
Como era de esperarse, tenía razón pero no quería admitirlo, al menos no tan abiertamente.
-Puede ser. Pero no puedo llegar y pedirle otra oportunidad cuando ella fue la que quiso acabar con todo rastro de lo nuestro incluso devolviéndome la chaqueta de cuero que le di.
-¿La que yo te compré?
-No, la que me compré con lo que me daba mamá por ayudarla en el jardín.
Desde hace tiempo no le mentía a mi padre, o al menos no recordaba haberlo hecho. Pero ese día sí lo hice.
La chaqueta de cuero me la había regalado mi madre un año antes de su muerte.
Nunca perdió oportunidad en recordarme que no debía privarme de amar, que querer a alguien era bueno a pesar de todo lo que se pudiera sufrir o perder en el camino.
-Cuando conozcas a una chica que literalmente se robe tu corazón, quiero que le des esta chaqueta.
-¿Una chaqueta?
-Toda chica quiere tener algo de quien ama; quieren sentir cerca a esa persona especial, sentirla al lado aunque no lo esté realmente. Quiero que la chica de la que te enamores, tenga esta chaqueta en sus manos y al olerla, te extrañe y ame aún más al reconocer tu aroma y recordar todo lo que han pasado juntos.
Recuerdo haber sonreído y asentido sin encontrarle gran lógica a sus palabras. Y es que hasta ese minuto no me encontraba atraído ni por si acaso por alguien, además de que no podía evitar perderme en su precioso rostro: Tenía pequeños ojos color chocolate y largas pestañas rojizas como sus cabellos largos recogidos siempre con un adorno color verde agua. Luego estaban las pecas que recorrían todo su esbelto cuerpo y su gran sonrisa. Era la mujer más hermosa de Stamford y todos nos lo recordaban. Mi padre no era celoso por suerte, o sino habría sufrido una que otra crisis por tanto elogio sobre su esposa.
Cuando conocí a Rae y me di cuenta de que sí podía llegar el minuto exacto en el que te das cuenta de que quieres y necesitas a alguien en tu vida, supe que mi madre tenía razón sobre la chaqueta. A Rae nunca le mencioné qué tanto significaba para mí como símbolo de lo que era lo nuestro, pero siempre quise hacerlo, mucho más en el momento en que me la quería devolver por simple influencia de Damian. Quería gritarle que mi madre me habló de la elegida. Que ella lo era, aunque ya no estuviéramos juntos.

Una pareja no tan dispareja -My mad fat diary (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora