Guía Práctica De La Naturaleza Y La Salud

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Lilou tenía los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza apoyada en los antebrazos. Se aburría mortalmente. De un soplido apartó el flequillo de su rostro. La noche anterior, Astin le había cortado el cabello con la intención de dificultar aún más el que fuera reconocida. Su larguísima cabellera negra se había visto sustituida por una mata de pelo llena de picos a la altura de su barbilla y un flequillo irregular. Miró a su alrededor. Ese día hasta Marius había aparecido en el café. Sin embargo, nadie hablaba. La época de exámenes ya había llegado, y los últimos días habían sido utilizados exclusivamente para estudiar. Los únicos que no parecían ocupados eran Grantaire, que opinaba que para artes no necesitaba estudiar, y Astin, quienes hablaban muy cerca el uno del otro en una mesa apartada, y Lilou no tenía planeado interrumpirles. Ella estaba en la mesa de los estudiantes de derecho, en la que también se encontraba Joly.

—¿Qué haces?—le preguntó a Marius, que se sentaba a su lado.

—Preparar el examen de derecho mercantil—contestó el nervioso chico antes de continuar estudiando.

—¿Y tú?—se giró hacia Bahorel.

—Lo mismo. Aunque por mí el profesor se podría meter los exámenes por donde le quepen—comentó.

Incómoda, se giró hacia Bossuet:

—¿Y tú qué tal lo llevas?—le preguntó.

—Fatal. ¿Por qué tengo que estudiar esta carrera?—se lamentó el muchacho.

Con unas palmaditas de ánimo, miró al siguiente en la mesa, para cambiar el gesto:

—A ti no necesito preguntarte. Matasanos—murmuró.

Finalmente, se giró hacia Courfeyrac:

—¿Qué haces, mon cœur?—le preguntó a Courf.

—Estudio derecho—contestó algo cortante.

—¿Pero qué estás estudiando en este momento?—insitió.

—Leyes. Ahora, puedes callar.

Era obvio que el joven se encontraba bajo mucha presión, pero esto no evitó que Lilou se sintiera herida. Agachó la cabeza como un niño regañado.

—Courfeyrac.

La voz de Enjolras se alzó por la habitación en un tono de aviso, a lo que este resopló, molesto. Cuando Lilou miró al rubio, él le hizo un gesto, invitándole a sentarse a su lado. Sin dudarlo ni un instante, Lilianne se cambió de mesa.

—Hola—le sonrió la chica.

—Hola—le devolvió la sonrisa mientras apartaba una silla, ofreciéndole sentarse—. Estás guapa.

—Gracias—se sonrojó Lilou.

Pasó unos instantes en silencio, observando la pila de papeles y libros que Enjolras leía. Iba a preguntar, pero tan pronto abrió la boca, el chico se le adelantó:

—¿Me vas a preguntar qué estudio?

—Ciencias políticas—dijo ella—. Me acuerdo. Solo quería saber qué tal lo llevabas.

—Bien. Muy bien—le sonrió tomando su mano—. Gracias por preguntar.

Lilianne sonrió cuando Enjolras besó sus nudillos.

—¿Tú qué tal estás, Jehan?—preguntó al poeta, que parecía a punto de sufrir un ataque de pánico.

—Mal. Muy mal. Mañana tengo examen de literatura universal y las palabras me dan vueltas—lloriqueó Jean Prouvaire.

El Lirio Y La EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora