—Lo lamento, Leire—susurra unos minutos después cuándo el llanto finalmente ha cesado—Sé que dijiste que no querías contacto físico entre nosotros...no era mi intención.—agrega apartándose de mí.
—No te preocupes, que no pasa nada—le digo ofreciéndole un intento de sonrisa—Creo que deberías ir a tu casa de una vez, Zabdiel—anunció sonriéndole débilmente.
—No, voy a llevarte a tu casa—protesta de inmediato.
—Escucha, no es necesario. Puedo llamar a Selina para que pase por mí, su casa no está nada lejos de aquí...—niega.
—Lo digo en serio, Leire. —susurra limpiándose las lágrimas de las mejillas.
Por extraño que parezca siento la inminente necesidad de abrazarlo de nueva cuenta, de decirle que puede contar conmigo para todo lo que necesite y que creo que es el chico más valiente que he conocido en mi jodida vida. Que su padre es el tonto más grande del mundo por pensar que puede ir por la vida comprando la felicidad de los demás con su estúpido dinero cuándo una niña como Alexandra todo lo que necesita es amor. Suelto un pequeño suspiro y sus ojos se anclan en los míos un breve segundo.
—De acuerdo, tú ganas...como siempre—mascullo y una pequeña sonrisa se instala en sus labios.
—¿Te molesta que no me haya duchado primero?—pregunta admirándose a sí mismo aún enfundando con el uniforme del equipo.
—No. Es tu auto y tú sabes lo que haces—indago encogiéndome de hombros.
—Mañana es el cumpleaños de Alex...¿vas a venir?—cuestiona en un murmuro. Vuelvo a poner mis ojos en los suyos para darme cuenta que ya no parece tan vulnerable.
—Claro. Tu hermana es única y me cae muy bien incluso aunque trate de hacer que permanezcamos pegados todo el tiempo.—murmuro y él sonríe un poco.
El camino a casa es tranquilo. Ninguno de los dos décimos nada y dejamos que la voz de Demi Lovato llene el aire mientras canta uno de sus éxitos. Me concentro en observar todo a mí alrededor y en no mirar demasiado a Zabdiel. Le indico el camino a casa casi con voz monótona y me doy cuenta en el proceso que esto es realmente incómodo. Casi siento mi voz temblar y me odio a mí misma por ello porque lo menos que quiero que pase es que él se dé cuenta que me he quedado pensando que lo que pasó con su padre. Me concentro tanto en mis pensamientos que doy un respingo cuándo pone su mano encima de la mía para llamar mi atención.
Mis ojos la escudriñan atentamente y recorro su brazo hasta llegar a sus ojos que me observan con detenimiento como si estuviese librando una lucha interna tratando de decidir si hablar conmigo o simplemente dejarme ir.
—Leire...sobre lo que pasó allá...—comienza a decirme nerviosamente. Llevo mis ojos hasta él y niego rotundamente.
—No te preocupes no pasa nada y sí lo que te incómoda es que crees que voy a ir a contarle a media universidad, quédate tranquilo que de mi parte no van a saber nada.—hago una pausa—aunque la verdad es que no creo que sea necesario que alguien les diga algo, todo el club de fans del equipo que estuvo presente vieron que estabas discutiendo con tu padre, Zabdiel. Tal vez no escucharon todo lo que se dijeron el uno al otro pero es más que claro que estaban discutiendo y ya casi puedo ver el montón de especulaciones que estarán haciendo sobre ello—inquiero en voz baja sin apartar mis ojos.
—Gracias por comprenderme, chica periódico—le sonrío un poco y comienzo a tirar de la manija de la puerta para poder abrir
—Para eso estamos los amigos ¿no?—pregunto bobamente y cuando vuelvo a mirarlo cualquier indicio de alguna expresión facial ha desaparecido de su rostro.—¿Qué es lo que pasa?
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DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE (DRPNA #1)|ZABDIEL DE JESÚS|Terminada.
FanfictionLibro uno: DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE. Libro dos: DIEZ RAZONES PARA ESTAR A TU LADO. No choco en las esquinas de los pasillos con chicos guapos con el físico de Dylan O'Brien y con el rostro de Harry Styles. No. Mi enemiga número uno no suele ser...