Entre errores de una noche.

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Entre errores de una noche, y perdones de mil lunas.

Cometí un error.

Uno horrible, de esos que te rompen en cuchillos filosos que tú mismo clavas en tus entrañas.

Cometí un error.

Uno desastroso, de esos que te hacen llorar por horas, y lamentarte por años.

Cometí un error.

Uno irreparable, de esos que te van causando más daño con los días, de esos que lastiman con cada paso.

Cometí un error, me enamoré de ti.

Aunque según las miles de voces que opinan sobre nosotros, mi mayor error fue haberte engañado.

Todo comenzó en alguno de esos desastrosos días que compartimos. No sabría decir cuál, porque se siente como si el desastre entre nosotros llevase allí un buen par de años.

Aunque compartimos menos de dos años juntos.

Recuerdo haberme decepcionado de nosotros por primera vez.

De ti por los mensajes que le enviaste a aquellas chicas a mis espaldas.

De mí por haberte perdonado.

De nosotros por haber decidido volver a intentarlo.

Ese fue el primero de una larga lista de errores. Debí haberte dejado partir, pero tú no quisiste irte, y yo no quise forzarte a que lo hicieras.

Así que continuamos, otra vez a la carga. Dos caballitos de batalla que decían luchar juntos, pero le iban a distintos bandos.

Lo intentamos cinco, seis, siete, veinte veces. Lo intentamos una y otra vez, lo intentamos porque seguían existiendo más mensajes, más chicas que escondías, más tristeza que me consumía.

Yo también cometí errores en ese tiempo.

Dejé que un chico me dijera que era "bonita". Lo dejé llamarme así por mucho tiempo, y me gustó.

Dejé que me invitaran a salir, aunque ninguna salida se concretó.

Dejé que intentaran quererme, dejé que me quisieran.

Pero jamás intenté no quererte a ti.

¿Acaso logras ver la diferencia entre tú y yo? Porque yo no lo hago.

Y siguió corriendo el reloj de arena. Un grano para ti, y otro para mí. Se convirtió en una pelea silenciosa entre los dos. No existían razones para separarnos, más que nuestras voces gritando que ya no nos queríamos.

Pero decíamos querernos.

Qué loco, ¿No? Te amo, pero quiero distancia, quiero distancia, pero no quiero separarme de ti.

Te amo, pero a la distancia. Necesito la distancia, pero no quiero dejarte porque te amo.

Ese se convirtió en el lema de nuestra relación.

Y ese lema fue nuestra rutina, y con la rutina llegó la monotonía y el aburrimiento.

Ya no querías ir al cine conmigo, pasear de la mano, derrochar el tiempo juntos.

Ya no querías.

No querías.

No quisiste.

Y yo no quise verlo.

Y sufrí mucho, me callé y soñé con los viejos tiempos. Las sonrisas de ambos, las manos aferradas, los besos de verano.

Quise volver allí, así que hablé contigo.

"Es tiempo de cambiar" "Lo intentamos una vez más, pero si no veo un cambió se acabó".

Lloraste, lloré. Me pediste perdón y te perdoné.

Sonreímos otra vez, estábamos "bien".

Y entonces pasaron los días, dos semanas, un mes.

Y volviste a cancelar nuestras salidas, a esquivar mis insinuaciones, a distanciarte de mí.

Y volví a dejarte hacerlo, y volví a sufrir en silencio.

La soledad se adueñó de mí, la tristeza me consumió.

Y una noche, entre tantas noches que pasaron, se dio.

Alguien más me dijo que era linda, y sostuvo mi mano como tú lo hacías. Me observó con los ojos llenos de brillo. ¡De brillo! ¡Por mí! Y me sentí única, me sentí yo.

Y entonces otros labios besaron los míos, otros brazos me abrazaron, otra voz me susurró al oído.

Me dejé ir entre los poemas que tanto tiempo llevaba deseando escuchar, dejé que el reloj se detuviera por un solo momento.

Y luego lo dejé continuar, y lloré en silencio por el acto cometido.

Lloré por ser débil y decepcionarte otra vez.

Lloré por el engaño que ocasioné. Lloré por no decir "No".

Y te lo conté, porque la tristeza y la culpa me consumían.

Y entonces tus ojos se tornaron opacos, y tu semblante mostró esa mueca que solo aparece cuando estás desilusionado.

Me pediste tiempo para pensar si podías perdonar mi error.

Me pediste tiempo para pensar.

Mi error.

Mi error...

¿Y los tuyos?

¿Y mi tiempo?

¿Dónde quedó? ¿Dónde quedé yo?

Te amaba y no quería distanciarme, y por eso lo intenté una y otra, y otra vez.

Te pedí tiempo y te negaste a dejarme, te pedí cambiar y te negaste a esforzarte.

¿Fue enteramente mi culpa el engaño, o fue culpa de los dos?

Tantas preguntas formuladas en mi cabeza, tanta confusión.

Confusión que seguirá ahí hasta la próxima disputa, hasta que decidas dejarme ir, hasta que decida dejarte.

Creo que mi error fue el primer vistazo que di a tus ojos, y el primer beso que te permití darme.

Creo que fue el volverme dependiente de tus sonrisas y tus chistes malos.

Creo que fue el enamorarme hasta los huesos, el convertirte en mi adicción.

El problema fue no saber dejarte ir, pero según las voces que hablan sobre nosotros el problema fue mi engaño.

Fue mi error.

Pero ante mis ojos el problema somos los dos, siempre fuimos los dos.

Encrucijada MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora