El órgano de oro

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El órgano de oro.

El sonido que llevo evitando toda mi vida retumba contra mis oídos.

Es un golpe seco y limpio, seguido por el retumbar de pequeños cristales que están siendo esparcidos por el piso.

Pero no se trata de un jarrón o un simple plato, no se trata de mi cajita de música favorita o el disco de vinilo de papá.

Se trata de mi corazón.

Ese órgano tan importante que mamá me incitó a proteger una y otra vez, ese que ella tantas veces me advirtió debía cuidar como si fuese de oro porque era el único corazón que la vida iba a otorgarme, y tenía que durar por y para siempre.

Supongo mamá que debo decir lo siento, lo siento mucho, pero ya está dañado. Porque no supe cuidarlo bien, porque se lo ofrecí a la persona equivocada, porque fui ingenua y confiada.

Y ahora duele demasiado, tanto que comienzo a preguntarme si realmente valieron la pena los pequeños segundos de felicidad recibida como para aguantar tanta agonía.

Solía creer que él valía más que el oro, pero resultó ser que no valía más que un trozo de alambre.

Y yo acabo de darme cuenta ahora, cuando es demasiado tarde.

Encrucijada MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora