Capítulo 68.

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Noah

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Noah.

Un rato después, me levanto de la escalera y camino penosamente hacia la cocina. Cuando llego allí, casi me desmorono de nuevo. La copia de la llave que le hice a Lottie está junto a un trozo de papel arrugado sobre la barra de desayuno.

Cuando me acerco, lo agarro y lo despliego para luego frotarlo sobre mi pierna en un inútil intento de quitarle las arrugas. Se me parte el corazón y todas sus partes se derraman sobre el duro suelo de madera pulida al no encontrar nada más que mi nombre escrito en su inmaculada letra y varios renglones con sus palabras tachadas hasta lo irreconocible.

Se ve que no encontró nada bueno que decirme como última despedida.

Deslizo mis temblorosos dedos por la página y siento las marcas donde ella apretó con tanta fuerza el bolígrafo contra el papel que casi había llegado a romperlo; y puedo ver cómo en algunos lugares, el papel es más fino, como si hubiera sido mojado.

Puedo imaginármela mientras escribía, o lo intentaba por lo menos. Puedo verla garabateando aquellas palabras que luego tacharía porque sentía que las palabras empleadas no reflejaban sus pensamientos. La veo herida, con sus cejas fruncidas y el ceño arrugado debido al dolor, mientras las lágrimas caían sobre el papel una detrás de la otra.

Me la imagino enfurecida, pasándose el dorso de su brazo sobre sus ojos, para luego tirar el bolígrafo y arrugar el papel, sosteniéndolo en un puño mientras recuesta sus brazos sobre la fría superficie de mármol y llora en ellos antes de tomar sus maletas e irse.

Me tiemblan tanto los dedos que rompo una de las esquinas del frágil papel, pero no me importa. Lo arrugo nuevamente y lo arrojo a la papelera.

Camino hacia la sala de estar y me tumbo sobre el sillón, esperando oír el ruido de la puerta al abrirse y su voz diciéndome que no se iba a rendir, que podríamos trabajar en lo que estaba mal y arreglarlo.

Espero horas y horas, pero el ruido nunca llega. Sólo espero poder verla mañana en el instituto, no me importa si me ignora y no me habla en todo el día, con que sólo aparezca sé que podré solucionarlo.

No soy capaz de dormir en toda la noche, me mantengo dando vueltas en la cama temiendo no ver a Lottie nunca más hasta que se hace la hora de ir al instituto

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No soy capaz de dormir en toda la noche, me mantengo dando vueltas en la cama temiendo no ver a Lottie nunca más hasta que se hace la hora de ir al instituto.

En el almuerzo, mi corazón cae al suelo cuando no la veo sentada en nuestra mesa de siempre.

—¿Y Lottie? Pensé que venía contigo —me pregunta Marcus.

Niego con la cabeza, suspiro y me siento en mi silla habitual—. No hablo con ella desde ayer.

—¿Qué sucedió?

—Tuvimos una discusión. Ella tomo sus cosas y se fue. Tenía pensado hablar con ella hoy y disculparme.

—Hoy me mandó un mensaje y dijo que estaba enferma —confiesa Emma—. Por eso no vino.

—Supongo que hablaré con ella mañana. Si es que viene. —No necesito veme en un espejo para saber que hay un toque de esperanza en mis ojos—. Y si no me perdona, supongo que tendré que dejarla ir.

—No dejes que se vaya, piénsalo. ¿Dónde encontrarás a otra como ella? —Marcus levanta la vista de su plato—. ¿No lo harás verdad?

—Sé que no lo haré. Pero...

—No digas "pero" —me corta Emma.

—El "pero" es la palabra más puta que conozco —me dice Marcus, estoy bastante seguro de que nunca antes le había oído maldecir—. "Te quiero, pero...", "podría ser, pero..."

—"No es tan grave, pero..." —concuerda Emma.

—¿Te das cuenta? Una palabra de mierda. —Me señala su novio con su tenedor.

—Sólo sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no lo es —finaliza Emma.

—Oh, vamos. Ustedes me entienden. No puedo forzarla a estar conmigo después de haber metido la pata a lo grande.

—No por un mal momento, arruines una buena relación. No hay otras como ella, es única —Emma suspira—. Ve a buscarla a su casa en cuanto salgas de aquí. Arregla las cosas.

—Estaba muy enfadada.

—Como para no estarlo —murmura Ali entre dientes.

—¿Qué hay si se enojó? —continúa Mason, sin prestarle atención a su amiga—. Para eso estas. Se suponía que tenías que correr detrás de ella.

—Me dijo que no la siguiera.

—¡¿Y tú la escuchaste?! Nunca, jamás, la escuchas. ¡¿Y decides que la primera vez sea esa?! —Emma baja de golpe su tenedor contra la mesa.

—¡Por Dios! No tenias que dejar que se vaya. Ahora ve a su casa y habla con ella, intenta solucionar las cosas. Por lo que más quieras... ¡No dejes que jodidamente se vaya! —Marcus está tan enojado que termina de pie, atrayendo la atención de toda la cafetería.

Creo que nuca había escuchado a Marcus decir tantas groserías en un día, o por lo menos no tan seguidas.

—¿Sabes cuál es el modo de medir cuánto amas a alguien? —Emma musita, moviendo su comida de un lado a otro del plato con su tenedor.

—No.

—Perdiendo a esa persona. —Eleva sus ojos avellanas, sin mover su cabeza, y me mira a través de sus pestañas.

—Pero no quiero perderla —susurro abatido.

—Es un poco tarde para eso. —Por primera vez desde aquella fiesta, Ali me mira a los ojos.

—¿Qué quieres decir? —pregunta Emma, bajando el tenedor que estaba llevándose a la boca.

—Acabo de hablar con Scott. —Levanta sus manos que hasta ese momento estaban en sus piernas y nos muestra su celular. Toma aire y continúa—: Lottie no está enferma.

—Entonces, ¿por qué no vino? —Levanto la vista de mi plato, del que sólo me he dedicado a mover la comida de un lado al otro sin haber probado siquiera un bocado.

—Ayer después de la pelea que tuvo contigo, no regresó a su casa. Se fue al aeropuerto.

—¡¿Al aeropuerto?! —gritan Emma y Marcus al mismo tiempo.

—Se fue a Francia —susurra.

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