Marrón.
Ese es el color de tus ojos. Esos ojos que me dicen tantas cosas bonitas, pero sin emitir sonido alguno.
Marrón, como las hojas que caen en otoño, así como yo caí por ti.
Marrón, como la mezcla de varios colores, que a veces semblan ser emociones, intentando congeniar en un mismo lugar.
Marrón, como la rama que utilizo para avanzar en el río de mentiras que yo misma cree.
Marrón, como lo era con anterioridad la hoja en la que ahora estoy escribiendo, derramando lágrimas porque esos ojos tan bonitos tuyos siempre me dicen cosas bonitas.
Pero nunca tienen sonido.
Y entonces yo me voy a casa cada noche, y me acuesto recordando las palabras de tus ojos.
Me acuesto llorando, porque por más que lo intento no puedo reproducir tu voz en mi cabeza.
Porque tu dices mucho, pero no hablas.
Y estoy comenzando a asustarme, pensando en si realmente me estás diciendo todas esas cosas bonitas, o solamente soy yo.
Me aterra ser yo.
No quiero ser sólo yo.
Quiero que seamos los dos.