7° Más que Pretendientes

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Es mi último día con Thom, como siempre, se ha quedado dormido en mi habitación.

En la televisión hay un extraño documental sobre el Dragón de Komodo que por alguna extraña razón me mantiene entretenido.

Pero cuando alguien toca la puerta me pongo en alerta. Precisamente, espero que no sea Kyuhyun el cretino detrás de la puerta.

— ¿Quién es? — Preguntó desde el sillón, dejando de lado la bolsa de m&m’s.

— Yunho.

Una sonrisa se dibuja automáticamente en mi rostro, corro a la puerta y abro para encontrarlo allí parado.

Siempre lo había visto de traje, sin embargo, ahora lleva una playera de color negro ajustada a sus fuertes brazos, el cabello desordenado y jeans. Se ve guapísimo.
Sin ningún tipo de pena enredo mis brazos alrededor de su cuello y le beso la mejilla.

— Cuando te di mi dirección creí que no darías con ella.

— Donghae y Eunhyuk me ayudaron un poco. — Se sincera con una sonrisa tímida.

— Bueno… Adelante, ¿Cómo has estado?

— Bien, tenía muchas ganas de verte.

— Ay! Basta, que me sonrojo. — Llevo mis manos a mi rostro intentando ocultarlo.

— Eres lindísimo sonrojado.

Su comentario casi provoca un estallido de mis mejillas, paso saliva y lo guío hasta la cocina.

— ¿Quieres una taza de café?

— Me encantaría.

— Bien, toma asiento y ya vuelvo.

(…)

Yunho es, sin duda, un hombre que nació para las leyes. Tiene un montón de experiencias y casos interesantes. Sencillamente él es interesante.

— Pero, ¿Qué va a pasar con la señora? ¿Y su casa?

Pregunto con la mirada fija en sus manos, tomó una servilleta de papel y desde hace cinco minutos ha estado muy entretenido con ella mientras me plática sobre cómo tuvo que defender a un sujeto que le arrebató su casa a una anciana.

— Pues, ella misma firmó el documento sin siquiera ponerle atención y eso es muy peligroso. Así que nunca firmes documentos sin antes haberlos leído. — Me advierte de forma divertida.

— Claro abogado.

— Aunque claro, yo estaré ahí siempre para defenderte de todo. — Después de todos los dobleces que le hace a la servilleta, me entrega una perfecta recreación de una rosa. — A menos de que la dejes caer en agua o derrames algo sobre ella. No sé tiene porqué marchitar, ¿O sí?

Me quedó mirando la rosa y luego los ojos de Yunho, me lanza un guiño y mi corazón se acelera.
Con una mano en el pecho, sorprendido tanto por el enunciado como por el detalle, le cuestiono con la mirada si es enserio.

— Adelante, tómala. Es tuya.

— Gracias. — Sin decir más, la tomo como si fuera lo más delicado del mundo. Yunho me sonríe antes de ver su bonito reloj.

— Debo ir a casa de un compañero. Y luego, tendré un congreso en otra ciudad, así que te veré la próxima semana. Si me lo permites, claro.

— Puedes venir cuando tú quieras.

— Entonces te veré pronto.— Sus labios se pegan un pequeño segundo a mi mejilla. Me vuelvo a convertir en tomate y lo acompaño hasta la puerta.

SOMOS - (KyuSung) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora