3° Debí...

415 36 28
                                    

— Señora Cho. — Contesto con la voz temblorosa, las piernas y las manos también están temblando como gelatina.

Su rostro es adornado por una sonrisa que me lo recuerda.
Un pinchazo de alegría y tristeza me hace bajar la mirada. Pero finjo rápidamente que acomodo las cosas.
Ella no ha cambiado nada, bueno… Tampoco es que haya pasado una década, sólo han sido, uno, dos... ¡Tres años!

— Tanto sin verte.— Su voz es suave, tranquila. — No te reconocí con ese cabello. Qué guapo te ves.

Sonrió levemente ante el halago, aunque ya casi se ve más rubio que gris. Realmente no la había vuelto a ver desde… que se me ocurrió llamar a su casa y jamás contestaron.

— Gracias. — Mi lengua es traicionera, mi mente un enjambre de dudas y ella es el motor de arranque para obtener un par de respuestas.—  ¿No se fue usted con…

— ¿Con Kyuhyun y mi marido? — interrumpe con una sonrisa enorme.— No. Nunca. Ellos hacían sus negocios. Pero si estuve en otros lugares los primeros días que se fueron.

Dice con entusiasmo, ¿sigue siendo una señora bastante alegre... O de verdad le da gusto verme? ¡Aish qué cosas piensas JongHoon!.

— Ah. Me alegro. — Intento mostrarme alegre, discreto.

Pero ella mira a ambos lados, como si no quisiera que alguien nos viera platicar.

— Pero cuéntame. ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho? — En un segundo la mujer alegre se convierte en una señora dudosa con una mirada hambrienta de información que me intimida.

— Bien. Soy estudiante de literatura.

Rasco mi nuca, nervioso, al borde de gritarle que cómo está el idiota que me dejó el corazón hecho picadillo.
Frunce el ceño. — ¿Literatura? Pero siempre creí que terminarías siendo un genio en ciencias. O un empresario como mi Kyu.

¿Kyuhyun ya es empresario?
Claro, si todo lo tiene en la palma de la mano. Niño mimado.

— Es… empresario. — Asiento dándole la razón.

— Sí, ya sabes, jóvenes inmaduros, siguen lo que el padre les dice sin pensar en las consecuencias.— Aclara con una extraña mirada, marcando muy bien aquella frase que me deja una extraña sensación.— Pero no importa, en lo que hagas, lo harás muy bien, estoy segura.

— Gracias. — Quiero irme, esto es incómodo, no quiero sonreír y no es nada contra ella, es contra el ser que cargó nueve meses y luego se convirtió en el amor imposible de este pobre idiota.

Ella ríe emocionada. Aplaude y un señor nos lanza una mirada de extrañeza.

— Kyuhyun no me creerá cuando sepa que te ví en el centro comercial.

— ¿Qué?

El corazón se me acelera, siento mi respiración cortándose. Mis ojos comienzan a arder.

Kyuhyun…
No puede ser.

— Kyuhyun… Está aquí, llegó ayer en la tarde de Francia. Está de vacaciones y quiso venir.

No, no. Ya no quiero saber nada, nada de él y aunque sea cruel, tampoco de los señores Cho. Ni de nadie.

— Me alegro mucho de que esté bien, señora Cho. Pero debo irme, tengo muchos deberes. Fue un gusto saludarle.

Hablo tan rápido que ni ella misma creería si le dijera que la noticia no me ha afectado.

¡Con un carajo!

— Igualmente, cariño. Espero verte pronto.

No contesto, me limito a hacer una reverencia y terminar rápido con mis compras.

SOMOS - (KyuSung) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora