17. WELCOME BACK

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La gente podía dudar de muchas cosas, pero no de Daryl ni de sus presentimientos.

–Sólo siete de los míos y tu hija sana y salva –dijo Rick.

La mañana del día acordado, nueve días después de ver por primera vez a Alpha, era una fría mañana con un sol radiante incapaz de calentar el congelado terreno.

–Dámela –fue lo único que dijo la mujer con máscara de carne podrida–. Y vete... Rick Grimes.

Con Alpha, tres hombres estaban tras de ella, uno era de un tamaño colosal, de más de dos metros, cuadrado de hombros y con una máscara de pellejo con trozos de cabello cano cayéndole a mechones desiguales dándole un aire psicópata. Los alejandrinos sabían quién era, Beta, Lydia les había hablado de él, la mano derecha de su madre, algo así como un guardaespaldas y sicario a la vez.

–Te la doy, y luego se largan de aquí –aclaró Rick, tras de él y a los costados, Daryl, Aaron, Eric y Carl, Rocita con la mano en el hombro de la niña Lydia, Mello y Bruce de Alejandría, ambos apuntando hacia los Susurradores por si se les ocurría hacer algo.

–Me la entregas y luego haré lo que me dé la gana, así quiera volver a tu ciudad y atacarla, de lo contrario tendrás que dispararnos y llamarás a mi grupo en la colina y no habrá manera de que ustedes solos puedan contra trescientos podridos que ahora mismo nos rodean controlados por mis chicos.

Era así, tratándose de los Susurradores, las armas no eran una opción, por eso cinco de ellos llevaban arco y flechas, aunque en realidad sólo uno sabía usarla correctamente, mientras que, a la distancia, Jesús contemplaba todo listo para intervenir, acompañado de cerca por Moss, Anna y la querida Holly, la cual tenía consigo un arma pesada con silenciador en la boquilla. Eran ellos los que cargaban los cuchillos, las bombas de gas y un par de dinamitas por si acaso.

–Puedes hacer lo que te dé la gana, pero no quiero volver a saber de ti y de los tuyos, ni cerca de mi ciudad, ni en las otras comunidades, Alpha –decretó Rick.

–¿O si no qué? –se mofó la mujer–, ¿vas a matarme?

–No sabes de lo que somos capaces.

–No, Rick Grimes, tú no sabes de qué somos capaces nosotros, donde sea que yo esté, ese lugar es mío y tú no quieres meterte en mi territorio, no quieres problemas conmigo... No quieres problemas con nosotros, somos demasiados, somos una legión, millones de hormigas capaces de comernos vivos al más grande león.

–Será mejor para ti y para mí no averiguar quién es mejor, nosotros pisando hormigas o ustedes trepándosenos –sacudió la cabeza el sheriff.

–Pero es que yo ya lo sé y tu ya lo sabes, sólo te da miedo admitirlo.

–Lo dudo –sonrió el policía–. Te doy a Lydia y te largas–. Hizo un gesto con la mano y Rocita empujó a Lydia, que soltó la mano de Carl y echó a caminar de vuelta hacia su madre, a la distancia, a Jesús le pareció que todo iba a salir bien, estaba tan concentrado en aquello listo para cualquier cosa, que no notó al Susurrador que salió de entre los árboles y lo cogió por la espalda amenazándolo con un cuchillo contra el cuello. Quedaba claro que Alpha pretendía secuestrar a algún alejandrino y pedir su propio rescate a cambio, pero había elegido a la peor persona para intentarse llevar.

–¿Y tú qué me darás por él? –preguntó Alpha al ver que habían cogido a Rovia.

–Acordamos que nada de trampas –bramó Rick: hizo una señal a Aaron, el cual desenfundó su propia pistola con silenciador y apuntó. Desde su rincón, Jesús, con aire fastidiado, le recordó al de chinos que tenía un cuchillo en el cuello.

Susurros en el EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora