Capítulo 46.

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Charlotte

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Charlotte.

El fin de semana siguiente a la salida a Bokeh me encuentro completamente recuperada del estúpido virus que casi acaba con mi vida. Y siguiendo tanto los consejos que Scott me dio antes de que ambos cayéramos dormidos, de mis mejores amigas, mi tía y el anciano de la tienda en donde compré el pavo para Acción de Gracias, me decido a dejar todo lo sucedido con Noah detrás de mí y seguir adelante con mi vida.

—¿Estás segura? —Eizen sacude la cabeza una última vez—. ¿Sabe Billy que estás aquí? Es tu día libre.

Resoplo—. Le deseo buena suerte intentando detenerme.

—Ese es el espíritu. —Me guiña un ojo y luego se vuelve todo hombre de negocios—. ¿Ya sabes que vas a cantar?

Oh, por supuesto que lo sé.

Sonriendo juguetonamente me inclino para informarle de mi elección. Consciente de mi nuevo estado civil y todas sus razones, sonríe y asiente con la cabeza.

Luego de varias interpretaciones del público, sale de detrás de su teclado y camina hacia el micrófono ubicado en el centro del escenario.

—¿Lo están pasando bien? —cuestiona a la masa.

—¡Diablos! ¡Sí! —gritan en respuesta.

Eizen sonríe y asiente—. Se supone que esta noche ella no debería de estar aquí, pero decidió desafiar las órdenes del jefe. Buena suerte para mantenerla alejada de este escenario, mis amigos.

Camino hacia las escaleras y subo a la plataforma a la vez que dice—: Démosle la bienvenida a la mejor chica de la casa.

La multitud rápidamente formula un canto con mi nombre mientras me coloco en el centro del escenario, sonriéndoles y soplando besos que inician un rugido de satisfacción.

Cuando las primeras notas familiares comienzan a sonar, tomo aire y me preparo mentalmente para lo que está por suceder.

Aquí está la cosa, empezamos cómo amigos.
Era genial, pero todo fue fingido...

Eras dedicado, te tomaste el tiempo.
No pasó mucho antes de que te llamara mío...

En cuanto descubren que canción es, la multitud enloquece, aullando y dando taconazos en el suelo al ritmo de la música.

Pero desde que te fuiste
Puedo respirar por primera vez.
Estoy siguiendo adelante.

Recordando aquella vez que Noah me sorprendió cantando aquella canción de One Direction, entono la siguiente estrofa con más disgusto.

¿Cómo puedo explicarlo? Tú me engañaste.
Incluso me enamoré de esa estúpida canción de amor.

Canto una vez más el estribillo, junto a las voces guturales y llenas de sentimiento de mi público. Antes de que comience la próxima estrofa, quito el micrófono de su base y camino hacia el filo del escenario.

Tuviste tu oportunidad, y lo arruinaste.
Aléjate de mi vista, vete de mi mente.
Cierra la boca, simplemente no puedo soportarlo
Una y otra y otra vez.

Hay muchas personas riendo para el momento en que llega el último estribillo, y cuando echo un vistazo alrededor del lugar, mi corazón tartamudea violentamente y mi estómago cae mientras todos los viejos sentimientos me abruman y mis piernas se tambalean. Ha pasado una semana desde la última vez que le vi o supe algo de él, pero cuando veo su espalda en retirada a través de la puerta en la parte frontal del lugar sé sin lugar a dudas que es Noah, lo reconocería en cualquier parte. 

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