Treacherous

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"Está pendiente es traicionera
Este camino es temerario
Esta pendiente es traicionera
Y me, me, me gusta
Dos faros brillando a través de una noche de insomnio y voy a
Tenerte so, tenerte solo
Te nombre se ha hecho eco a través de mi mente y yo solo
Creo que deberías, creo que deberías saber
Que nada seguro vale la pena conducir y
Te seguiría, seguiría a casa
Te seguiría, seguiría a casa
Esta esperanza es traicionera
Esta fantasía es peligrosa
Esta esperanza es traicionera
Y y y... Y y y... Y y y..."


Pasaron los días y desde aquel acontecimiento me volví loca de amor, ya era una costumbre para mi ver cada uno de sus movimientos; lo veía llegar, sonreír y hablar, era como si con tan solo verlo y escucharlo me embriagaba, estaba totalmente perdida en su encanto natural, idiotizada y él no lo sabía.

Yo no entendía que hacia ahí, hasta que en lugar de verlo únicamente y exclusivamente a él me di cuenta que era parte del grupo de entrenadores pero no de los más grandes sino que de los niños pequeños. Verlo rodeado de ellos era tan tierno, si ellos caían o se equivocaban no duda en acercarse, ponerse a su lado y hacer los ejercicios con ellos; siempre tratándolos como sus hermanos o hijos, apreciarlo en ese papel era tan dulce; los abrazaba, palmeaba sus cascos u hombros pequeños.

Conforme pasaba el tiempo me enteraba de cosas de su vida sin necesidad de ir con él y hacerle preguntas al respecto, me sentía tan tonta por no atreverme a hablarle o simplemente a saludarle, maldita sea mi nerviosismo y las formas en la que mi cuerpo reaccionaba cuando lo veía o hablaba de él.

Mis amigas eran testigos de que con tan solo mencionarlo o imaginarlo me sonrojaba, reía y sonreía como una boba enamorada del capitán de futbol americano, ¿Coincidencia?, probablemente sí, resulto ser que fue parte del equipo de la escuela durante los tres años en los que estuvo ahí, eso explicaba a la perfección su complexión.

En uno de los partidos que tuvo mi hermano tuve la dicha de tenerlo sentado detrás de mi familia y yo, él hablaba con una chica que había sido compañera de la preparatoria, tuve la suerte de conocer su voz; mantenía una esencia gruesa y ronca que provocaba escalofríos al momento en que esta retumbaba en tus oídos. Pude escuchar la conversación que mantuvieron durante todo el juego; tenia veinte años, dos más que yo en ese entonces, estaba a mitad de la carrera de economía, aun no sabía su nombre pero logre verlo en aquella camiseta que llevaba puesta, "Bill. S.", aquello grabado en el costado izquierdo en letras cursivas.

En el camino a casa me puse a pensar en el significado de la letra "S" junto a su nombre, podría ser cualquier apellido pero lamentablemente ninguno que yo conociera se acercaría al suyo por lo que no hice caso a ello y continúe pensando en el lindo nombre que tenía, uno corto, común pero que no cualquiera lo llevaría.

Pasaban los días, semanas y meses, todo seguía igual. Yo todos los días acompañaba a mi hermano después de la escuela a sus prácticas, miraba a Bill y sufría tanto por dentro como por fuera el hecho de que me era imposible cruzar palabras con él, mis amigas siempre intentaban aconsejarme con maneras distintas para acercarme y que sucediera lo que tanto deseaba pero siempre es fácil decir las cosas, planearlas y otra cosa es que sucedan tal como se esperaba.

Así que me resignaba, me daba por vencida y aceptaba que fuera un caso perdido,jamás podría interactuar con "Bill. S" sin que mis mejillas y mi inquietud me jugaran una mala pasada frente a él.



Nota de la autora:
¡Tercer capítulo publicado!, muchas gracias por seguir la historia desde el principio y si acabas de comenzar, te doy la bienvenida por atreverte a seguirla.

Muchas gracias por votar, comentar, leer, ser paciente.

Quiero dar otro agradecimiento por recomendar la historia a soraa25

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