35. DESCANSE EN PAZ

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De entre la horda salieron dos Susurradores y levantaron a Beta, ¿vivo?, ¿muerto?, Paul no pudo saberlo, a la distancia sólo pudo ver que se lo llevaban por entre los Caminantes mientras Negan caía de rodillas con su bate roto en pedazos. Cuando comprendió que su oportunidad se escurría, Jesús saltó para ir detrás de ellos; los Caminantes los estaban rebasando, pero estaba seguro de que podría alcanzarlos y matar a Beta ahí y ahora.

Fue a avanzar, pero los brazos de Daryl a sus espaldas lo estrecharon.

–¡Olvídalo! –le dijo Daryl, claro que Jesús podría ir y matar a Beta, pero no volvería, ya eran demasiados Caminantes, si lo dejaba ir, lo perdería.

Paul se mordió un labio, comprendió lo que sucedía y notó en los ojos de Daryl el temor de separarse.

–Bien –dijo, casi desesperado–. Prefiero caer a tu lado.

El hombre de cabellos negros agitó la cabeza. Odiaba la simple idea de admitirlo, detestaba tener que decirlo en voz alta, pero había llegado la hora de aceptarlo o en verdad Jesús moriría. En esos días, morir era fácil, pero la pregunta real era si se quería vivir. Antes, para como estaba el mundo, para como estaba su vida, Daryl habría elegido caer peleando, pero ahora elegía vivir, largarse de ahí, huir, sí, y llevarse a Paul muy lejos de allí.

–¡RICK! –le gritó a su amigo unos metros más allá–. ¡Me rindo!

–¿Qué?

–¡Mierda! ¡Me rindo, hombre, hay que largarnos!

–¡IMPOSIBLE! ¡Son demasiados, la puerta está atascada y...!

–¡El acueducto!

–NO LO LOGRAREMOS.

–¡Lo haremos!

Rick miró a Carl peleando, a Michonne cortando, a Judith abrazada a las piernas de la vieja Casandra, llorando asustada y desconsolada. Tenían que intentarlo. Asintió, miró a Daryl y silbó llamando al resto de alejandrinos que se mantenían cerca luchando a la desesperada mientras los Caminantes entraban y entraban.

Dixon nunca llegó a saber exactamente cómo sucedió todo lo demás, fue como en cámara lenta que hizo que la escena durara un siglo cuando pasó en cuestión de segundos; en su memoria sólo estaría él avanzando protegiendo a Paul con los brazos mientras Rovia abría camino delante de ellos matando Caminantes con sus cuchillos, y recordaría en algún momento estar caminando entre los alejandrinos que se reunían en un grupo compacto caminando hasta el acueducto en construcción.

Rick quedó al último junto con Mello y Maia para mantener a raya a los caminantes que intentaban seguirlos. Matando Caminantes con ráfagas de metralleta y en cierto instante Bruce que disparó con un lanzagranadas que les abrió suficiente espacio para poder echar a correr, Scott abrió la tapa de reja que pretendía evitar que los niños entraran a jugar al túnel y la procesión alejandrina entró, un pasaje suficientemente alto y ancho como para que pudieran avanzar de tres en tres y con cierta agilidad. Todo estaba saliendo bien, aterradoramente bien, hasta que, de pronto, Judith se soltó de quien fuera que la llevara y corrió llorando y llamando a su padre, asustada, aterrada. Tres segundos, ocho pasos, un Caminante la sujetó, la jaló, la mordió.

Daryl gritó, Rick disparó, Daryl corrió y cargó el cuerpo sangrante de la niña.

Daryl nunca estaría seguro de cuándo o cómo entró al túnel y echó a caminar, sólo una vez miró atrás y vio a Don y a Dwight mientras retiraban a los caminantes de la entrada y volvían a colocar la reja para que los Caminantes no pudieran cruzar.

En la mente de Dixon, lo siguiente que recordaría era estar avanzando por el túnel, aferrado al cuerpo de Judith, con Jesús a su lado y delante Tobin y detrás Chris y Rocita. Caminaron todos muy juntos los casi nueve kilómetros de sendero bajo suelo que finalmente fue a escupirlos a la zona de granjas abandonadas; tristes espectros de ropas sucias y desgarradas, cansados tanto como asustados, desesperados tanto como enojados, silenciosos a tal punto que parecían una procesión fúnebre.

Susurros en el EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora