Capítulo 5.

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Charlotte

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Charlotte.

Al momento en el que mis pies tocan el suelo, una pequeña multitud formada por los clientes más habituales me rodea y exclama cuanto les había gustado mi nueva canción. Me tomo mi tiempo agradeciéndoles a todos y luego voy a la barra a tomar las bebidas para mis amigos.

—¡Eso fue increíble! —exclama Emma en cuanto me detengo frente a ellos.

—No puedo creer que hayas hecho una canción nueva y no me hayas dicho nada. —Alison pone la más lamentable cara de toda la existencia. Es tristeza mezclada con miseria en un intento de hacerme sentir cuanto le dolió mi traición.

—Lo siento Ali, pero quería que fuera una sorpresa. Y si te lo decía, a los minutos se lo habrías contado a Emma. —Levanto las cejas y le desafío a que me contradiga, pero ella con una mueca me da la razón.

Deposito la bandeja sobre la mesa y mis tres amigos se abalanzan a tomar sus tazas de chocolate caliente.

—¿Tú la escribiste?

Miro a Noah y sonrío al ver sus ojos verdes brillando con sorpresa.

—Ciertamente. —Le robo la taza a Marcus sentado junto a mí y doy un gran trago.

—Oye —se queja.

—Oh, cállate —espeto sarcásticamente antes de devolverle su bebida—. Si no fuera por mí ni siquiera podrías pagártelas todas.

—¿Siempre cantas aquí? —me pregunta Noah, viendo divertido el intercambio.

—Es parte de mi contrato. Como aún soy menor de edad, no podían contratarme. Pero Billy, mi jefe, no pudo evitarlo ya que si no fuera por mí este lugar estaría tan vacío como el primer día que lo abrieron.

—Eso es un poco creído, ¿no te parece? —Se cruza de brazos y se recuesta en su silla.

—Oh, no lo es. —Emma niega con la cabeza y bebe un sorbo de su chocolate con sus ojos avellana escondidos detrás de sus gafas saltando de mi rostro al de Noah.

—Créeme, es la verdad. Yo fui quien le propuso la idea de de hacer micrófono abierto las noches de los viernes y sábados —le informo, y por alguna razón no puedo hacer otra cosa que quedarme allí de pie y mirarlo fijamente.

Me pierdo en sus ojos de un profundo color verde bosque al intentar descifrar la emoción en ellos. Mi pecho se aprieta un poco y es como si el mundo se ralentizara. Ninguno de los dos parecer ser capaz de moverse o decir algo, sólo nos miramos el uno al otro durante un tiempo.

Finalmente, soy yo quien aparta la mirada avergonzada al escuchar un suave carraspeo a mi izquierda.

—Lottie, necesito tu ayuda. —Aparto mis ojos de los brillantes ojos verdes de Noah y me volteo para enfrentar a Lucy—. Rachel se enfermó y ya le habíamos dicho a Billy que hoy nos íbamos a presentar.

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