Capítulo 55.

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Noah

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Noah.

—Te vendrás a vivir conmigo —suelto de improvisto, lo que hace que Lottie abra unos ojos como platos y enderece la espalda como un resorte.

—¿Qué?

Estoy seguro que no quiso sonar tan sorprendida y grosera como lo hizo.

—Te vendrás a vivir conmigo —repito, sonriendo al ver su expresión aturdida.

Reposa sus antebrazos contra la encimera y entrelaza sus manos, intentando ocultar su sorpresa. Me mira con su expresión en blanco y luego mueve sus ojos hacia sus hermanos antes de volver a mirarme.

—Tomas drogas, ¿verdad? —parece horrorizada.

—No. —Me encojo de hombros y me estiro sobre la encimera para colocar mis manos sobre las suya—. Anoche les comenté a tus hermanos la idea, y estuvieron de acuerdo.

Sus ojos se estrechan hasta transformarse en dos rendijas mientras estudia mi rostro en silencio.

—Enana, si piensas en ello es una buena idea. Si por alguna razón él llega a América, tú no estarás aquí con nosotros por lo que será más difícil el encontrarte.

—¿Estás loco? —Su voz tiene un tono histérico—. ¿Por qué haría eso? ¿Por qué siquiera querría hacer eso?

—Charlie, no puedes estar aquí. Y tampoco te dejaremos volver a Francia. Necesitas un lugar para quedarte.

—Tengo una habitación de invitados y una cama.

Su cabeza se inclina hacia mí y me mira con sus profundos ojos y una expresión en el rostro que no puedo descifrar.

—Noah—se queja—. No puedo vivir contigo.

—¿Por qué no? —Levanto una ceja.

—Sólo... no puedo. —Sus ojos azules brillan con determinación—. No puedo dejarlos. Estamos en esto juntos.

—No nos estás dejando. —Scott la mira con puro amor y entendimiento en sus ojos.

La expresión en la cara de mi chica es pensativa y me doy cuenta que sólo le falta un pequeño empujón para que se dé cuenta de que el que ella se venga a vivir conmigo es lo mejor para todos.

Me pongo en pie y rodeo la encimera para detenerme junto a ella. Espero a que se enderece y me enfrente, para luego sujetarla de la nuca y acercar su rostro al mío.

—Todo estará bien, nena —aseguro tranquilizándola.

—Realmente no puedo hacerlo —susurra, sus ojos nunca abandonan los míos—. ¿Qué dirá tu padre?

—Le envié un mensaje anoche planteándole la idea. —Un brillo que no sé cómo interpretar aparece en sus ojos—. Sólo le dije que tenías problemas en tu casa y que no había otro lado al que pudieras ir.

Sus ojos están enfocados en los míos pero lucen un poco nublados, como si su atención estuviera dividida entre lo que sea que esté pasando en su cabeza en este momento y yo.

Asiente tan imperceptiblemente que si mi frente no estuviera pegada a la suya ni siquiera hubiera notado el pequeño movimiento.

Hay un toque de derrota en su voz cuando dice—: Entonces será mejor que vaya a empacar.

Entonces da un paso atrás y se zafa de mi agarre.

—Iré a buscar las cajas —establece Scott, rodeando la encimera y acercándose a besar la cima de la cabeza de su hermana antes de abandonar la habitación.

Veinte minutos más tarde, los tres de nosotros no encontramos en la habitación de Lottie reforzando las cajas de cartón que la gente de la tienda de comestibles fue lo suficientemente amable para darnos, mientras ella rebusca en su armario por la ropa que va a llevarse.

—¿Qué quieres que tomemos? —pregunta suavemente Matt, viendo a su hermana caminar de aquí para allá mordiéndose la uña del dedo pulgar.

—Mi teclado.

Scott va hacia la pared.

—Puedo hacer eso. Necesitamos buscar la caja en la que vino, estas cajas no son lo suficientemente grandes y no quiero arruinarlo.

—Está en el sótano —señala Matt antes de volverse a su hermana—. ¿Qué más?

—Mi ropa y zapatos —responde, llevándose las manos a la cabeza y rehaciéndose la coleta que sujeta su cabello—. O al menos gran parte de ellos, siempre puedo volver por algo que necesite.

Camina hacia su biblioteca y toma un libro al azar, pasando rápidamente sus hojas como si se tratara de un folioscopio andes de cerrarlo y leer la contratapa. Suspira y acaricia con su mano la tapa antes de volver a depositarlo en el estante junto a los otros libros y suspirar.

—No tiene sentido empacar los libros, puedo descargarlos en mi Kindle si quiero leer alguno de ellos.

—Tú ayúdala con su ropa. Voy a empacar sus libros. —Matt voltea hacia mí y me entrega una pila de cajas, haciendo oídos sordos al comentario de su hermana.

Asiento y camino detrás de Lottie hacia su armario, colocando las cajas en el suelo junto a nosotros.

—No tienes que doblarla ni nada. Solo tírala.

Echo un vistazo a su perfil, observando la forma en que muerde su labio inferior y tensa el entrecejo, no en la forma que endurece sus rasgos sino en una que me deja ver cuánto le duele tener que hacer esto.

—Está bien —replico, asintiendo con la cabeza y abriendo el armario frente a mí para sacar las cosas.

Cuando veo que abre el cajón de la ropa interior y comienza a arrojar todas las prendas de encaje dentro de una caja, mi sonrisa le devuelve algo de brillo a sus orbes azules.

—Sabes, volviendo al tema de la convivencia, si quieres caminar por la casa en tu ropa interior, estoy totalmente de acuerdo. Especialmente con esos sujetadores y bragas, esos sin duda puedo verlos todos los días —enfatizo con una gran sonrisa mientras arroja las prendas rojas a la caja.

Sus ojos se suavizan cuando se inclina un poco hacia mí con sus profundos ojos mirándome y una expresión en el rostro que no puedo descifrar.

—Bueno, probablemente voy a caminar por ahí medio vestida algún que otro día. —Acerca su rostro a mi cuello, su respiración haciéndome cosquillas mientras susurra como si se tratara de un secreto—: Simplemente tendrás que acostumbrarte y esperar. Ya sabes lo que dicen, las mejores cosas en la vida son inesperadas.

Dice eso como si fuera una cosa mala.

Las imágenes de eso empiezan a correr por mi cabeza mientras ella atrapa el lóbulo de mi oreja entre sus dientes y le da un suave jalón.

—¿En serio? —pregunto, sonriendo tontamente.

—No —chasquea, alejándose de mi cuello—. Caray, ni siquiera ando en ropa interior en mi propia casa.

Bueno, eso es simplemente decepcionante.

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