Capítulo 20.

686 92 2
                                    

Charlotte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Charlotte.

En cuanto la primera semana de Octubre oficialmente comienza, decido inscribirme junto a Marcus y los alumnos de teatro para organizar la decoración del instituto por el día de brujas. Pero para mi mala suerte, las animadoras y los jugadores del equipo también lo hacen.

Ellas para poder quedarse con una parte de la recaudación y así comprarse sus nuevos e insignificantes trajes, mientras que los pobres idiotas de sus novios seguramente se vieron obligados a participar. O lo hacen con gusto por el simple hecho de poder saltarse una clase y que su ausencia esté justificada.

—Es preferible hacer las cosas con tiempo de sobra y tranquilos, que apresuradamente.

Es todo lo que el profesor a cargo, un hombre que no debe llegar a los treinta años, completamente gay desde su cabello despeinado con estilo hasta sus zapatillas deportivas impecables y a la moda, dice sin borrar la brillante y luminosa sonrisa de su rostro, cuando un chico le pregunta por qué comenzamos a trabajar con tanto tiempo de margen.

El amoroso hombre, nótese el sarcasmo, organiza grupos de cuatro personas para que la siguiente vez que nos veamos ya podamos comenzar a trabajar. Y como para probar que mi suerte puede empeorar, nos agrupa a Marcs y a mí, con Kelsey y Jackson.

—Eso es todo por hoy, queridos. —El profesor, de pie en el extremo del escenario, da una palmada teatral y pasea su mirada por todos nosotros, sentados en las butacas frente a él justo en el mismo momento en que la campana del almuerzo comienza a sonar—. Para la próxima reunión habrá mesas establecidas en el escenario justo detrás de mí —comienza a decir mientras nosotros nos levantamos de nuestros asientos y caminamos hacia las puertas. Y como la gente ya comienzan a salir de la sala, dice apresuradamente y elevando la voz—: Así que por favor escojan una por grupo.

—¿Compartías la clase que perdiste con Ali? ¿O con Noah? —pregunto una vez nos abrimos paso a través de las puertas.

—Con ambos —dice asintiendo.

—¿Tienes idea de cómo vas a justificarte la ausencia?

Niega con la cabeza y se reacomoda sus gafas—. Ya pensaré en algo. Adelántate que yo tengo que ir al baño.

Sigo a todos los estudiantes que se dirigen a la cafetería y me formo en la fila para pedir la comida. Examino con ojo crítico todo lo que hay allí servido, para luego elegir una pizza, lo que parece ser lo menos tóxico del menú y una botella de agua sin gas.

Camino hacia la mesa junto al gran ventanal, donde Ali, Emma y Noah ya están sentados hablando animadamente, y deposito mi bandeja en el sitio disponible a la derecha de Noah. Mi sitio.

—Santo cielo, ¿qué demonios es eso? —Frente a mí, Ali mira con horror y asco la porción de pizza en mi plato.

—Mi almuerzo de hoy —digo imitando su expresión y tocando la masa con la punta de mi tenedor—. Eso me pasa por olvidarme la comida en casa. —Me río y me encojo de hombros.

Dispuesta A EncontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora