Capítulo XVIII

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Una semana pasó y todavía nadie le dirigía la palabra a Damian, ni siquiera quienes pertenecían a su famosa pandilla.

Su sexualidad resultaba ser un secreto a voces, pero era tanto el miedo que sentían, que nadie hablaba del tema excepto fuera del instituto.

Algunos lo llamaban cobarde; otros lo entendían, pero también estaban aquellos a quienes su sexualidad les era irrelevante pues lo detestaban por razones mucho más importantes para ellos mismos.

Yo lo odiaba. Estaba consciente del horrible sentimiento que pasaba a formar parte de mí, sin embargo, no quería ni podía evitarlo.

No se sabía cómo se había enterado, pero a todos les resultaba fácil mirar en sus ojos el miedo, el odio, el rechazo a sí mismo.

Deseé con todas mis fuerzas poder encontrármelo durante mis prácticas y así poder deleitarme con su sufrimiento, pero ningún día lo vi.

Archie, por su parte, sí estuvo cerca de él.

-Lo vi en el correo -me dijo-. Estaba pálido, desaliñado y hasta mal vestido.

-¿Él te vio?

-No -respondió-. Y creo que aunque hubiera pasado junto a él, no me habría notado. Andaba muy retraído. Parecía moverse por simple inercia.

-¿Trabaja ahí?

-No, andaba dejando una carta. Y me dio miedo.

-¿Por qué?

-Justo después de colocarle la estampilla y seguir todo ese proceso, miró el sobre como un demente. Lo besó y todo.

Fruncí el ceño.

-Exactamente esa cara coloqué yo al verlo. No fui el único que se dio cuenta. En serio, si es que no estaba loco desde antes, tener que salir del clóset por obligación lo volvió loco.

-Loco o no, es un idiota.

-Eso nunca estuvo en discusión.

A los minutos, se nos unieron los demás miembros de la pandilla, incluida Rae. No nos veíamos desde ese día en que había despertado en su casa, acontecimiento que por cierto nadie sabía, ni siquiera Archie. No quería que comenzaran a especular posibles reconciliaciones. No quería ilusionarme en vano.

-Hola -susurró muy cerca.

Hola, escribí sobre su pierna, disfrutando de la sensación que me produjo el sonido de mi piel contra el material de su calza oscura.

-¿Cómo estás?

-Ahora muy bien.

Se sonrojó al instante.

-¿Quién es la tímida ahora?

-Tú sigues siendo el rey -dijo-. Mi madre también lo dijo.

-Tu madre siempre tan encantadora.

-Igual que la hija -sonrió.

-¿Es broma, verdad? -fruncí el ceño.

-¡Oye! -golpeó mi brazo con fuerza.

-¿Has estado practicando boxeo sin mí? -fingí que me dolía-. ¡Estás fuerte, joder!

-Si esperas que me disculpe, no lo haré.

-Tan madura como siempre.

Tanto ella como yo sentimos de repente varios ojos sobre nosotros.

Justamente. Todos nos miraban conteniendo la risa.

-No se detengan -chilló Izzy.

-Apoyo a mi novia -sonrió Chop.

-Y yo a mi amigo -llegó el turno de Archie.

Una pareja no tan dispareja -My mad fat diary (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora