11° Heridas

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No puedo.
Simplemente es imposible.

Han pasado apenas dos meses desde que llegué aquí y lo único que he recibido son malas miradas, desprecios y un horrible cúmulo de idiotas homofóbicos que no soportan ni siquiera que utilice el mismo baño.
Y para agregarle lo mejor...
Se supone que un padre te apoya, te quiere. El mío es algo totalmente opuesto.

Jamás me abrazó, ni me dijo alguna palabra de cariño. Todo el esfuerzo de estar en los mejores colegios y sobresalir no surgieron ningún tipo de efecto en el hielo que lleva como corazón dentro del pecho.

Obviamente iba a reaccionar así.

¿Cómo iba a ser posible, cierto?
¿Cómo pude?
El señor Cho. Empresario, educado y con un hijo marica.
Porque en su “educado” vocabulario no existía gay, ni homosexual, ni siquiera mi propio nombre, sólo era el maricón de su hijo.

¿Fue normal y justo eso?
¿Fue justo que me golpeara hasta el cansancio, con saña y malicia?
¿Fue prudente gritarme que era la peor cosa que había sucedido en su vida?
Ahora lo veo, y sé que no.

Porque en mi inmadurez sentí que habría una luz entre toda la oscuridad. Porque ciegamente creí que podía ser… Alguna vez, un pequeño orgullo para ese hombre.
Me mentalice tanto en serlo que dejé atrás muchas cosas.

Dejé a mis amigos, a mi prima, mi hogar y a ti.

Mi JongHoon.

Mi niño, mi verdadera luz entre toda la oscuridad. Mi primer y único amor.

Te lastimé de la peor manera.
Me centré en ser tan bueno como mi padre; un hombre de negocios, reconocido y audaz. Pero la verdad es que no puedo serlo pensando en que no estás aquí.

Tengo entre mis manos esa foto. Tu y yo enfrente de la playa. Tan enamorados y felices.

Eché todo a perder.
Mandé mi vida junto a ti al olvido por la manipulación de un hombre que no me ha visto nunca como un hijo sino como un estorbo y una vergüenza.

— Mi JongHoon. Te amo, te amo, por favor… Perdóname.

Cuánto dolor.
Cuánta decepción.
Estoy harto de esto. Simplemente no puedo. No tengo nada sin ti.

°•°•°•°•°

— No creí que fueras capaz de algo de esa magnitud. ¿Cómo pudiste hacerte algo así? Tienes suerte que tú tío tenga conocidos en otra universidad. Porque en definitiva a ese lugar no te van a dejar entrar nunca.

La voz de mi madre resulta bastante molesta, no hay otra explicación.
Soy un inútil. Ni siquiera para morirme puedo servir.
O tal vez… Todo pudo salir bien, de no ser por ese rubio larguirucho chismoso que rondaba a esa hora por la universidad.

— No me importa. Todo fue por ese bocón insípido.

— Kyuhyun… ¡Casi te matas! — Me grita asustada, preocupada hasta los huesos. Sus ojos están hinchados de tanto que ha llorado.

— ¡No me importa!

— Te caíste, o mejor dicho, te tiraste de la azotea. ¡Todavía se me hace un milagro que sólo te hayas roto los brazos! ¿Acaso no piensas en los que te queremos?

Claro que lo hago. Lo pensé tanto que preferí luchar por un amor paterno inexistente y dejar de lado a mi alma entera.
Me parte en mil pedazos escuchar en mi mente el recuerdo vago de su voz, de su despedida.

— Solamente eres tú mamá. Porque a tu esposo, es obvio que le da igual. ¿Vino en algún momento? Apostaría a que le dió igual. — Reclamo con furia, me siento impotente con los dos brazos enyesados, la rodilla izquierda lastimada y un dolor terrible de cabeza.

SOMOS - (KyuSung) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora