Capítulo 9.

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Noah

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Noah.

No tengo una maldita idea de quién es la chica que está sentada en mi regazo presionando sus falsos pechos contra el mío, ni la que está sentada junto a mí besando mi cuello. Todo lo que sé es que llegué a esta fiesta con Mason y de repente tengo a dos mujeres lanzándose sobre mí.

La rubia en mi regazo presiona sus labios contra mi oreja y muerde el lóbulo. Paseo la vista por la repleta sala para ocultar el estremecimiento y entonces la veo. La chica más candente.

Mis ojos acarician su cuerpo moviéndose al ritmo de la música. Pone su mano libre en su pelo y mira al suelo, moviendo sus caderas sensualmente sin esfuerzo alguno.

—Ella es jodidamente ardiente —dice Mason junto a mí.

—¿Ella? —le pregunto, con mis ojos todavía en su cuerpo en movimiento, señalándola con un movimiento de cabeza.

—No. —Niega lentamente—. Alison.

¿Alison?

Entonces la chica a la que estaba observando se mueve cuando alguien la golpea accidentalmente y veo que efectivamente se encuentra bailando con Alison. ¿Qué hace ella aquí?

Si está en esta fiesta, quiere decir que... Oh, no.

La castaña voltea levemente su rostro, pero es suficiente para que descubra quién es. Charlotte.

Como si escuchara mis pensamientos, gira su cabeza y me ve. Pero en cuanto registra a la rubia sobre mí, hace un gesto de disgusto y se vuelve nuevamente.

Me remuevo, sintiéndome repentinamente incómodo y digo—: ¿Quién de las dos es tan buena y me trae una cerveza?

Rápidamente, saltan fuera de mí y se dirigen a la cocina. Con el camino ya despejado, me levanto y camino hacia Lottie. Pero cuando me encuentro a unos pocos metros, Ali sujeta su mano y la lleva hacia la cocina.

Intentando no sentirme como un enfermo acosador, las sigo varios pasos por detrás sin que reparen en mi presencia. Se abren paso a través de la gente para llegar a la barra y luego de unos segundos, cuatro vasos de chupitos aparecen frente a ellas. Veo como cada una sujeta un vaso en cada mano, intercambian un par de palabras antes de finalmente vaciarlos en sus bocas. Primero uno, luego el otro.

Su delicado rostro se arruga con una mueca de disgusto y luego se ríe, tirando su cabeza hacia atrás, de lo que sea que nuestra amiga le dice.

—Lo tienes mal, hermano. —Mason se detiene junto a mí y observa a las chicas sonreírle al sujeto detrás de la barra.

—Entonces tú también. —Le miro por el rabillo de mi ojo—. Llevas toda la noche mirando a Ali, no creas que no me di cuenta.

Miro a mi chica nuevamente justo en el momento exacto en que ella baja otros vasos vacios y los golpea contra la superficie. Luego sujeta la mano de Ali y la arrastra hacia la pista.

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